TESTIMONIO
Relato de un asalto

<STRONG>TESTIMONIO<BR>Relato de un asalto</STRONG>

Mi nieta Judy Tyson, su esposo Lance Tyson y su bebé Isabelle están de visita en República Dominicana. Es su segundo viaje al país después que ella se casó con Lance, quien es oriundo de Loussiana. Ellos sirven al Señor.

El pasado viernes en la tarde, el esposo de Judy, quien diseñó un itinerario que incluía conocer los sitios históricos, decidió conocer el Faro a Colón. Yo, quien por razones de «senectud», no me sentí animado a acompañarlos, porque eso implica caminar más de lo que mi cuerpo soportaría con éxito, les advertí que tuvieran mucha cautela, pues según leí en la prensa, dos días antes, en los alrededores del faro existía un ambiente de delincuencia y asaltos a turistas. Ellos se fueron, no sin antes dejarme muy preocupado.

En efecto, a eso de las 6 de la tarde recibo una llamada de Judy, informándome con voz entrecortada y llorosa, que fueron asaltados por tres mozalbetes armados de cuchillos. Judy, quien está en avanzado estado de gestación, en el asalto, rodó por el suelo en forma aparatosa y peligrosa para la criatura que llevaba en su seno.

No le valió pedir auxilio, no apareció un agente del orden para auxiliarlos. Por lo que considero un «milagro de Dios», no lograron quitarle más que la cámara, porque no les dio tiempo de tomar carteras, celulares, entre otros objetos. 

No obstante, Judy sufrió algunas laceraciones y heridas menores. Al llegar a casa, la llevé a emergencias de la Clínica Gómez Patiño. La examinaron cuidadosamente, incluyendo sonografía, que determinó, gracias al Señor, que la criatura no fue afectada con la caída de Judy.

Informo esto para alertar  lo que está pasando en los contornos del Faro, a fin de que las autoridades, que saben del asunto, pongan una vigilancia continua en el sector.

Me informó Judy, que había militares no muy lejos de ahí, pero estos «no se dieron por enterados». La impresión que da es que existe «cierta» complicidad, porque no se explica cómo ocurren estas cosas en las mismas narices de las fuerzas del orden.

 

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