THE NEW YORK TIMES
El argumento en favor de un Papa de Africa

THE NEW YORK TIMES <BR>El argumento en favor de un Papa de Africa

POR LYDIA POLGREEN
DAKAR, Senegal.-
La semana pasada, un cardenal orginario de Nigeria, Francis Arinze, superaba a un italiano, Dionigi Tettamanzi, en Paddypower.com, un sito de Web irlandés que está recibiendo apuestas sobre quién será el próximo papa, con posibilidades de 11-4 para el nigeriano y de 7-2 para el italiano.

Aunque los apostadores irlandeses quizá no sean la mejor guía sobre las intenciones de los 117 cardenales católicos romando que iniciarán la antigua, mística y extremadamente secreta tarea de elegir al próximo papa el 18 de abril, quizá indiquen algo.

Mucho se ha dicho del hecho de que dos tercios de los católicos viven ahora en el hemisferio sur, y el bastión tradicional de la Iglesia en Europa, que ha producido más de un milenio de papas, está languideciendo a un ritmo alarmante. Estas tendencias han llevado a muchos a concluir que el próximo papa probablemente provendrá del mundo en desarrollo, más probablemente de Latinoamérica; como si el papado fuera un cacicazgo tribal que naturalmente cambiara al clan con predominio.

Pero esa visión marcadamente seglar pasa por alto un argumento espiritual más profundo de por qué el siguiente papa podría, y quizá debería, surgir de Africa. En algunas formas fundamentales, el espíritu de la Iglesia Católica Romana está más cerca del tipo de catolicismo que el Papa Juan Pablo II trabajó para engendrar en todo el planeta.

El propio Arinze no parece tener probabilidades de ascender al papado, no obstante las apuestas. Sin embargo, tampoco las tenía Karol Wojtyla, y así como un polaco es considerado por muchos haber sido el hombre correcto para dirigir a la Iglesia a través de las espesuras del final del siglo XX, quizá un hijo de Africa sea visto como el hombre correcto para enfrentar los desafíos espirituales de este milenio.

«El origen geográfico es importante en el sentido en que fue importante la última vez», dijo George Weigel, miembro del Centro para la Etica y la Política Pública y teólogo católico. «Una de las razones por las cuales Karol Wojtyla fue el hombre que fue es que era producto de una cultura católica intacta e intensa. Lo primero que los cardenales buscan y se preguntan sobre cualquier posible candidato es: »¿Este es un hombre de Dios?» la intensidad y resonancia de la vida católica al sur del ecuador sugiere por analogía que es probable que produzaca, si no ahora, entonces ciertamente en el siglo XXI, un sucesor de Pedro».

Pocas generalizaciones sobre un lugar tan vasto y diverso como Africa pudieran sostenerse como ciertas, pero es justo decir que es un continente de profunda religiosidad. El agnosticismo y el ateísmo virtualmente se desconocen aquí. La modernidad y la posmodernidad, con su materialismo, nihilismo y escepticismo, aún no han encontrado apoyo. Africa es, hasta la médula, un continente de creyentes cuyos 900 millones de almas están disponibles.

«Somos por naturaleza un pueblo espiritual», dijo el reverendo George Ehusani, secretario general de la Conferencia Episcopal Católica en Nigeria, que tiene 20 millones de católicos. «Está en nuestra sangre. Es lo que somos».

También, como Juan Pablo II, y virtualmente todos los cardenales que elegirán a su sucesor, los africanos tienden a ser profundamente conservadores en asuntos como el aborto, el control de la natalidad y la homosexualidad. Las creencias sobre la vida humana y su inviolabilidad esencial son fuertes. Aunque quizá no tenga las cantidades de Latinoamérica, la Iglesia en Africa está creciendo rápidamente. Entre 1970 y 2000, el número de católicos aquí creció entre 3 y 5 por ciento al año (a 150 millones) mientras que los países latinoamericanos en promedio vieron crecer su congregación en menos de la mitad de ese ritmo, según el Centro para el Estudio del Cristianismo Global en el Seminario Teológico Gordon-Conwell en South Hamilton, Massachusetts.

Por supuesto, la Iglesia africana enfrenta sus propios desafíos, no sólo de parte del pentecostalismo, como en Latinoamérica, sino incluso más seriamente de parte del islamismo. Es también un continente que parece estar retrocediendo en la escala del desarrollo humano, conforme el sida y sangrientos ciclos de guerra extraen un costo brutal.

En realidad, pese a la profunda afinidad entre la Iglesia africana y el catolicismo forjada por el Papa Juan Pablo II, una variedad de factores han improbable un papado africano esta vez. «Uno tendría que preguntarse si las actitudes raciales en Europa y Latinoamérica representarían un desafío para una candidatura africana exitosa», dijo Weigel.

Señaló que de los tres desafíos vitales que enfrenta la Iglesia _ su virtual colapso en Europa, las cuestiones morales planteadas por la biotecnología y el ascenso del islamismo militante – sólo el último está íntimamente vinculado a Africa.

Y aunque algunos africanos han expresado ansiedad por tener un papa africano – el Arzobispo Desmond Tutu de Sudáfrica, que es anglicano, por ejemplo – los católicos no están pidiendo abiertamente uno.

«La gente fuera de la Iglesia y en los medios laicos están más preocupados que muchos de nosotros en la Iglesia sobre este tema», dijo Ehusani. «A nosotros nos preocupa más tener un líder que tenga el tipo de carisma y personalidad que tenía Juan Pablo».

No obstante, esas actitudes son precisamente lo que hace de Africa una expresión perfecta del espíritu actual de la Iglesia, algo que los cardenales seguramente notarán, dijo el reverendo doctor Clarence E. Williams de Detroit.

«Los cardenales no están considerando la continuidad de un papado europeo, están considerando el futuro de la Iglesia», dijo. «Ahora son cardenales globales. Han vivido lo suficiente y viajado lo suficiente para saber que el futuro pertenece a la gente que está impulsando a la verdadera cultura católica. No encontrarán eso en Europa. Tienen que mirar al sur. En ese sentido, un papa africano podría no estar tan lejos como se pensaría».

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