Textos frívolos en la narrativa dominicana (3 de 3)

Textos frívolos en la narrativa dominicana (3 de 3)

DIÓGENES CÉSPEDES
“No sé cuánto tiempo podremos llevar esta extraña relación. Yo pienso que lo que nos une es ese sabor a lo prohibido, ese gusanillo que se retuerce y en las noches despierta nuestro deseo, Pero no es tan solo eso.  Por lo general, en las mañanas, cada vez que despierto y siento su cuerpo como carretera transitada, reflexiono apesadumbrada en la cotidianidad que me embarga, en esa costumbre que me lleva como goleta rota por inexplicables laberintos de mares, dragones y fantasmas.”

La narradora no es brújula, sino veleta. El cansancio no es de la vida, sino de su propia vida. En la ficción que analizo, no se sabe cuándo terminará esa relación, porque el texto no lo dice. Pero es seguro que como este cuento se dirige a lectores y lectoras virtuales, desconocidos por el yo biográfico de la escritora y por el yo de la narración, la escritura transfiere a tales receptores la subjetividad de la narradora, acaso como experiencia por si alguno se encuentra en ese tipo de relación pueda transformarlo. Lo prohibido no puede ser llevado al grado de obsesión o patología. Este no es el caso de la narradora, pero está atrapada en la trampa de la incapacidad de dar amor y toda la ideología del sujeto light dirige y orienta su vida, y conforme a esas creencias actúa. Dos vidas sin proyecto y sin valores. Una visión del amor homosexual que no se trasciende a sí misma ni al lesbianismo que practica.

Dentro del mundo de la literatura light, Rosa Silverio ha ensanchado un campo ideológico que comenzó, no se olvide, con la pionera, Hilma Contreras, en “La espera”.

La noveleta La estrategia de Chochueca, de Rita Indiana Hernández (sin indicación de imprenta, pero aparecida a principio de los 2000), relanzó, al igual que sus cuentos, la narrativa light en la literatura dominicana, a pesar de que su sintaxis deja mucho que desear, pero con en el relativismo que se vive hoy sus fanáticos dirán que lo hizo a propósito, a fin de ir en contra de las normas gramaticales. Los relatos a que aludo están en su libro Rumiantes, de 1998, y su cuento aparecido en la antología Líneas aéreas, publicada en Madrid en 1999.

En “La estrategia de Chochueca”, desde la primera línea hasta la última, la narradora y protagonista guía al lector por el mundo frívolo de un amplio sector de la juventud dominicana que participa de la tetralogía nihilista a través de las fiestas, la droga, las orgías, la promiscuidad sexual, la homosexualidad y el bisexualismo, el alcohol, la indiferencia por los valores, la política, la vida y la burla por el sufrimiento humano, así como la exposición del cinismo frente a los temas serios.

Otros textos de autoras dominicanas que abordan temas ajenos a la relación amorosa entre lesbianas son, en mi opinión, deudores de la literatura light, en razón de su relación establecida con los contravalores de la tetralogía nihilista, a saber: hedonismo-consumismo-permisividad- relatividad, todos, según Rojas, “enhebrados por el materialismo.”

Por ejemplo, el cuento “Final final”, de Rosa Julia Vargas, en la antología ya citada de Máximo Vega, es un eco debilitado de otro texto ya hecho por Marcio Veloz Maggiolo titulado “La fértil agonía del amor”, pero sin la expresión pintoresca del órgano sexual de la anciana.

