Tiempo de sequía

Tiempo de sequía

Luis Scheker Ortiz

Es tiempo de sequía. Las nubes se resisten en las alturas, no bajan del cielo poblado de nubes negras, preñadas de tristeza, muerta de sed, se encuentra la tierra.

No importa su cálido quejido, sus ruego, sus lamentos, nada importan como tampoco la angustia que hiere al pobre campesino que labra y cultiva su pedazo pequeño de tierra.

Con furor de prisionero de larga espera, la caída de la primera lluvia nunca llega, la sequía se hace eterna.

Si Dios lo quiso así, bendito sea.

Al correr de la tarde gotas de lluvia no tardan en convertirse en tremendos aguaceros que destruyen caminos, destrozan casuchas, arrasan cosechas llenando de pavor al campesino sin tierra.

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Todo lo que comienza a la vez termina.

Pasa la tormenta y una apacible lluvia hace presencia llenando de paz y alegría al campesino que no se cansa de bendecir al Dios de las alturas.

Mientras aquella horrible tragedia pasa sentado en la puerta de mi casa como si nada ocurriera me voy a mi cómoda biblioteca donde cientos de libros me esperan.

Kafka, Tolstoi, Rubén Darío, Nietzsche, Chejov, Hemingway, Neruda, Carlos Fuentes autores famosos, notables y tantos otros que esperan ser leídos de un tirón por mí algo imposible, conformado en echarle un vistazo.

Pasada la tormenta como si nada ocurriera decido ir a la playa temprano en la mañana, tirarme en la arena, darme un chapuzón y luego contemplar el mar tranquilo, inmenso.

De vuelta a casa veo, tirada en el piso, una “Servilletas de Papel“ libro de mi autoría.

La recojo, leo su dedicatoria “Un día florido como hoy, trigésimo aniversario de nuestra boda, te dedico con amor este poemario escrito para ti.

Tú, hermosa como siempre, complacida lo toma entre tus manos, apresurándome yo en darte un beso en tu boca de fresa, rica, tentadora, inocente.

Y sellar para siempre nuestro idilio de amor en este instante de feliz locura, mientras mi enamorado corazón tenga vida.