Testimonios: desafíos psicológicos de los que son aislados por coronavirus

Testimonios: desafíos psicológicos de los que son aislados por coronavirus

De izquierda a derecha, periodistas Ariel Manzanillo y Estarling Taveras, y editor de videos Lenín Linares. Fuente externa.

El COVID-19 causa la muerte de miles de personas alrededor del mundo, entre aquellos que experimentan la forma crónica de la enfermedad y sufren síntomas graves. Pero la mayoría de los afectados del coronavirus desarrollan síntomas leves o ninguno en absoluto, teniendo que permanecer aislados para evitar la propagación del virus.

Esta cuarentena los somete a un estado de soledad y ansiedad que puede resultar más difícil que la enfermedad misma.

Imagínate permanecer aislado en tu habitación 24 horas, saliendo solo al baño, sin  poder interactuar con familia o amigos. Estarling Taveras, periodista de Telenoticias, cuenta que fue difícil estar en su propia casa por 27 días y no poder abrazar a su hijo.

La ansiedad que provoca la soledad se incrementaba con el bombardeo de información y la incertidumbre acerca de la evolución de la enfermedad en el organismo. Cuando fue diagnosticado con COVID-19 apenas teníamos unos 100 casos en el país y todavía no había referencia de ningún recuperado. Para entonces, en República Dominicana morían 6 de cada 100 contagiados; en el boletín de Salud Pública número 103 de este viernes la tasa de letalidad ha bajado hasta el 2.20%.

“Nadie se quiere acercar a ti, te sientes rechazado por amigos, vecinos y familia”, confiesa Juan María Ramírez, periodista del periódico Hoy, quien dio positivo junto a su esposa a pruebas PCR.

También sufrió alrededor de 10 días de unos dolores de cuerpo y tos constante, que le tumbaban en cama todo el día.

Ante los síntomas que sentía, Ramírez fue a una clínica privada donde le hicieron pruebas de glicemia, presión arterial, entre otras. Quería hacerse la prueba del COVID-19, pero los médicos no se la indicaban.

Tuvo que ir al Hospital Moscoso Puello, y allí dio negativo a una prueba rápida. A él y a su esposa le tomaron muestras para llevarlas al Laboratorio Nacional y hacerles la prueba PCR, y los dejaron ir a su casa en lo que llegaban los resultados. Once días más tarde llevando una vida social normal, se enteraron de que ambos estaban contagiados. Se aislaron en casa, pero ya los síntomas habían pasado.

Cuatro pruebas PCR después, por fin consiguió librarse de la enfermedad y retomar su vida.

Para Ariel Manzanillo, periodista diagnosticado con coronavirus, lo más amargo fue estar aislado en una habitación. Asiente en que los síntomas, aunque leves, también fueron molestos.

Lenin Linares es un editor de video a quien el COVID-19 le produjo pérdida del olfato y dolores de cabeza ocasionales como únicos síntomas.  Coincide en que la parte más difícil es el encierro. Para lidiar con la ansiedad usa su teléfono celular y computadora.

Obtuvo el diagnóstico confirmatorio el día 8 de junio y hoy espera que el Laboratorio Referencia vaya a su casa a tomar la prueba de saliva para saber si lo colocan en la lista de recuperados.

Aunque parezca increíble, permanecer encerrado, hasta por varios meses, y el rechazo social es más doloroso que los propios síntomas del coronavirus para muchos que lo sufrieron y se recuperaron.

Imagínate permanecer aislado en tu habitación 24 horas, saliendo solo al baño, sin  poder interactuar con familia o amigos. Estarlin Taveras, periodista de Telenoticias, cuenta que fue difícil estar en su propia casa por 27 días y no poder abrazar a su hijo.

La ansiedad que provoca la soledad se incrementaba con el bombardeo de información y la incertidumbre acerca de la evolución de la enfermedad en el organismo. Cuando fue diagnosticado con COVID-19 apenas teníamos unos 100 casos en el país y todavía no había referencia de ningún recuperado. Para entonces, en República Dominicana morían 6 de cada 100 contagiados; en el boletín de Salud Pública número 103 de este viernes la tasa de letalidad ha bajado hasta el 2.20%.

“Nadie se quiere acercar a ti, te sientes rechazado por amigos, vecinos y familia”, confiesa Juan María Ramírez, periodista del periódico Hoy, quien dio positivo junto a su esposa a pruebas PCR.

También sufrió alrededor de 10 días de unos dolores de cuerpo y tos constante, que le tumbaban en cama todo el día.

Ante los síntomas que sentía, Ramírez fue a una clínica privada donde le hicieron pruebas de glicemia, presión arterial, entre otras. Quería hacerse la prueba del COVID-19, pero los médicos no se la indicaban.

Tuvo que ir al Hospital Moscoso Puello, y allí dio negativo a una prueba rápida. A él y a su esposa le tomaron muestras para llevarlas al Laboratorio Nacional y hacerles la prueba PCR, y los dejaron ir a su casa en lo que llegaban los resultados. Once días más tarde llevando una vida social normal, se enteraron de que ambos estaban contagiados. Se aislaron en casa, pero ya los síntomas habían pasado.

Cuatro pruebas PCR después, por fin consiguió librarse de la enfermedad y retomar su vida.

Para Ariel Manzanillo, periodista diagnosticado con coronavirus, lo más amargo fue estar aislado en una habitación. Asiente en que los síntomas, aunque leves, también fueron molestos.

Lenin Linares es un editor de video a quien el COVID-19 le produjo pérdida del olfato y dolores de cabeza ocasionales como únicos síntomas.  Coincide en que la parte más difícil es el encierro. Para lidiar con la ansiedad usa su teléfono celular y computadora.

Obtuvo el diagnóstico confirmatorio el día 8 de junio y hoy espera que el Laboratorio Referencia vaya a su casa a tomar la prueba de saliva para saber si lo colocan en la lista de recuperados.

Todos los casos anteriores corresponden a la forma leve en que afecta el coronavirus en personas jóvenes y de bajo riesgo. Por supuesto que, en los casos graves y con personas envejecientes y de alto riesgo, se sufren síntomas severos que muchas veces terminan con la vida de la persona.

Todos los casos anteriores corresponden a la forma leve en que afecta el coronavirus en personas jóvenes y de bajo riesgo. Por supuesto que, en los casos graves y con personas envejecientes y de alto riesgo, se sufren síntomas severos que muchas veces terminan con la vida de la persona.

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