Thomas Sanderling, Sinfónica  responde a su óptima dirección

Thomas Sanderling, Sinfónica  responde a su óptima dirección

Una orquesta trepidante, bajo la dirección precisa de Thomas Sanderling, impregnada de vivacidad y energía, inicia lo que sería una noche exquisita, con la Obertura contrapuntística de carácter alegre, de la ópera los “Maestros cantores de Nuremberg”, del compositor alemán Richard Wagner.

El bellísimo tema de los “Maestros”, inicia con los violines, las trompetas, oboes y clarinetes, y luego, en el plácido y primaveral “Despertar del amor”, destacan los instrumentos de aliento de madera.

El tema de la “Fraternidad del arte”, la melodía con que los hijos de Nuremberg glorifican todo lo grandioso de su arte, alcanza un momento culminante, para luego pasar al “Anhelo” y de ahí al “Amor confesado”, cantado por los violines, mientras en los cimientos más sólidos se repite el motivo de los “Maestros cantores” y las maderas murmuran el tema del “Estandarte”.

Continúa el programa con el Concierto No. 2 en Fa Menor Op.21, para piano y orquesta, teniendo como solista al joven pianista Pavel Gintov.

En el primer movimiento “Maestoso” escrito en forma de sonata, una amplia introducción orquestal expone los dos temas principales; el primero suave, hermoso, contiene un fraseo amplio y lírico; el segundo es desarrollado por el solista: Pavel Gintov aborda este tema intimista con sentida introspección, dando connotación desde las primeras notas de una técnica limpia, brillante, que luego se impregna en el “Larghetto” de marcada sensibilidad. En el final “Allegro vivace”, Gintov expresa el encanto del primer tema y el vibrante del segundo con su aire de mazurca polaca. El director logra con precisión la perfecta armonía entre la orquesta y el solista.

El programa cierra con la hermosa Sinfonía No.4 en Re Menor, de Robert Schumann, obra de gran unidad, con conexiones temáticas a través de sus cuatro movimientos. El vivaz primer movimiento es un canto de victoria, el segundo es pura poesía, donde el alma romántica de Schumann se expresa con melodías sencillas e íntimas brotadas del alma popular.

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El “Scherzo” irrumpe, pero luego vuelve el ambiente delicado que recuerda con melancolía los momentos poéticos.

La magistral introducción del último movimiento “Finale, Lento, Vivaz” toma el tema principal del primer movimiento, para concluir con júbilo y optimismo. La Orquesta Sinfónica Nacional, y sus músicos de gran valía, bajo la óptima dirección de Thomas Sanderling, ofrecieron a los concurrentes un espacio de deleite, para el solaz esparcimiento del espíritu.

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