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LA MESA, Colombia, (AFP).- El proceso para desmovilizar a 26.000 combatientes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), pactado en 2003, culminó ayer, viernes, con la entrega de armas del temido Rodrigo Tovar, jefe del Bloque Norte de los paramilitares que actuaba en la costa Caribe y la frontera con Venezuela.
Tovar, conocido como Jorge 40, es un administrador de empresas y ex secretario de Hacienda del departamento de Cesar que en la última década realizó una sanguinaria campaña para recuperar vastas zonas que estaban en manos de las guerrillas de las FARC y el ELN, en el marco de la cual se le atribuyen al menos un centenar de asesinatos de campesinos. El cierre del proceso de desmovilización de los paramilitares ocurre a menos de 48 horas de unas elecciones legislativas en las que el presidente Alvaro Uribe aspira a obtener una cómoda mayoría que le permita gobernar sin problemas si obtiene, como aspira, un segundo mandato en las presidenciales de mayo.
El proceso estuvo plagado de denuncias por los excesivos beneficios judiciales concedidos a esos grupos de extrema derecha y también de contratiempos, la mayor parte de ellos relacionados con la intención de Estados Unidos de pedir en extradición a varios de esos jefes, que Washington sospecha son en realidad narcotraficantes camuflados.
La ceremonia de desmovilización de Tovar y más de un millar de sus hombres más cercanos se inició a las 10H00 locales (15H00 GMT) en el caserío de La Mesa, a 30 minutos por una carretera en mal estado de la ciudad de Valledupar, capital de Cesar, departamento fronterizo con Venezuela.
Violencia marca campaña
BOGOTA (AFP).- La campaña para las elecciones legislativas colombianas del domingo estuvo marcada por una ofensiva de la guerrilla de las FARC que deja al menos 24 muertos, y que según el presidente Alvaro Uribe, quien aspira a ser reelegido en mayo, tiene el propósito de desprestigiarlo.
Desde febrero, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) desplegaron una ofensiva en el sur del país, que fueron extendiendo a otras regiones. La escalada rebelde -tradicional en épocas preelectorales- consiste básicamente en la imposición de paros armados, mediante lo cual los insurgentes atacan a los vehículos de transporte público y privado.
