THE NEW YORK TIMES
Surgen interrogantes sobre  ética periodística en  la era de  YouTube

<STRONG>THE NEW YORK TIMES<BR></STRONG>Surgen interrogantes sobre  ética periodística en  la era de  YouTube

Por JACQUES STEINBERG
The New York Times News Service
Una mujer de 61 años se abre paso a codazos hacia el frente de la multitud que rodea a Bill Clinton, después de un acto de campaña en Dakota del Sur. Mientras Clinton le estrecha la mano y se la retiene, ella hábilmente le saca una respuesta a un artículo del sitio Web de la revista Vanity Fair, que examina su vida post-presidencial. «Sórdida» y «sucia» son unas de las palabras que salen de labios del ex presidente. En cuestión de horas, el audio de esa conversación de tres minutos — la mujer califica al artículo de «diatriba» y Clinton dice que Todd Purdum, su autor y ex reportero de The New York Times, es deshonesto — está a disposición de todo el mundo que quiera oírlo en el sitio Web del Huffington Post.    Cosa que quizá tomó a Clinton por sorpresa.

La mujer, Mayhill Fowler, que se llama a sí misma «periodista ciudadana», no llevaba ninguna credencial de prensa; tampoco se identificó ni reveló sus intenciones ni su afiliación como colaboradora no pagada de «Off the Bus», una sección del periódico The Huffington Post. Si bien su grabadora digital era visible en su mano izquierda durante el encuentro, el domingo pasado, ella piensa que Clinton no la notó. «Creo que podemos decir con seguridad que él pensó que yo era parte del público», dijo en entrevista telefónica el viernes.

El incidente, ampliamente aprovechado por los canales de noticias de cable como evidencia fresca del volcánico temperamento de Clinton en las últimas horas de la campaña presidencial de su esposa, ha suscitado una discusión totalmente diferente — ésta entre reporteros políticos, profesores de periodismo, estrategas de relaciones públicas e incluso blogueros — acerca de lo que hay que hacer y no hay que hacer, en términos de ética, en esta era del YouTube.

Entre las preguntas planteadas la semana pasada está la siguiente: ¿Se siguen aplicando las convenciones ampliamente aceptadas (por ejemplo, que el reportero diga quién es sin que se le pregunte) en una era en que cualquiera con un teléfono celular y una conexión inalámbrica se siente un Tom Brokaw?

«Esto le dificulta mucho hacer su trabajo al resto de los periodistas», comentó en entrevista Jonathan Alter, columnista y reportero político de Newsweek. «Si no nos tienen confianza, no conseguimos buenas notas. Si alguien llega y recurre al engaño para hacer añicos esa confianza, dañará la causa misma del libre flujo de información pública a la que dice querer ayudar.»

«Cuando estamos entrevistando a alguien, primero nos identificamos», agrega Alter. «No hacerlo es una forma de trampa.»

Pero para Jane Hamsher, otrora productora de Hollywood que fundó Firedoglake, sitio Web de orientación política que se inclina a la izquierda, las reglas de Alter para la era de las carreteras necesitan repavimentarse. Para empezar, dice, a Clinton le correspondía establecer quién era Fowler antes de decidirse a hablar como lo hizo. Que no la haya interrogado para nada, agrega, es problema de Clinton, no de Fowler.

Como resultado, la gente puede ver las divagaciones espontáneas de un ex presidente (y cónyuge de una candidata) de una manera que nunca habría podido captar en cinta un veterano de las campañas como Alter.   «Para el país es nocivo que los periodistas consideren que su primera lealtad debe ser con sus sujetos, no con la gente para la que están reportando», afirmó. Por ejemplo, cuando se le dijo que la política ética de The New York Times establece que «los miembros del personal deben revelar su dentidad con las personas que cubran (ya sea en persona o de otro modo)», Hamsher se mostró desdeñosa. En el contexto del reportaje político, aseveró, esos lineamientos están destinados a «proteger a este selecto grupo de periodistas y a sus fuentes políticas de alto nivel, y a conservar ese acceso para sí mismos».   «Ese ya no es el mundo en que vivimos», determinó.

En una reunión de Obama
Resultó que Fowler es la misma persona que aprovechó su condición de contribuyente a la campaña del senador Barack Obama (cosa que se reveló en el sitio del Huffington Post) para tener acceso en abril a un evento de recaudación de fondos en San Francisco, al que no fueron invitados los medios de prensa convencionales. También en esa ocasión, su grabadora digital recogió una observación incendiaria. Obama habló de algunos habitantes de Pensilvania frustrados económicamente: «No sorprende que se amarguen y se aferren a las armas o a la religión.»   Kelly McBride, jefa del grupo de ética del Instituto Poynter, centro de capacitación para reporteros de prensa, televisión e Internet, declaró que ella veía méritos en el trabajo de Fowler, pero también causas de inquietud.

«Por un lado, cuando los candidatos políticos son tan pulidos y compuestos, con una imagen tan elaborada para el resto del universo, creo que es bueno para la democracia que a ellos se les dificulte mantener esa imagen debido al periodismo ciudadano», afirmó McBride. «Pero también me preocupa que, a medida que los ciudadanos asuman el papel de periodistas, aumente la cantidad de engaños: atraer a las personas para después vapulearlas.»

Fowler, que ha trabajado de maestra y escrito ficción, no tenía experiencia como periodista profesional.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas