THE NEW YORK TIMES
Infantes de marina de EU en peligro

THE NEW YORK TIMES <BR>Infantes de marina de EU en peligro

POR JOHN F. BURNS
BAGDAD, Irak.-
En la helada media luz del amanecer del 7 de diciembre, un grupo de 25 infantes de marina se reunieron al lado de sus vehículos Humvees en un bae en la asediada c de Yusufiya para una incursión. El blanco de la Compañía Zorro del Segundo Batallón, 24[ Unidad Expedicionaria de la Infantería de Marina, era la residencia familiar del jeque Abdullah al-Janabi, quien hasta recientemente encabezó a los insurgentes en Fallujah. El jeque, que tiene 62 años, se había convertido en fugitivo, clasificado por el espionaje militar estadounidense como uno de los personajes más amenazadores en la guerra de 20 meses en Irak.

Los infantes de marina subieron a tres Humvees descubiertos en la parte trasera, conocidos entre las tropas como «vagones suicidas», camionetas blindadas sólo en los costados, con paneles de casi un metro de altura.

Aunque no tenían idea de ello, la vulnerabilidad con la cual estaban saliendo pronto se convertiría en el meollo de una nueva disputa en torno a la guerra. Al día siguiente, en Kuwait, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald H. Rumsfeld, fue interrogado por un miembro de la Guardia Nacional de Tennesse sobre por qué su unidad tenía que urgar entre depósitos de desechos para encontrar blindaje para los vehículos que los llevarían a Irak.

Ese enfrentamiento provocó que el Presidente George W. Bush diera garantías a las familias de los militares de que «estamos haciendo todo lo posible para proteger a sus seres queridos», y un torrente de estadísticas del Pentágono para apoyar la afirmación d que se habían hecho avances en la corrección de errores cometidos hace 20 meses, cuando la mayoría de los 12,000 Humvees enviados a Irak para la invasión y las acciones subsiguientes no estaban blindados.

Aguijoneado por el furor, el Pentágono anunció que tres cuartas partes de los casi 20,000 Humvees ahora en Irak, Afganistán y Kuwait llevan blindaje protector. Pero las realidades en el terreno son menos consoladoras, como demostraron los vehículos usados en la incursión del 7 de diciembre. Lo más conmovedor es que los infantes de marina desplegados en la incursión, como más de 40 por ciento de las 140,000 tropas estadounidenses en Irak, eran guardias nacionales o reservistas, soldados-ciudadanos, como el cabo Thomas Jerry Wilson, el hombre de 31 años de edad que enfrentó a Rumsfled sobre el asunto del blindaje.

Arraigados en la vida civil, estos guerreros llevan una carga más pesada en Irak que en cualquier otro conflicto estadounidense del último medio siglo. Y las proyecciones del Pentágono sugieren que la proporción de los reservistas y los guardias en Irak pudiera aumentar a 50 por ciento, particularmente si el nivel de tropas de 150,000 planeado para las elecciones del 30 de enero sigue en vigor después de eso.

Cuando las rotaciones de tropas programadas sean completadas a principios de 2005, la fuerza en Irak para el balance del año estará compuesta de seis brigadas de reservistas y guardias, y 11 brigadas de soldados en servicio activo. Y muchas unidades en servicio activo son reservistas que desempeñan funciones de apoyo.

Por ello en el siglo XXI, como fue al inicio de Estados Unidos en 1775, son los voluntarios comunes -el carnicero, el pastelero, el fabricante de velas- quienes portan las armas por su país, tanto como el soldado profesional. Esta presencia, a su vez, ha ayudado a destacar los errores del Pentágono al proporcionar a las tropas en el frente el mejor equipo disponible, especialmente equipo que reduce el riesgo de lesiones graves y muertes.

Aunque las estadísticas son difíciles de encontrar, la evidencia anecdótica reunida por reporteros en el campo sugiere que la antigua queja de los reservistas -que a menudo son los últimos en recibir equipo moderno- sigue siendo válida, aun cuando funcionarios del Pentágono tiendan a negarlo.

Una semana con los Infantes de Marina 2/24 en sus bases entre 24 y 48 kilómetros al sur de Bagdad, en el corazón del área conocida como el Triángulo de la Muerte, fue una vitrina a las demandas que hacen los reservistas, y a la falta de recursos y flexibilidad con que enfrentan los desafíos. Hay poco que no puedan hacer, con trabajo duro e improvisación, dicen los oficiales del batallón, reflejando los antecedentes ampliamente variados de los hombres en la unidad basada en Chicago: médicos, policías, ingenieros, maestros, carpinteros, choferes de camión, abogados, especialistas en computación, consejeros comunitarios, estudiantes universitarios, por nombrar algunos.

Las tareas de estos infantes de marina son tan difíciles como cualquier otra en Irak, con los 1,200 hombres del batallón proyectados como lanceros para los nuevos y más agresivos combates bélicos, que encontraron su expresión más dura en la batalla el mes pasado para recapturar Fallijah. La 2/24 no ha tenido un blanco tan concentrado, pero sus hombres han estado combatiendo una clásica guerra de contrainsurgencia, llevando a cabo incursiones nocturnas y creando una presencia estadounidense permanente.

Operan desde nuevas «bases firmes», en las localidades de Yusufiya y Latafiya y realizan extensos patrullajes a pie y en vehículos en lo que había sido una virtual área proscrita para las tropas estadounidenses hasta hace unos meses.

Para estos hombres, la afirmación del Pentágono de que todas las tropas estadounidenses en Irak ahora entran en combate con vehículos blindados la contradice la experiencia de las fuerzas de ataque que realizan las incursiones. Todos los vehículos en las misiones de la 2/24tienen al menos algo de blindaje, pero lo malo está en los detalles. Algunos hombres viajan en Humvees totalmente blindados, con gruesas placas de acero en toda la superficie y por debajo, así como vidrio antibalas en las ventanillas que puede resistir disparos de armas pequeñas y al menos algunos fragmentos de las bombas colocadas a orilla de los caminos.

Estos vehículos ahora están saliendo de una línea de producción en Ohio al ritmo de 350 mensuales, y pronto eso aumentará en 100 vehículos adicionales por mes. Marcarán, con el tiempo, una importante diferencia para hombres como aquellos que realizaron la incursión en la casa del jeque Janabi en la aldea de Jawan. Por ahora, muchos de los combatientes de la 2/24 viajan en vehículos que están sólo parcialmente blindados, como los Humvees descubiertos en su parte posterior.

La incursión se realizó sin incidentes, aunque también sin rastro alguno del jeque fugitivo. Pero la unidad ha perdido ocho hombres asesinados en 60 días, varios de ellos por bombas colocadas a orillas del camino, y hay pocos hombres en el batallón que no hayan soportado la terrorífica experiencia de un dispositivo explosivo improvisado, una serie de proyectiles de artillería enterrados al lado del camino y detonados remotamente cuando pasa un convoy estadounidense.

En otras misiones, los infantes de marina viajan en Humvees que son incluso más vulnerables, sin más protección que los dispositivos atornillados -principalmente medias puertas blindadas- que fueron la solución rápida para la serie de víctimas por estallido de bombas en los primeros meses de la guerra. La situación era tan desesperada que soldados de la 82[ División Blindada, desplegados alrededor de Fallujah, apresuraron su cena de la Navidad pasada pra reanudar la soldadura de placas de metal para sus Humvees sacadas de restos de vehículos de transporte de personal de fabricación soviética utilizados por el desintegrado ejército de Saddam Hussein.

Junto con los riesgos de vehículos inadecuadamente protegidos, los hombres de la 2/24 han tenido que hacer frente a privaciones menores. El suboficial Jim Roussell, un sargento de la policía de Chicago de 53 años de edad que trabaja con la unidad de espionaje del batallón, ayuda a realizar incursiones antes del amanecer en casas de seguridad insurgentes con un aparato de navegación vía satélite de bolsillo que compró con 500 dólares de su propio dinero, para compensar la escasez de los aparatos «satnav» de pantalla completa que el Pentágono instala en los Humvees mejor equipados.

Pero algo asombroso sobre la vida con la 2/24, como con otras unidades que luchan con equipo inadecuado, fue la ausencia de quejas. Estos infantes de marina han incorporado las penurias de su despliegue al caracter distintivo del cuerpo de dureza incansable, hasta el punto de que la privación es menos motivo de quejas que de celebración, como prueba de lo que los infantes de marina pueden superar. Este caracter distintivo se percibe en las cartas semanales que el teniente coronel Mark A. Smith, el comandante de 40 años de edad del batallón, un paracaidista estatal en Indianápolis, escribe a las esposas del batallón.

«Pregúntense», dijo en su carta de la semana pasada, «¿cómo en un país de extremos, durante tiempos de locura, constantemente asediados por la violencia, y viviendo en condiciones comparables a la edad de piedra, sus infantes de marina pueden mantener su actitud positiva, su espíritu alto, y su abundancia de compasión?» Luego respondió su propia pregunta. «Defienden a una nación única en toda la historia: Una de principios, no personalidad; una de régimen de derecho, no de aristrocracia provinciana; una donde los derechos importan, no el privilegio o la religión o el color o el credo; donde »destacan entre esos los derechos de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Son los Infantes de Marina de Estados Unidos, que representan todo lo mejor en las virtudes de los soldados».

Smith es un compañero revoltoso: impulsivo, intolerante con las medidas a medias, profano en su lenguaje. Pero su espíritu es infeccioso, reminiscente del elogio que Shakespeare escribió sobre un comandante rebelde que murió en un levantamiento condenado al fracaso contra Enrique IV: «Ya que de su temple estaba reforzado su partido».

Entre estos hombres de la 2/24, y en incontables unidades más como la suya, ese temple tendrá que servir por ahora como sustituto del otro tipo de metal.

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