También participa plenamente de la ideología de la literatura frívola el cuento “Bachata”1, de Aurora Arias, publicado en la revista Caudal, julio-septiembre de 2005, Santo Domingo, p.32-38, así como otro cuento titulado “Poco loco”,, incluido en “Señales de voces”, p. 123-128. Pero la mayoría de los relatos light de Arias están en su libro “Invi’s Paradise y otros relatos” (Editora Búho, 1998), excepto “Calle Caribe” y “Macuteo”, aunque “Cartas a Paco” y “Oh, Bavaria”, ¿por Baviera?, reproducen la transición o hiato de la revolución de abril del 65 hasta la preparación para la fuga a Nueva York y antes de esa fuga es el desenfreno, el destape, es decir, romo y mujeres, el inicio del olvido de lo político y el comienzo de la vida vacía sin compromiso y sin ideales. No pude encontrar el libro de Arias “Fin de mundo y otros relatos”, publicado en 2000, a fin de ver si hay continuidad de una obra a otra.

Existe otra categoría de textos que no participan completamente de la tetralogía nihilista, sino que rozan un aspecto de ésta. Por ejemplo, el hedonismo en el tema del amor es tratado como diversión, pasarlo bien (el rato, el momento) cueste lo que cueste y pasando bien por encima de quien sea o, a veces, la idea y la práctica de la relación sexual es la del amor sin compromiso, visto como una mercancía que le sale gratis a los personajes, como si no tuviera un alto precio y un elevado compromiso. Muchos textos de Ligia Minaya participan de esta ideología, por ejemplo, el cuento “Olor a santidad”, en “Señales de voces” (Editora Norma, 2005, p. 123) y los textos de su libro “Callejón de las flores” (Ediciones Librería La Trinitaria, 1999), especialmente “El discreto encanto de una aventura”.

(p.75-77). Nóteses el ideograma kitch del título, el cual remite a la película de Buñuel.

Finalmente, examiné casi todos los libros de cuentos y algunos sueltos publicados en revistas por cuentistas dominicanos surgidos entre 1991 y 2001, espacio en el que nace la posibilidad de una reorientación de la narrativa light, producto del descontento y la caída de los valores del mundo bipolar a partir de 1989. En ninguno de esos textos escritos por hombres que reivindican su condición de cuentistas, encontré obra alguna que respondiera a la tetralogía nihilista que caracteriza la literatura light.

Como la búsqueda no es nunca exhaustiva, puedo haberme equivocado y estaría gustoso si alguien me enmendara la plana. Hay sí atisbos en Manuel García Cartagena y su libro

“Historias que no cuentan” (Librería La Trinitaria, 2003), especialmente su texto “Para otra ocasión” (p. 47-57), el cual trata de la relación lesbiana entre las protagonistas de la acción. Después de “La espera”, lo demás es variación.

También algunos textos de Fernando Valerio Holguín (“Memorias del último cielo” (San Juan de Puerto Rico: Isla Negra Editores, 2002) y “Café Insomnia” (Ediciones Librería La Trinitaria, 2002) rozan elementos de los rasgos de la tetralogía nihilista, sobre todo por el lado de la sensible teoría y práctica del amor hedonista.

Para los jóvenes de la generación X, nacida sin compromisos fuertes con la vida centrada en valores, sean intelectuales o no, el amor es el revelador político por excelencia.

Por donde también se revela un pensamiento o una ausencia de teoría del lenguaje.

Ahora bien, me ha sido difícil, para el mismo período, encontrar poemas light en razón de que la escritura de este género recae en la enunciación de la extrema subjetividad de un yo, y en cambio, en la narrativa, el sujeto que organiza el texto está obligado a multiplicar los personajes, cada uno con su vida, y por eso dice Meschonnic que la historia hala el cuento y la novela hacia el pasado, mientras que el poema apunta siempre al tiempo presente.

Pero quizá la veta por donde mana lo light en la poesía dominicana esté en el tratamiento cínico de los discursos ideológicos que centran la vida y la historia de los sujetos en valores y en una ética política irrenunciable.

La reproducción de posiciones ya tomadas por un segmento discursivo de Nietzsche, Borges o Ciorán sobre el carácter pesimista de la condición humana quizá sea el punto por donde los poemas dominicanos estén trabando su mediación con la cultura light. Esto amerita una investigación detallada.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas