Textos light o frívolos en la narrativa dominicana

Textos light o frívolos en la narrativa dominicana

DIÓGENES CÉSPEDES
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Aunque Abigaíl Mejía (1895-1941) es, a la vez, la introductora y la crítica de la literatura frívola en nuestro país, dudo mucho que las generaciones de escritores y escritoras de los 80 hasta hoy la conozcan o la hayan estudiado detenidamente.

Su libro de 1922 “Por entre frivolidades”, publicado en 1995 por la Secretaría de Estado de Educación de la República Dominicana, es un popurrí que incluye ensayos, teatro, y cuentos. También incluyen los dos volúmenes de sus obras selectas, la novela emblemática “Sueña Pilarín”, sobre la cual habría que volcarse a fin de ver la deuda con otra escritora, si no light, al menos armadora de temas melosos e intrascendentes, muy criticados por Salomé Ureña: me refiero a Amelia Francasci, seudónimo de Amelia Francisca Marchena de Leyba (1850-1841).

Hay que reafirmar siempre que Abigaíl tiene, como sujeto, la virtud de criticar la vida decadente de la belle époque y el intervencionismo norteamericano de 1916-24, pero a lu vez su hispanofilia sin reservas es una capucha que le impide ver el etnocentrismo español y excusar su genocidio en América en nombre de la civilización y el progreso. Esto tenía un poco de oportunismo, pues en ella, como en los demás intelectuales de esa época, no se podía ofender o criticar a España, ya que era una aliada de los dominicanos en contra de la intervención norteamericana. En las secciones en que se divide “Por entre frivolidades” -De mi tierra, Hispanófilas, Cuentos psíquicos, Alma femenina y Las costumbres- se haya ese vaivén que va de la crítica a la guerra, al intervencionismo militar y a la vida sin valores hasta recalar en la reafirmación de la ideología mundana de las frivolidades, como en la pequeña pieza teatral “Día de recibo” y otros textos de ficción cortados por la misma tijera.

Por supuesto, la narrativa actual es de época y guarda muy poca relación con el mundo anterior, el de Abigaíl Mejía hasta el que se derrumbó a partir de 1989. La caída de los valores y de la vida centrada en ideales y en principios pasa por un mal momento. Estamos en presencia de generaciones distintas. En la historia y la cultura de los Estados Unidos se denomina generación X a los sujetos norteamericanos nacidos entre 1965 y 1997. Esta generación asumió los contravalores del hombre y la mujer light y su tetralogía nihilista: hedonismo-relativismo-permisividad- consumismo-materialismo. La generación anterior se conoce con el nombre de baby-boomers y sus miembros nacieron entre 1946 y 1964 y asumieron fuertes compromisos políticos e ideológicos con su país. Utilizo esta denominación de generación X para el análisis del sujeto light dominicano porque yendo de lo general a lo particular los contravalores del capitalismo son los mismos a escala planetaria.

¿Cuál es la situación de nuestra narrativa light hoy? Primeramente examinaré un texto que me ha parecido modélico de este tipo de escritura y en segundo lugar haré, para efecto de la demostración analítica, breves escorzos en algunas obras escritas por sujetos femeninos para pasar luego a examinar, si hay lugar, algunas obras escritas por sujetos masculinos con el fin de observar cómo el ritmo- sentido trabaja las modalidades virtuales de la política y las ideologías como trasformación de lo social y lo literario o sin que se quedan en simples mimesis. Incluido en la “Antología del cuento contemporáneo de Santiago”, de la autoría de Máximo Vega. Santo Domingo: Ediciones Ferilibro, 2005, p. 30-34. Esta antología tiene el triple mérito de incluir : a) un cuento con la frase “desde que andé mis primeros pasos mi vida ha trillado por ese camino” (“Chanzas”, de Pedro Pablo Marte (p. 75), quizá porque ganó un premio en el concurso de Radio Santa María y el antólogo no tuvo necesidad de volver a leerlo, b) una justificación de por qué el antólogo se incluyó en su antología, asumiendo el papel de juez y parte, y c) dos cuentos, “Mi amante, que analizo aquí y “Final final, de Rosa Julia Vargas, con los antecedentes temáticos de “La espera” y “La fértil agonía del amor”, de Hilma Contreras y Marcio Veloz Maggiolo.

Ese primer texto es el cuento “Mi amante”, de la joven escritora Rosa Silverio. Para mayor comodidad, lo he dividido en 14 fragmentos, los cuales corresponden, numerados, a los párrafos tipográficos del texto. Para nuestro propósito solamente analizaré tres fragmentos que son claves: el 1, el 12 y el 14. El que sigue es el fragmento 1:

“Hoy llamó mi amante. Me dijo que me extraña, que me necesita y quiere verme. Yo escuché igual que siempre, sin hablar, sólo emitiendo una forzada carcajada apenas perceptible por el auricular. Hoy vendrá a visitarme. Vendrá arrastrando su cuerpo, con algo lujurioso en la mirada, y querrá acariciarme. Al principio rechazaré su embestida, pero luego, entrada la noche, cuando su cuerpo se adhiera al mío y sus dedos me recorran como arañas, no tendré fuerzas para luchar. Me habré dejado dominar por su lengua de serpiente, y el deseo subyugará mi carne caliente y húmeda.”

El primer código al que recurre el texto es el literario. Los dos personajes -el yo narrador y su amante- están en acción. El lector es virtual y a él se dirige el yo que cuenta la experiencia. En términos literarios, el sentido anticipa un desenlace sin sorpresa. Es decir, lo que Juan Bosch denomina final natural. Casi hasta el final, el texto mantendrá como sorpresa el género del amante, gracias a un juego literario con el pronombre “le”, que tanto se aviene al femenino como al masculino o a veces en virtud de la ambigüedad del contexto. Hay ya implícita una concepción del amor en el texto. ¿Cuál? La instrumental, puesto que a la llamada telefónica, el narrador-personaje responde a su amante con el silencio y una carcajada casi imperceptible, sinónimo de burla. El hecho de tener su amante implica, para el narrador-personaje, la posesión de un amor verdadero en otro escenario. De ahí que ese tipo de amor como manipulación para el disfrute o el goce momentáneo o relación sexual sin amor. La de estos dos personajes es lo que se denomina unión sentimental sin amor para el disfrute pasajero, sin compromiso. Rojas define el amor como “un sentimiento de aprobación y afirmación del otro, por el que nuestra vida tiene un nuevo sentido de búsqueda y deseo de estar junto a la otra persona.”

Y, naturalmente, esta definición del amor es lo opuesto a lo que tiene en mente el personaje narrador cuyo rasgo sicológico en este aspecto es el de una mujer light.

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