Terrorismo y divisiones entre demócratas siguen reforzando a los republicanos

Terrorismo y divisiones entre demócratas siguen reforzando a los republicanos

POR EDWARD LUCE Y CAROLINE DANIEL
En Washington

Durante meses, las encuestas han indicado que los demócratas están en camino de recuperar al menos una y posiblemente ambas cámaras del Congreso en las elecciones de medio término en noviembre. Sin embargo, dos sucesos no relacionados -la derrota de Joe Lieberman por los demócratas de Connecticut por el respaldo del senador a la guerra en Irak, y las informaciones de Gran Bretaña de un supuesto plan terrorista en líneas aéreas- han reinstalado muelles en el paso de los republicanos.

Tanto George W. Bush como Dick Cheney aprovecharon de inmediato los sucesos desvinculados quizás en otras circunstancias para recordarle a la población estadounidense de sus dudas sobre la capacidad de los demócratas para parecer fuertes sobre el tema de la seguridad nacional. El señor Bush, cuya tasa de aprobación subió brevemente después de los arrestos realizados por el Reino Unido, intensificó inmediatamente su retórica de la “guerra contra el terrorismo” a la “guerra contra el fascismo islámico”. Mientras tanto, el señor Cheney, quien muy rara vez hace declaraciones públicas, acusó a los demócratas de ser “blandos con los tipos de al-Qaeda”. Su lógica es brutalmente eficaz. Sobre cada uno de los temas, incluyendo la economía, la guerra en Irak y la inmigración, los votantes confían en los demócratas más que en los republicanos, con frecuencia por márgenes muy amplios. Pero hay una excepción -”la guerra contra el terrorismo”- donde la tasa de aprobación de la administración continúa superando a la oposición.

“Las valoraciones sobre el manejo del terrorismo por el señor Bush son como la bolsa de valores”, dijo Strobe Talbott, jefe de Brookings Institution, un centro de análisis líder en Washington. “Si los titulares de ese día son sobre el terrorismo, digamos, los arrestos en Heathrow, sus acciones suben. Si no tocan ese tema, sus aciones caen. El resultado de noviembre depende en gran medida de lo que traten los titulares en octubre”.

Los republicanos admiten que su mayor esperanza para retener el control de la legislatura en noviembre -y por eso, desviar lo que pudiera resultar una furiosa reacción contra la administración Bush de un Congreso controlado por los demócratas- es asegurar que el público esté pensando en el terrorismo. “Se trata del papel de Estados Unidos en el mundo y cómo peleamos y ganamos”, dijo un alto funcionario de la administración Bush.

Muchos demócratas creen que la mejor respuesta de campaña es concentrarse en la criticada presencia de tropas norteamericanas en Irak, lo que sigue yendo de mal en peor. Sin embargo, el partido sigue dividido con algunos, incluyendo Hillary Clinton, quien se postula para la reelección como senadora de Nueva York, que alegan que sería una irresponsabilidad que EEUU “cerrara y saliera corriendo”.

Otros, como John Kerry, el candidato presidencial perdedor dicen que EEUU tiene que establecer un cronograma riguroso para completar la retirada de los 132,000 soldados desplegados en Irak, al margen de si eso desataría o no una guerra civil en escala total.. Otros más, como Jo Biden, senador demócrata y aspirante presidencial en el 2008, dice que Irak debería dividirse al estilo de los Balcanes.

Finalmente, los “netroots” demócratas -los “bloggers” liberales cuyo héroe es Ned Lamont, el hombre que derrotó al señor Lieberman la semana pasada- exigen una retirada completa e inmediata. El resultado neto es la confusión del público. “Es imposible que la población tenga dos pensamientos contradictorios a la vez; que el señor Bush cometió un error enorme al irse a la guerra en Irak, pero que los demócratas no son confiables para manejar el problema con responsabilidad”, admitió un importante miembro del Partido Demócrata.

Debido a sus caldeadas divisiones, a los demócratas les está resultando frustrantemente difícil explotar una guerra impopular de un presidente impopular hasta el extremo que muchos creen deberían hacerlo. “No es suficiente decir que la guerra en Irak disgusta””, dijo Michael Gerson, el principal redactor de los discursos de Bush hasta mayo. “El pueblo  también quiere saber qué haría los demócratas al respecto”.

Los demócratas también han sido reacios a cuestionar el manejo por parte del señor Bush de la ofensiva militar de Israel en el Líbano, con casi todas las críticas de la administración provenientes de republicanos moderados. En julio, una abrumadora mayoría demócrata en la Cámara de Representantes respaldo una resolución que apoyaba la respuesta militar de Israel a las incursiones a través de la frontera por parte de Jizbolá. Solo ocho de los 418 votos emitidos se opusieron a la resolución, no todos ellos demócratas.

Todo esto son buenas noticias para un presidente que por cualquier patrón normal que se le mida continúa siendo profundamente impopular, aún hasta el punto de ser echado a un lado por los candidatos republicanos en campaña. Sin haberlo siquiera declarado abiertamente, altos funcionarios del señor Bush admiten que los ataques del 11 de septiembre siguen sosteniendo a su líder, cuando se acerca el quinto aniversario.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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