Terrorismo sigue a pesar de todo

Terrorismo sigue a pesar de todo

WASHINGTON,  (EFE).- A pesar de haber librado dos guerras y reestructurado en profundidad sus sistemas de seguridad, el Gobierno estadounidense insiste en que el terrorismo está lejos de ser erradicado, cuando se cumplen cuatro años de los atentados del 11-S.  El propio presidente George W. Bush, en medio de la devastación que sufren los tres estados del sur del país afectados por el paso del huracán Katrina, se ha encargado de recordarlo en vísperas del cuarto aniversario del 11-S.

“Seguimos siendo una nación en guerra. Para imponernos, debemos explicar nuestra política y nuestros valores de manera efectiva a la gente de todo el mundo”, dijo el presidente.

Por tanto, subrayó que, para vencer al terrorismo, no sólo “debemos atacar a los terroristas, sino también a sus puntos de vista” y ofrecer “una alternativa de esperanza mediante la diseminación de la libertad”.

Las palabras de Bush, que hasta ahora hubieran sido mayormente aceptadas sin grandes aspavientos por la población -antes de Katrina y a pesar de la creciente oposición a la guerra-, contrastan ahora con la opinión de la mayoría de los estadounidenses, según los sondeos.

Una encuesta del Centro de Investigaciones Pew señaló esta semana que, por primera vez, el 56 por ciento de los estadounidenses considera que “es más importante que el presidente se centre en la política nacional que en la guerra contra el terrorismo”.

Y es que, a pesar de la carga emocional que los atentados del 11-S representan para esta nación -y que sigue viva en lo que a su patriotismo se refiere- la realidad hace que el ciudadano de a pie se preocupe ya de otras cosas.

Con los precios del combustible por las nubes y la cantidad de miles de millones de dólares (se habla de unos 150.000) que habrá que destinar a la recuperación de Katrina, los ciudadanos creen que hay que pensarse las cosas dos veces.

De hecho, casi la mitad de los encuestado por Pew, el 46 por ciento, se manifiesta muy preocupado por la posibilidad de que la devastación de Katrina signifique el comienzo de una recesión económica en EEUU.

La Casa Blanca ya ha reconocido que Katrina tendrá un impacto negativo en el déficit presupuestario del año fiscal 2006.

En el mismo sentido se ha pronunciado ya la oficina económica del Congreso, que ha indicado que el huracán representará un recorte en el crecimiento económico de EEUU de hasta el 1 por ciento, así como unos 400.000 empleos menos.

En este contexto, en las últimas horas, la Casa Blanca ha comenzado a entretejer los hilos de Katrina con los del 11-S.

Bush asegura que la gente de EEUU ha respondido con el mismo entusiasmo ahora que tras los atentados del 11-S, y así como Nueva York se ha recuperado, los estados del sur también se levantarán y volverán a ser lo que eran.

Tras estas afirmaciones de Bush, los analistas ven un intento de renovar el espíritu de unidad y patriotismo que movió a EEUU tras el 11-S y de volver a asociar al presidente con su cara más popular: la del líder que responde al terrorismo y a los ataques con decisión y fortaleza.

Pero los resultados de las guerras emprendidas tras el 11-S en Afganistán e Irak, no convencen a los estadounidenses, quienes, según el último sondeo al respecto de la cadena ABC y el diario “The Washington Post”, desaprueban lo que Bush está haciendo en un 57 por ciento de los casos.

La misma encuesta afirma que el 44 por ciento de los entrevistados cree que las tropas deberían ser retiradas de Irak.

Desde la Casa Blanca y desde el Pentágono, la idea es otra. El propio secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, aseguró esta semana que EEUU puede con la guerra, con Katrina y con más.

“Déjenme ser claro: Tenemos las fuerzas, la capacidad y la intención de llevar a cabo la guerra contra el terror y responder, al mismo tiempo, a esta crisis humanitaria sin precedentes aquí en casa”, dijo Rumsfeld. Ocasiones para demostrarlo, no les van a faltar. EFE

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