UBI RIVAS
El Estado de Israel lidera a nivel planetario al auspicio del terrorismo como norma de Estado, algo que reitera, insiste, alardea cada día, contando con el apoyo irrestricto de Estados Unidos, hasta un día. Porque hasta un día es que son todas las cosas, comenzando por la vida de cada uno de nosotros. Un día, no dos, es que nacemos y otro día, no dos, es cuando morimos, todos, absolutamente todos.
El nacimiento del Estado de Israel se produjo por una coyuntura circunstancial, como es todo lo que nace, circunstancial, y es cuando luego de la II Guerra Mundial, Estados Unidos necesitaba de un aliado firme, exceptuando un país árabe, que ya lo tenía en el gran monarca Ibn Saud, que unificó el Hadjad (la península arábiga).
La poderosa comunidad judía residente en Estados Unidos impulsó la concepción del doctor Teodoro Herzl expuesta en el Primer Congreso Sionista de Basilea, Suiza, en 1897, de que el pueblo judío en diáspora (dispersión), requería de un hogar nacional.
Veinte años después, John James Balfour, ministro del Foreing Office del Reino Unido, en 1917, proclamó su famosa tesis, de que Su Majestad, el rey Jorge V, veía con simpatía la creación de un Estado Judío, sin especificar el lugar, como lo propio aconteciera con Herzl.
Esa declaración se produjo, fue el producto de la circunstancia en que el científico judío Chaim Weizman, facilitó al Reino Unido las claves químicas de algunas invenciones suyas, y en cambio, solicitó una proclama favorable al establecimiento de un hogar nacional judío, prueba de que Palestina estaba habitada casi en su totalidad por palestinos.
Esa totalidad de palestinos residiendo en Palestina, había que deshacerla, compelirla a emigrar por varias razones, compra vil de terrenos, una.
Acusaciones fundadas o inventadas de reales ó presuntos «terroristas», derruyen residencias árabes en Cirsjordania y la Franja de Gaza, territorios de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que asentará presumiblemente al Estado Palestino, conforme a los Acuerdos de Oslo, Noruega, 1993, y la Hoja de Ruta, cosecha del presidente George Bush jr. de 2000.
En mi entrega de HOY de día dos de septiembre último, expuse con exacta cronología, como el Estado de Israel ha sido auspiciador formidable del terrorismo de Estado y mucho antes de serlo, y como el primer ministro Menachen Begin (1977-1983), partido Likud, hoy en el poder, fue un consumado terrorista liderando el Irgún y como jefe del partido Herut que evolucionó al Likud.
Como ordenó la destrucción del reactor atómico de Osirak en 1981, en Iraq, cuando Israel tiene el suyo propio de Dimona, en el Neguev.
Reafirmando su irrenunciable vocación terrorista, el Estado de Israel prosigue erigiendo un infamante muro, como lo son todos, a contrapelo de las Naciones Unidas, de la Unión Europea, la Liga Arabe y la comunidad internacional, muro que será vulnerado algún día, como todo, como lo fue dos veces el templo de Salomón, la primera vez, en el año 586 AEC por Babilonia, y la segunda por las legiones romanas del emperador Tito, en el año 70 EC.
Reiterando esa vocación miserable que a la postre tendrá que pagar tan caro que probablemente se arrepentirá de ese proceder, el 14 de septiembre último, el premier israelí Ariel Sharón, célebre terrorista y genocida que comandó las masacres de Quibya en octubre 15-53 y los campos de refugiados de Sabra y Chatila el 12-09-82, prepotente y enfático, tranquilamente declaraba que expulsará de Ramala, al rais Yasser Arafat, «cuando le resulte cómodo». El terrorista más destacado del mundo pidió el 06-09-04, una «alianza contra el terror».
Calificó a los asesinados por él de los líderes de Hamas, Ahmed Yasin y Abdel Aziz Rantisi de «asesinos» y afirmó no considerar ninguna diferencia entre éstos y Arafat, y en esa orientación, no solamente que la paz no advendrá en Palestina, sino que la violencia por el terror inducido de Estado, aumentará.