Escribe oportunamente Jesús de la Rosa sobre «Trujillo insepulto». Verdaderamente, su interminable sepelio nunca concluye.
Enterrarán una y otra vez sus restos pero su talante permanece vivo, operante, ejerciendo el poder.
Ahí está su apego irracional al mando.
Ahí, la preeminencia de fiscales, policías y calieses sobre un aparente «poder judicial».
Así como el visceral desprecio a los derechos humanos, incluyendo libertad, honra y vida.
Sorpresivamente, los Jueces decidieron respetar, por fin, la Constitución, rompiendo nefastas prácticas tradicionales de hechura trujillista.
Empezaron a enterrar a Trujillo.
¡Oigan protestas y resabios de juristas, policías y fieles de siempre, incapaces de sepultarlo!