THE NEW YORK TIMES

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WASHINGTON. La última vez que un Primer Ministro chino vino a Estados Unidos, hace cuatro años y medio, Washington era consumido por los debates sobre globalización de los años 90. La Tesorería estaba en gran medida a cargo de la pol!tica hacia China, y la cuestión no era s»lo como hacer que China abriera sus mercados sino también como usar las fuerzas de mercado para acelerar su democratización.

Pero se habla poco de eso antes de la llegada esta semana del nuevo Primer Ministro de China, Wen Jiabao. Si alguien tiene influencia económica esta vez, es Wen, quien est supervisando el financiamiento chino de una gran parte del déficit presupuestario de Estados Unidos por medio de la compra de deuda del gobierno estadounidense a una escala anteriormente reservada a los japoneses. Puede permit!rselo: el super vit comercial de China con Estados Unidos probablemente alcanzar los 120,000 millones de dólares este año.

En realidad, globalización es una palabra que rara vez, si alguna, surge en los discursos presidenciales. «Lo hace sentir incómodo», dijo el otro día un destacado colaborador del presidente que regularmente habla con Bush sobre asuntos económicos. Mientras hablaba el colaborador, Bush era obligado por la Organización Mundial de Comercio bajo amenaza de 2,300 millones de dólares en sanciones de represalia a levantar los aranceles que había impuesto al acero importado hace 21 meses.

«Este es un grupo que piensa que lo que salió mal en los años 90 es que olvidamos poner primero los intereses estadounidenses», dijo el colaborador de la Casa Blanca. «De manera que globalización suena como la creación de muchas reglas que podrían restringir las decisiones del presidente, que diluyen la influencia estadounidense».

El resultado de esas sospechas es evidente. La Tesorer!a de Estados Unidos ya no es el actor principal en la pol!tica exterior que era en los años de Bill Clinton. Sus funcionarios siguen siendo enviados a cortar las fuentes de financiamiento de los terroristas, a crear una nueva moneda para Irak o a negociar con los chinos sobre permitir que suba el valor de su moneda, un hecho que desaceleraría el crecimiento del déficit comercial estadounidense. Líderes extranjeros dicen que ya no sienten la necesidad de hacer escala en la sede de la Tesorer!a. Funcionarios dicen que Wen visitar s»lo la Casa Blanca y el Departamento de Estado.

Aun cuando la Casa Blanca trata de operar las palancas de la diplomacia económica, al estilo de los años 90, el esfuerzo en ocasiones parece falto de interés. Después de la guerra en Afganist n, se habló de hacer mucho más fácil que Pakistán exportara textiles a Estados Unidos, con la esperanza de debilitar el atractivo de los extremistas isl micos creando empleos vinculados a Estados Unidos. Pero los cabilderos de la industria textil estadounidense advirtieron de una pérdida de empleos estadounidenses, y la Casa Blanca silenció la idea.

En las últimas semanas, Bush ha revivido la idea de usar el comercio y el desarrollo como incentivos para democratizar el Oriente Medio, pero sin especificar. Esto hace eco de una iniciativa de la era de Clinton dirigida a Israel y los palestinos que nunca tuvo mucho efecto sobre los esfuerzos de paz.

«Una cosa era usar estos instrumentos en Asia, donde las f bricas están activas, había algo que vender», dijo Michael Mandelbaum, experto en asuntos externos en Johns Hopkins. «Pero cuando se trata de promover la democracia en el mundo rabe, se descubre que los países que a#n no pueden producir un foco de luz no est n exactamente listos para saltar a la econom!a internacional».

Cuando Bush visitó Asia en octubre, habló en cada escala sobre la necesidad de combatir el terrorismo, pero participó en una cumbre económica en Bangkok con sólo una vaga discusión de inversión y nuevos acuerdos comerciales; temas que otras naciones querían abordar.

Los colaboradores de Bush argumentan que si los predecesores del presidente hubieran pasado m s tiempo preocupados por amenazas como Al Qaeda y menos tiempo negociando acuerdos confusos sobre el calentamiento global y un nuevo sistema financiero internacional, el mundo sería mucho más seguro. Bush «necesitaba enfocarse en los asuntos m s críticos de la seguridad estadounidense primero», dijo recientemente Condoleezza Rice, su asesora de seguridad nacional. Ahora, dice, es tiempo de ir tras objetivos más amplios de democracia, incluido en Medio Oriente.

No sorprendentemente, los ex colaboradores de Clinton dicen que Bush ha perjudicado sus perspectivas de éxito no sólo actuando sin amplio apoyo internacional en Irak, sino también pasando por alto las oportunidades de usar las iniciativas económicas y comerciales para impulsar los objetivos de Estados Unidos. «Lo que falta es un plan económico coherente que respalde sus declaraciones sobre promover la democracia», dijo Charlene Barshefsky, quien fue representante comercial de Clinton. Bush llegó al poder hablando de una nueva relación con Latinoamérica basada en el comercio, pero ese esfuerzo se ha tambaleado desde el 11 de septiembre. El gobierno fue altamente cr!tico de la forma en que su predecesor dejó que las conversaciones sobre comercio global se salieran de control en Seattle en 1999, y luego se encontró, en Canc#n este año, obstaculizado por la misma combinación de intransigencia sobre asuntos agrícolas y resentimiento hacia el poder!o estadounidense.

Asegurarse de que la mezcla de pol!ticas económicas y de seguridad sea la correcta es responsabilidad del Consejo de Seguridad Nacional de Rice y el Consejo Económico Nacional, que no pesa tanto en muchos asuntos internacionales como lo hac!a anteriormente.

El primer encuentro de Bush con un importante tema de globalización surgió cuando declaró muerto el Protocolo de Kioto sobre el calentamiento global, pero prometió una alternativa que incluiría a todos los países en desarrollo, incluido China. No la ha producido todavía.

De manera similar, los asuntos económicos con China fueron una baja prioridad por un largo tiempo, dice Bates Gill, experto en China del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington. «Los temas cl sicos de comercio y pérdida de empleos son ahora mayores en los centros manufactureros del pa!s de lo que piensa el gobierno», dijo, «y China es culpada a menudo, ya sea correcto o no hacerlo». Percatándose de eso, Bush puso límites a los textiles chinos importados aqu!, y aranceles sobre las televisiones de fabricación china de bajo costo.

De manera que no sorprende que adem s de prestar sus miles de millones de dólares a la Tesorer!a de Estados Unidos, los chinos repentinamente están comprando grandes art!culos estadounidenses, incluidos aviones, para alivar parte de esta presión.

Los chinos, en suma, están ejerciendo la diplomacia de la globalización, sabiendo que les da mucha influencia en Estados Unidos. Podría no ser claro todavía cuán efectivos serán en salirse con la suya con el equipo de Bush, pero parece seguro decir que Wen no necesita preocuparse de ser sometido a disertaciones sobre globalización en Washington, ya no digamos sobre democracia.

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