¡Textos e imágenes al ajillo!

¡Textos e imágenes al ajillo!

La historia del arte dominicano contemporáneo sólo podría suscribirse y renovarse desde la actitud crítica y apasionada que exigen sus estremecedores ramalazos. He aquí un ejemplo aleccionador. Durante las últimas cuatro décadas, algunas personalidades emblemáticas de la llamada “Generación de los 70”, tales como Vicente Pimentel (París), José Rincón Mora (Múnich), Freddy Rodríguez (Nueva York), Alonso Cuevas y Manuel Montilla (Madrid) se reafirman a través de una práctica creativa altamente especializada que persiste y resiste sobre la constante lúdica de la fuga, la dolorosa apostasía y las aflicciones del desarraigo.

En el caso específico de Vicente Pimentel (1947), basado en París desde 1976, la lección de su prolongada ausencia es todavía más punzante desde el Caribe si atendemos a su condición de nuevo vidente, poderoso taumaturgo de las texturas de la materia y auténtico “guerrero de la luz”. Entonces, atendiendo al alto grado de lucidez y eticidad con que Pimentel asume tal condición, suscribo sin aspavientos su inclusión entre los diez pintores esencialmente abstractos -vivos y activos- más originales e importantes de la actualidad a nivel global.

Desde luego, mi “top ten” de los abstractos esenciales contemporáneos estaría encabezado por celebridades como el francés Pierre Soulages (1919), los españoles Miquel Barceló (1957) y Luis Gordillo (1934), el alemán Gerhard Richter (1932), el estadounidense Frank Stella (1936), el danés Per Kirkeby (1938), el peruano Fernando de Szyszlo (1925) y el canadiense Karin Davie (1965). Además, el atrevimiento se sostiene si atendemos a los niveles de acogida y respeto que obtiene la obra de Vicente Pimentel durante las últimas tres décadas en prestigiosos museos, galerías e instituciones culturales de Europa, Japón y los Estados Unidos.

La absurda e inquietante ausencia de Vicente Pimentel nos parte el corazón. Pero su radical desarraigo y la misma dificultad para acceder a su «bunker» parisino de “Le Frigo” agudizan la nostalgia por su carismática presencia en Santo Domingo. Sin embargo, en ocasiones, alguna buena nueva nos llega a través de algunos amigos que tienen el privilegio de hablarle por teléfono o visitarle en su taller. Este es el caso del reconocido empresario Andrés Van Der Horst, pasado director ejecutivo del Departamento Aeroportuario y presidente de Producciones Apolo, con quien mantiene una estrecha amistad desde hace más de cuarenta años.

Precisamente, en esta ocasión y gracias a la gentileza de don Andrés Van Der Horst, podemos registrar uno de los más importantes proyectos artísticos recientes de Vicente Pimentel en París. Se trata de su destacada participación como fotógrafo-ilustrador del libro titulado “Aie! Aie! Aie! Mémoire d’un Caïeu Auvergnat”, traducido libremente como “Memorias de un bulbo de Auvernia”, publicado en francés por Ediciones Créer (2011) y escrito por la historiadora del arte Luce Lanfranchi-Rodier (1938), secretaria general honoraria de la Escuela del Louvre y exencargada de misión en el Ministerio de Cultura de Francia.

En el 2011, esta excepcional obra literaria y artística fue premiada en la categoría “Tema Único” (Cocina Regional) de la XV Edición del Gran Premio de la Gastronomía Francesa o “Gourmand Awards/France 2011”. Pero, ¡mucho cuidado! Definitivamente, este no es un libro de cocina tradicional. Se trata más bien de una auténtica joya literaria que en su primera parte, titulada “El vivido de mis abuelos”, ocupa un poco más de la mitad de la obra. En su introducción, la autora anuncia unas fabulosas memorias de un “caïeu” (palabra del francés antiguo que designa el bulbo o “diente de ajo” y las cuales ella va tejiendo con exquisita fluidez escritural.

Así, en cada página del relato, advertimos la riqueza del vocabulario, el gran sentido del humor y la fina sensibilidad poética de Luce Lanfranchi-Rodier, así como los inteligentes juegos de palabras (algunas de su propia invención) y con las cuales siempre nos habla de su «caïeu» como personaje histórico enigmático y héroe omnipresente de la fría y solitaria región de Auvernia, así como de la más antigua gastronomía del mundo. “Aie! Aie! Aie!” es frase onomatopéyica de sorpresa, alegría y satisfacción. En su fonética es homónima de “ail” (ajo), especia y condimento que se torna determinante en la historia de la alimentación humana, tanto así que la escritora reseña algunas recetas de hasta cinco mil años de antigüedad.

Al comentar esta admirable y valiosa publicación con mi amiga y asociada Joceline Remer, francesa practicante del arte de la danza y amante de la buena comida, resalta ella el refinamiento en la escritura de Luce Lanfranchi-Rodier, así como la sincronía entre los textos de la historiadora y las imágenes fotográficas de Vicente Pimentel. “La sutileza se aprecia en la escritura y en las fotografías. Estas dos personas han combinado sus talentos para mirar y recorrer la historia del mundo, la historia del hombre y la historia del arte a través del ajo. La historia del ajo comienza en China, pasa por Mesopotamia y Egipto hasta llegar a Francia. Así que este libro es un gran paseo a través de la historia del arte culinario. Ellos también convierten el ajo en personaje central de sus creaciones”…

Remer agrega que en este libro “El ajo aparece como un personaje ligero, contrario a la pesadez que generalmente se le atribuye por su olor peculiar. Incluso, en algunas culturas el ajo es motivo de superstición y en otras se utiliza para alejar los malos espíritus. En Inglaterra, durante mucho tiempo no querían utilizarlo en su cocina…Pero, más que la historia del mundo, es la historia de Francia. Es un paseo de la autora y sus lectores por la historia de la cultura occidental. Es también una motivación a los cocineros contemporáneos para la renovación de sus recetas con el conocimiento de las recetas antiguas”…

Con 95 páginas, ilustrado con más de 60 fotografías a “full color”, tapa blanda y medidas de 9,4” x 7,1” x 0,4”, “Aie! Aie! Aie! Mémoire d’un Caïeu Auvergnat”, tampoco es precisamente un libro de bolsillo. Lo que sí es un libro que combina el sentido del humor y la sabiduría para mayor deleite de los sibaritas y amantes del arte culinario. Un libro poético, enigmático, divertido y sabroso en su lectura. Una obra literaria de intensa profundidad.

Un auténtico festín de palabras e imágenes al ajillo. Un libro que se nos revela fascinante por la notable erudición y extraordinaria creatividad de sus autores. Un libro sumamente rico en sus referencias a los mitos, la magia, la alquimia, las creencias populares, la historia del arte y la cultura. Un libro redactado con pasión y delicadeza en su estructura estilística. En fin, un libro hermoso, atractivo y definitivamente tentador… Y Joceline observa que en las fotos de Vicente Pimentel, “la flor del ajo se transforma en orquídea”…

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