THE NEW YORK TIMES MAGAZINE
Inmigrantes ilegales mueren en el desierto de Arizona

THE NEW YORK TIMES MAGAZINE <BR>Inmigrantes ilegales mueren en el desierto de Arizona

POR NICK MADIGAN
TUCSON, Arizona.-
Las persianas estaban corridas para proteger del fuerte sol en una habitación de la Iglesia Presbiteriana de Southside, donde seis inmigrantes reflexionaban sobre su suerte: haber sobrevivido a viajes a través del desierto de Arizona que causaron la muerte de por lo menos 12 personas en días anteriores.

       «Nunca voy a hacer eso otra vez», dijo José Jacinto, de 20 años, de Michoacán, México, quien cruzó la frontera clandestinamente en un grupo de 14 personas que intentaban cruzar hacia Estados Unidos como muchos otros más cada día. «De verdad me asusté allí. Tal vez la próxima vez me muera».

       En alguna parte de la calcinante extensión del Desierto de Sonora, dos personas del grupo de Jacinto, de 15 y 17 años de edad, murieron ante sus ojos, aseguró. Jacinto dijo que se desmayó tres veces por la deshidratación.

       «Ya no podía caminar», dijo en español, mientras un ventilador en el techo luchaba por disipar el calor abrumador. «Y mis ojos se nublaron. No podía ver. Pero ahora estoy mejor».

       Jacinto, padre de tres hijos, podría ser considerado afortunado. Los 12 inmigrantes que, hasta donde sabe la Patrulla Fronteriza, murieron cuando las temperaturas en el desierto ascendieron hasta 46 grados podrían ser un presagio de todo un verano de muertes similares.

       Uno de los 12 muertos era una mujer embarazada, Marcela Cruz González, de 24 años, según un informe de prensa de la Oficina del Alguacil del Condado de Yuma. Según el reporte, mientras Cruz González se debilitaba cada vez más, su esposo les pidió a los dos contrabandistas que guiaban al grupo de 18 personas que le prestaran un teléfono celular para pedir ayuda médica. Los contrabandistas se negaron, declaró el esposo a las autoridades.

       «Les dijeron que tenían que regresar a México», señaló Joe Brigman, un portavoz de la Patrulla Fronteriza en el sector de Yuma. «Básicamente, fueron abandonados».

       El esposo dejó a la mujer para buscar ayuda y fue localizado por un equipo de la Patrulla Fronteriza. Lo llevaron de vuelta al lugar, donde encontraron a Cruz González muerta.

       «Es algo muy malo», comentó Brigman. «Una llamada telefónica pudo haber salvado su vida».

       Al entrar el verano, el problema se vuelve más grave.

       «Esta es una época devastadora», afirmó Sue Goodman, una fundadora de Fronteras Humanas, una organización que crea y abastece estaciones de agua para los inmigrantes en el desierto.

       El grupo, que usa una combinación de fuentes, sigue también las muertes de inmigrantes, que aumentaron notablemente en años recientes. El grupo afirma que el total ascendió a por lo menos 190 en Arizona en el año fiscal 2003-2004.

       Goodman indicó que un malentendido común desde los ataques del 11 de septiembre de 2001 es que los terroristas se ocultaron entre los inmigrantes.

       «Salgo allí cada día, y lo que veo es a un hombre de 23 años y a su esposa y su hijo de dos años, y vienen aquí a trabajar», aseveró. «Van a recoger cerezas en el este de Washington. Palean estiércol en Kansas, o cuidan jardines en Long Island. ¿Por qué deben morir las personas cuando se dirigen a trabajar para nosotros? Estamos dispuestos a obligarlos a caminar a través de una trampa mortal para obtener trabajo».

       El incremento de las patrullas desde el 11 de septiembre — no solamente de agentes federales, sino también de autonombrados guardianes fronterizos a quienes algunos llaman vigilantes — , significa caminatas más largas a través de un terreno inhóspito y lleno de serpientes para los inmigrantes que intentan evitar las patrullas, muchas de las cuales se mantienen cerca de caminos y rutas bien conocidas.

       Con frecuencia, señala Goodman, los contrabandistas de inmigrantes, llamados coyotes, los abandonan cuando el viaje se vuelve difícil, a pesar de que los inmigrantes les pagan 1,000 dólares o más por sus servicios.

       «Los coyotes les dicen que podrán caminar hasta Los Angeles en tres horas», explica. «No saben hacia dónde se dirigen».

       En Three Points, una pequeña comunidad en la intersección de la Autopista Ajo y un camino que conduce hacia la frontera con México en Sasabe, un ranchero con sombrero vaquero comentó que el área vive en tensión debido al constante movimiento de inmigrantes».

       El ranchero dijo que el gobierno mexicano le «traspasa sus problemas económicos a Estados Unidos», al permitir altos niveles de inmigración ilegal.

       El ranchero, llamado Roy Isaman, quien dijo ser dueño de un rancho en Sasabe, cuyo extremo sur colinda con la frontera, se quejó de los inmigrantes cruzan constantemente su propiedad.

       «Solamente les digo, ‘bienvenidos a Estados Unidos, y buena suerte’, y les doy agua», aseguró Isaman. «Pero he estado a punto de tomar un arma contra los coyotes que se me acercaron de manera amenazante».

En la iglesia presbiteriana de este lugar, Tomás Pacheco, de 40 años, también de Michoacán, quien se recupera de la deshidratación y una lesión en la pierna durante su reciente viaje por el desierto, dijo que su grupo de 150 personas lo abandonó cuando no pudo seguir su paso.

       Pasó dos días solo, la mayor parte del tiempo sin agua.

       «Solamente le pedí a Dios que me ayudara, porque, cuando se te acaba el agua, nunca saldrás de allí con vida», afirmó Pacheco. «Por último, ví a otro grupo de unas 10 personas, y les pedí un poco de agua. Lo logré».

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