Terremotos

Terremotos

Se ha escrito y hablado mucho sobre los sismos. En 1946, cuando ocurrió el grado 8.1 en la escala Richter, Trujillo hizo venir a un sacerdote jesuita, reconocido como experto en ese tema, se difundió su diagnóstico: la causa del seísmo de ese año había sido el desprendimiento de una gran masa de roca en la llamada Fosa de Milwaukee. Puesto que en aquella ocasión se produjo un tsunami, hoy nos inclinaríamos por un levantamiento brusco de nuestra placa.

El estudio de los sismos ha avanzado considerablemente desde aquellos años, estados  de la Unión como California y países como Japón, México y Chile, donde abundan estos fenómenos, han dedicado enormes recursos y sus mejores mentes al estudio de ellos. Se han establecido códigos para el diseño estructural antisísmico, inventado técnicas de construcción para fundar los edificios adecuadamente, métodos de cálculo estructural que permiten simular la respuesta de un edificio a un determinado movimiento oscilatorio o análisis espectral, también se han propuesto métodos para reforzar edificios construidos antes de los nuevos códigos, ésos los he visto en California, Ciudad México y los he usado en Suiza. En consecuencia, si nuestras autoridades toman las decisiones correctas, encontrarán las herramientas necesarias para salvar muchas vidas cuando ocurriera un gran terremoto. No es preciso alarmar a la población, ni aturdirla, sino ocuparse de evaluar el problema y tomar medidas.

Hemos escrito que la corteza terrestre está formada por diferentes placas tectónicas, placas son superficies en las que su espesor es mucho menor que su ancho y largo; tectónicas, que están constituidas por roca. Las superficies de contacto entre las placas son las fallas. Lamentablemente, las placas no están inmóviles unas relativas a las otras, sino que se mueven y lo hacen de diferentes maneras. En ocasiones, una placa se desliza debajo de otra, a veces, una se desplaza a lo largo de la falla.

Las fallas son visibles por el ojo experto del técnico, hay algunas fallas que son tan grandes que la separación entre una placa tectónica y la vecina es de varios centímetros hasta, quizá, un metro o dos. Un ejemplo muy conocido y estudiado minuciosamente es la de San Andrés, en California, Estados Unidos de América, en algunas zonas de ésta la separación entre placas es impresionante.

Si las placas se desplazaran uniformemente unas con relación a otras, no ocurrirían los seísmos, sino microsismos que no sentiríamos, ni harían daños a las estructuras: edificios, puentes, líneas de gas, tuberías de agua, etc. Sin embargo, debido a que las rocas que constituyen las placas, no son lisas, ni uniformes en sus superficies superior e inferior, ni a lo largo de las fallas, el movimiento relativo gradual que pudiera ser, no lo es. Las placas quedan enganchadas en irregularidades, protuberancias de distintas rugosidades y gran consistencia, dureza. Sucede que las placas empujan pero no pueden moverse. En estas circunstancias, partes importantes de las placas se comprimen, similarmente a la compresión de dos enormes resortes. Los “resortes” tectónicos van acumulando fuerza y llega un momento que rompen, cizañan, las protuberancias y rugosidades, en ese momento, las placas se desplazan súbitamente unos centímetros liberando un monstruosa cantidad energía que se irradia en todas direcciones y desde luego hacia la superficie terrestre. Es la que sacude las estructuras. La energía irradiada depende del terremoto y la que llega a la superficie depende de la profundidad a la que tuvo lugar el súbito desplazamiento.

Sólo para fines de formarnos una idea anotamos que un seísmo escala 5.0 Richter equivale a 475 toneladas, Ton, de dinamita, TNT; si es de 6.0 serían 15,023 Ton: de 7.0 unas 475,063 ton de TNT: 8.0 en la escala llega a 15 millones de toneladas de TNT; 9.0, como el que ocurrió en Chile no hace mucho, alcanza 475 millones de toneladas de TNT, equivalente a unas 24 bombas atómicas de Hiroshima. De un grado a otro, 5 a 6, 6 a 7, etc., la energía aumenta unas 32 veces. Con razón un 4 o un 5, quizá no lo sentimos pero un 6 o mayor es muy difícil que se nos pase, puesto que de 4 a 6, la energía aumenta cerca de 1,000; de 6 a 8, también casi 1,000 veces; y, de 4 a 8, alrededor de 1,000,000 de veces. El reciente de Japón (8.9) está cerca de las 24 bombas atómicas.

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