The Sun Land

The Sun Land

FERNANDO INFANTE
El Convenio de préstamo que hizo el Gobierno con The Sun Land, debería figurar, en lo adelante, como claro ejemplo de como se ejerce el Poder Público en una sociedad que carece de un Estado medianamente funcional.

El Poder Ejecutivo actúa en forma engañosa y subrepticia en sus responsabilidades constitucionales, tal como se desprende de los documentados que han sido expuestos a la opinión pública, y el Poder Legislativo se desentiende rápidamente de su responsabilidad investigativa al considerar el sonado escándalo como un «caso cerrado».

El Poder Judicial, al cual le fue remitido un recurso de inconstitucionalidad sobre la negociación de marras, advierte a la opinión pública, que ese caso, excepcionalmente grave y trascendente, no tiene para ese Supremo Tribunal más importancia que otros, que no revisten la gravedad de este y que reposan en espera de su atención.

Todo eso no es más que una muestra, del tamaño de una catedral, que a pesar de la tan cacareada institucionalización del país, cuya principal base es precisamente el estado de Derecho, el caso con The Sun Land permanecerá en la Suprema Corte de Justicia sin ser sancionado, tal vez hasta que pasen las elecciones, si los honorables magistrados, con sus claras inteligencias, excitan su imaginación y evacuan una sentencia que complazca a todos, (lo cual es no complacer a nadie), para no comprometer la «estabilidad social y política» del país, como aquel famoso «Fallo Histórico» impartido por la Junta Central Electoral en el año l978. Tal cosa no sería sorprendente, si nos atenemos a experiencias conocidas.

A fuerza de experiencia tenemos que ser realistas o pragmáticos, y llegar a conclusiones basadas en resultados prácticos, como lo hemos visto tanto en el pasado. No somos una sociedad reconocida por su reciedumbre moral. Los grupos que las componen, económicos, políticos, sociales, religiosos etc., por esa debilidad intrínseca que nos caracteriza no han tenido nunca un accionar que haya llevado al país a desarrollar instituciones medianamente confiables.

Y en el caso específico que ahora nos ocupa, con ese historial de debilidades de todo tipo de que adolecemos, tengamos presente que el país se encuentra en la actualidad con unas elecciones a la vuelta de la esquina, por lo que es poco probable que la Suprema Corte de Justicia evacue un veredicto que difícilmente pueda excluir, según todos los indicios conocidos por medio de la prensa, de culpabilidad a los altos funcionarios del Estado implicados en el contrato con The Sun Land, porque tal sanción podría afectar no solo una candidatura, sino porque además, los dominicanos debido a nuestra debilidades morales, nuestro oportunismo o nuestras cobardías no estamos maduros para enfrentar esos retos, a pesar de que tantos papeles, leyes, libros y constituciones, dicen que desde hace más de ciento cincuenta años somos un Estado y escuchamos diario hasta el cansancio hablar acerca de nuestros esfuerzos por el fortalecimiento institucional. El caso que hemos tratado sería una buena muestra de ese avance institucional que tanto hablan nuestros hombres cuando acceden  a una función pública.

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