Terminando peor

Terminando peor

POR RAFAEL TORIBIO
Al final del período, todo gobierno se preocupa y esfuerza por realizar un «aterrizaje suave», es decir, tomar y ejecutar medidas que dejen en la ciudadanía una mejor imagen de la que pudiera haberse cosechado durante todo el período. Varias pueden ser las razones que muevan a lograr este objetivo. Unas veces será la búsqueda de vigencia política, base de un posible retorno al poder, del Presidente saliente o del partido que estuvo gobernando.

En otras ocasiones, lo que se pretende es mantener una ascendencia en la ciudadanía, en el partido, y frente a las demás fuerzas políticas, sociales y económicas, que permita mantener presencia e influencia en la vida política de la Nación y permanecer como referencia y así poder ejercer funciones de arbitraje. Me temo que este no es el propósito que se han impuesto el Presidente Mejía y su equipo gobernante, pues quedó descartado con la imposición de la reelección, profundizado en la campaña y ha sido ratificado en recientes decisiones y declaraciones.

Recordemos que antes de las elecciones la reelección fue restablecida en la Constitución e impuesta al PRD, con enfrentamientos y desconsideración a muchos dirigentes; además presenciamos, no sólo el uso masivo de recursos del Estado, sino también su justificación. Luego de la derrota, hemos sido testigos de la irresponsabilidad política que ha dado como resultado un país que se encuentra a la deriva; el deterioro, hasta niveles insospechados, de los servicios básicos fundamentales. Se ha dicho que los problemas, ni importa la gravedad de los mismos, como es el caso de la electricidad,  se dejan a quienes ganaron y que se utilizará el poder en las Cámaras Legislativas y en los Ayuntamientos para confrontar al nuevo gobierno, en vez de colaborar en iniciativas de bien público. ?ltimamente, el mayor de los despropósitos ha sido el envío de un anteproyecto de ley para otorgar la exoneración de un vehículo a todo funcionario y empleado público, precisamente cuando cursa en el Congreso un anteproyecto de reforma fiscal para recaudar 22 mil millones de pesos con los cuales cubrir gastos excesivos del propio gobierno. Este proceder, a mi juicio, descalifica a Hipólito Mejía y a su grupo político para ejercer un liderazgo en el PRD y, mucho menos, en la sociedad, una vez abandonen el Palacio Nacional.

Alguien hacía la advertencia de que frente a un cocodrilo no hay que preocuparse sólo por lo que nos puede hacer con las mandíbulas, olvidando los peligros de la cola. Un coletazo puede ser tan mortal como una mordida. Me parece que los coletazos del gobierno en esta parte final del período están destrozando al país, y al PRD.

Frente a lo que hace el gobierno pocas voces dentro del PRD han exteriorizado públicamente alguna oposición. Hay que recordar que normalmente quién calla otorga, y que hay silencios que no son otra cosa que complicidad. ¿Los líderes del partido preferirán no contradecir al Presidente de la República? ¿Se sumarán las mayorías perredeistas en el Congreso al despropósito de las exoneraciones? ¿Lo que se quiere demostrar es que el PRD es un partido que contribuye más a la democracia desde la oposición, y que es allí donde debe permanecer?

A pesar de que la mayoría de los funcionarios pertenezcan al PPH, este es un gobierno del PRD. La ciudadanía así lo considera, y prueba de ello fue el rechazo expresado en las urnas. Si el gobierno se empeña en desprestigiarse más de lo que está, en el partido deben haber personas que, aunque sea pensando en su futuro político particular, se opongan a que el PRD sea descalificado para volver al poder. Y deben oponerse de manera pública, primero para salvar el partido, luego para no ser cómplices. Los líderes y dirigentes del PRD no debieran permitir que Hipólito Mejía y el PPH terminen hundiendo al partido. No debieran permitir que el «e p?a fuera que van» se transforme en que «e que no deben volver», por lo menos en una parte significativa de los ciudadanos no comprometidos partidariamente, que en las últimas dos elecciones ha sido determinante para el triunfo y la derrota.

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