Termodinámica del amor

Termodinámica del amor

Creo que la política en general y los problemas migratorios del mundo, son dos asuntos importantes que merecen ser comentados por los periodistas. Claro es que no son los únicos temas dignos de ser analizados o examinados. Esta columna puede ser ejemplo de ese “interés temático omniabarcante”, en la línea del famoso aforismo de Terencio: “nada humano me es ajeno”. Publio Terencio Africano murió en 159 antes de Cristo, a la edad de treinta y cinco años. Para muchos hombres instruidos es grato escuchar citas de escritores griegos y latinos; por lo general, los clásicos de la literatura y del pensamiento son precisos, económicos y expresan verdades que parecen eternas.

Cicerón escribió reflexiones acerca de “los oficios” y “de la vejez”, que no han dejado de ser leídas y citadas. Hay asuntos que acompañan a los hombres en todos los tiempos. El amor y la muerte: dos temas que aparecen en los textos bíblicos, en los filósofos griegos, en los poetas latinos, siguen obsesionando a poetas, escritores y pensadores de la actualidad. El “Cantar de los cantares”, obra del rey Salomón escrita hace tres mil años, puede emocionar a hombres y mujeres de esta época irreverente. El interés por la vejez, la muerte, la enfermedad, el poder político, el amor en todas sus formas, no ha cesado jamás.

Las parejas jóvenes se toman de las manos y sienten el calor corporal que les une magnéticamente; ancianos jubilados que pasean por los parques públicos caminan abrazados para reforzar sus pasos vacilantes, para comprobar que no están solos en el mundo. También el calor de la circulación sanguínea les ayuda a seguir adelante. El contacto amoroso es un combustible que prolonga sus vidas. Las madres que cargan niños sobre sus hombros, al respirar el olor de los bebes, estimulan su propia respiración, aceleran la oxigenación de la sangre. Los críos pueden descansar confiados en los pechos confortables de las madres.

Del intercambio de las temperaturas depende la seguridad emocional de niños, jóvenes y ancianos. Las abuelas que tejen gorros para los nietos utilizan la lana para calentarse las manos, mientras sueñan con colocarlos sobre las cabezas queridas de los hijos de sus hijos. Es termodinámica del amor.

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