Terrorismo, inseguridad y esperanza

Terrorismo, inseguridad y esperanza

La vieja lucha religiosa entre hindúes e islámicos paquistaníes, azuzada por la vieja metrópolis que logró dividir la India en dos repúblicas en el momento en que alcanzaba su independencia, parece recrudecerse, a juzgar por los últimos actos sangrientos acaecidos en el hotel Oberoi de la ciudad de Mumbai, capital del Estado de Maharashtra.

Las autoridades del gobierno de la India acusan a militantes del vecino Paquistán de ser los responsables de los ataques armados. Todo un continente continuamente golpeado por el hambre y las enfermedades tiene que agregar ahora otro ingrediente devastador: el renacimiento de la violencia hija del odioso fanatismo religioso.

Mientras estas trágicas noticias nos llegan desde el oriente, en occidente la potencia más grande del mundo se anuncia un aceleramiento en la tasa del desempleo para el año 2009 como parte de la hecatombe bancaria en que se encuentran sumidos Los Estados Unidos de  Norteamérica.  En una economía interdependiente y cada vez más globalizada, por razones de diversas índoles los dominicanos debemos estar pendientes y seguir con cuidado el curso de la crisis financiera norteamericana ya que gran parte del comercio y divisas de nuestro país provienen de esa nación.

En momentos de angustia internacional nadie puede auto-excluirse pensando que de esa manera la crisis no le va a afectar; semejante actitud sería parecida a la del individuo que, ante la llegada inminente de un ciclón, decide cerrar los ojos, cruzar los brazos y quedarse parado en medio de la vía a la espera de que pase la tormenta. Si las grandes potencias que son ricas en mecanismos amortiguadores para paliar su enfermedad se muestran preocupados, mayor razón debemos tener los pequeños para sentirnos seriamente amenazados.

Los robos, atracos, asaltos y muertes violentas que a diario se registran en distintas ciudades  dominicanas tienen que ser vistos como una señal de deterioro social, evidencia de que algo anda mal. No se trata de una entidad morbosa nueva, sino del recrudecimiento de una afección ancestral de la que todos hablamos, pero pocos trabajamos seriamente para arrancar sus raíces, me estoy refiriendo a la pobreza, con toda la gama de complicaciones que ella arrastra. Una de sus fatales consecuencias son los vicios en la juventud, incluido el abuso de drogas. A fin de conseguir dinero para comprar estupefacientes y estimulantes, un drogadicto arranca prendas, carteras, celulares y vehículos, llegando hasta el crimen si es necesario con tal de obtener su objetivo.

La tierra sigue girando, sus continentes, mares y océanos se agitan, en tanto que los pueblos luchan esperanzadoramente para ponerle fin a la guerra, al terrorismo, al hambre, al desempleo, a las enfermedades, a la falta de educación, a la inseguridad y al miedo.  Ha llegado el momento de crear un nuevo ejército de hombres y mujeres que estén convencidos de que un mundo mejor es posible, que no es ocasión para vacilaciones, y sí para enhestar la bandera con la consigna decembrina del cristiano: Que el amor, la paz y la prosperidad inunden por una eternidad los corazones de los seres de buena voluntad que habitan el planeta.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas