Terminar bien

Terminar bien

RAFAEL TORIBIO
En política quien triunfa no tiene que dar explicaciones; las debe dar quien pierde. En la contienda interna por la candidatura a la Presidencia de la República por el PLD, Leonel Fernández obtuvo la victoria de manera contundente. No 90 a 10 como habían pronosticado los defensores de la reelección, pero sí 28 a 72 que es, de todas manera, una holgada victoria.

Si la reelección hubiera perdido en estos momentos la gobernabilidad estuviera en una difícil situación y el Presidente Fernández dando explicaciones y tratando de justificar porqué corrió ese enorme riesgo. Pero como la reelección ganó, para los vencedores es hora de celebración, no de explicaciones. Las explicaciones son responsabilidad de Danilo Medina, quien tiene que intentar explicar las razones por las que perdió, cuando había defendido, de manera permanente, que tenía el triunfo asegurado.

Había advertido que una vez que un Presidente en ejercicio decide buscar la reelección, debiendo ganar primero la repostulación por el partido, no puede permitirse ser derrotado en las primarias internas. Tiene que hacer todo lo que sea necesario para ganar, por las graves consecuencias que traería una derrota para su liderazgo, el partido y el gobierno. Perder las primarias internas significaba perder el liderazgo del partido y, sobre todo, el del gobierno, cuando aún le faltaba un año para terminar el período. Por eso no es de extrañar que todo el gobierno se haya dedicado a trabajar durante muchos meses para evitar la derrota, utilizando todos los recursos a su disposición.

Es posible que los triunfadores, en especial quienes se consideran precandidatos a la Presidencia, no estén contentos con no haber ganado 90 a 10, es decir, haber aplastado a quien osó desafiar al Presidente de la República en su intento de continuar en el poder. Creo, sin embargo, que los resultados son beneficiosos para la solidez del PLD, cara a las elecciones del 2008. Confieren al Presidente Fernández la confirmación de su liderazgo a lo interno del partido, pero significan también el reconocimiento a Danilo Medina como un dirigente que cuenta con el respaldo de casi una tercera parte de los militantes que votaron, además de contar con seguidores en órganos importantes del Estado y del gobierno. A todos convendría impedir que el licenciado Medina y sus seguidores puedan entender que no tienen un lugar, dignamente, en el PLD.

Ayudaría a la reconciliación de la familia peledeísta comenzar por reconocer que si bien la división no se ha producido, la reunificación es necesaria, si se quiere hacer un buen desempeño en las elecciones presidenciales venideras. Como cualquier otro partido, el PLD no gana unas elecciones sólo con sus militantes, menos con los que votaron en las recién pasadas primarias, que fue el 50%, de los cuales cerca del 30% lo hicieron por la candidatura de Danilo Medina.

Hasta el momento, el licenciado Medina ha reconocido la derrota, pero no la victoria. Antes de que se emitiera el primer boletín en que se indicaba la ventaja del Presidente Fernández, declaró que los números que ya disponía de los resultados parciales de la votación señalaban que la reelección se había impuesto. Reconocía así que había sido derrotado, pero en ningún momento reconoció la victoria, ni felicitó a los triunfadores, como es normal hacerlo en esos momentos.

La disputa de la precandidatura a un Presidente en ejercicio en unas elecciones internas, en una democracia con una debilidad institucional que la hace excesivamente permisiva, debe entenderse desde el primer momento como una lucha desigual. Si, además, se ha valorado las consecuencias de que el Presidente sea derrotado y la declaración de que la aspiración se entiende como un desafío que no debió producirse, entonces no deben extrañar los resultados finales, ni lo que tuvo que hacerse para lograrlos.

La reunificación, o la reconciliación del PLD, si se prefiere, exige inteligencia, mesura y visión de futuro, tanto en el Dr. Fernández como en el Lic. Medina pero, sobre todo, en sus más cercanos colaboradores. Magnanimidad y humildad son cualidades que se aprecian en los triunfadores, como la dignidad y el reconocimiento de los resultados en los vencidos. Corresponde al presidente Fernández la iniciativa y al licenciado Medina no rechazarla.

rtoribio@intec.edu.do

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