Este país se puede desprender del Programa de Petrocaribe cuando quiera. Soberanamente puede renunciar de inmediato a recibir un 20% del petróleo diario que consume en condiciones de financiamiento suave. No hay nada con Venezuela que merme nuestras facultades soberanas. Así, los que tanto se quejan de ese programa y de la deuda que, inevitablemente, se genera con cualquier financiamiento – pueden estar tranquilos.
No se sufren limitaciones soberanas. Si quienes tienen facultades de autoridad se mantienen vinculados a él no es porque no puedan desvincularse del mismo ni por incapacidad para comprender la magnitud del “peligro”. Solo se puede explicar por el hecho de que perciben que es beneficioso para el país.
Por el contrario, la mayor parte de los abanderados de las críticas al Programa se sustentan en el hecho de que no han logrado comprender la realidad del programa y pueden sentirse honestamente preocupados por supuestos riesgos y amenazas a la seguridad. Otros se basan en preferencias ideológicas. Si Venezuela tiene una posición de “izquierda” y está enfrentada a los Estados Unidos y esta nación es nuestra principal socia económico – comercial- no debiéramos mortificarla con nuestra amistad con Venezuela.
Quizás muchos no sepan que una buena parte de los participantes en Petrocaribe no son gobiernos de los que llaman “izquierda” e incluso, varios de ellos, son aliados de los Estados Unidos, como la propia República Dominicana.
Una queja que se repite con frecuencia es que Petrocaribe no impacta los precios internos de la gasolina. No tiene por qué. El precio de facturación de las importaciones Petrocaribe es el del mercado internacional. El beneficio está en las condiciones de financiamiento y la posibilidad de abonar una parte de la deuda con bienes de exportación nacionales.
El año pasado se exportaron por esa vía 50 millones de dólares y este año podría estar aproximadamente en ese monto. Se han previsto en el presupuesto montos superiores que si no se han alcanzado ha sido por limitaciones burocráticas de la parte venezolana.
Con frecuencia se lamenta de que los fondos que se liberan, al no tener que abonar de inmediato una parte de la manufactura, al ir al presupuesto se destinan al subsidio y a la amortización de la deuda externa. Bueno, gracias a Dios de que la sociedad dominicana puede hacer frente, por onerosa que sea la carga, a esas dos obligaciones, ineludibles por demás. Si es así, hay que estar agradecidos de Petrocaribe. Sin embargo, los ingresos al presupuesto generalmente no tienen un destino predeterminado.
Con justa razón también se podría decir que si no tuviéramos Petrocaribe no alcanzaría el presupuesto para llegar al 4% para Educación. Ahí estaría por el momento el impacto social que se pretendía con el Programa.
Obviamente nada es eterno. A todo lo creado le llega un fin. Petrocaribe puede llegar a terminar. Es bien difícil que el gobierno chavista le ponga fin. En múltiples ocasiones han asegurado que es esencial y prioritario. Un gobierno de oposición difícilmente acabe por completo con él.