¡Tic-tac!

¡Tic-tac!

La vida es el arte del encuentro. Una enorme mesa de jugar carambolas. ¡Tic-tac! Es como el universo en que vivimos donde todo consiste en pulsaciones en diferentes dimensiones. Si vivimos en el mundo del ego y de los logros entonces escogemos nuestros tic-tacs de antemano y nos sirven de trampolines para agendas previamente planificadas.

Esos tic-tacs no los recomiendo. “Qué  voy a sacar de este encuentro?” Sin embargo, siempre nos enriquecemos simplemente por haber hecho tic-tac. El mero hecho de encontrarnos en la mesa de las carambolas es suficiente y, si el encuentro está desprovisto de manipulación previa, entonces es como si el tiempo se detuviera de repente y la divinidad oculta en cada uno de nosotros dijera “!Hola!” Es como si Dios se encontrara a sí mismo. Yo aprendo de ti y tú aprendes de mí, que se conoce como la ciencia andragógica (la enseñanza de los adultos). Somos las olas haciendo tic-tac en el medio del mar.

Por ejemplo, hoy me encontré con una persona a quien conocía desde hace años pero con quien nunca me había topetado aún-¡tic! Fue como si nos hubiéramos conocido toda la vida-¡tac!. Como si procediéramos del mismo astro solar y hubiéramos venido aquí a iluminar al mundo. Recordé aquella guaracha de Daniel Santos de los 50: “En el tíbiri tábara”. “Pues yo aquí en el tìbiri… y tu?”. “Pues yo acá…en el tábara”. No importa las vueltas de la vida estamos para ayudarnos los unos a los otros. Los ricos a los pobres y los pobres a los ricos. De hecho, este amigo ha hecho una filosofía de vida de estas  palabras: “El haber sido pobre es la mejor preparación para llegar a ser rico”. Su nombre completo: José Luis Corripio Estrada.

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