“Entramos en la recta más importante del inicio de este siglo… Un empujón hacia lo correcto, nos mantendrá el éxito… Un salto al vacío interno nos tirará al desastre externo que, eventualmente, no hará fracasar en la intentona…
“En nuestras grandes empresas, en medianos esfuerzos, o en pequeñas aventuras comerciales, todavía se mantiene la creencia de que un cliente es aquel esperpento que está ‘allá’… ‘frente a mi’… ‘en una esquina de cualquier barrio o urbanización’… ‘en otros pueblos’… Una creencia que nos ha hecho la vida imposible y que, irremediablemente, nos lleva a rompernos el coco a la hora de formular estrategias de negocios y preparar los presupuestos de inversión en ‘ellos’…
“Nos gastamos y desgastamos en el tiempo… Dedicamos largas horas frente al computador, o frente a una libreta de anotaciones, tratando de descifrar la fórmula del agua tibia para así no quemarnos al ponernos en contacto con ‘ellos’…
“Se nos hace difícil vernos al espejo todos los días y enfrentarnos a la dura realidad del ‘ser’, que somos… porque, inmediatamente, nos viene a la mente y adoptamos al ‘ser que queremos ser’.
“A fin de cuentas, se nos escapa la realidad de que ‘somos nosotros’ y, a la vez, ‘somos ellos’.
“Caray… –pregunta Coqueto a Píndaro- ¿Y por qué tú nos juntas con ‘ellos’?
La respuesta no se hace esperar. Un afilado Píndaro sentencia: “Los dominicanos nos hemos acostumbrado a sacarle los pies a todo aquello que nos pueda comprometer. Cuando de eso se trata, le echamos la vaina a otro… Así si es bueno… Coge ahí papá… ¡Píntalo de princesa y tú verás que te sale un rey!… ‘Ellos’, somos ‘nosotros’…. Y, ‘nosotros’, somos ‘ellos’… Vas a la barbería, pero puede ser que a pelarte, o a ser el barbero… Vas al salón de belleza, pero bien puedes ser la peinadora… Visitas el supermercado y a lo mejor estás entrando a tu horario de trabajo como supervisor de turno o como cajera… Decides ir a las oficinas de una empresa en la industria del plástico como vendedora de envases a una empresa de refrescos, pero es muy probable que al salir a la calle te encuentres con un frutero al cual le vas a comprar la lechoza de tu mediodía… Te vistes para asistir a tu horario de trabajo burocrático en una entidad de servicios bancarios y no te das cuenta que, a lo mejor, en horas de la tarde estarás haciendo una transferencia a tu cuenta personal en otro banco a través del internet…”.
“En todo caso, si no es Juan… es Juana, como dicen por ahí… Eres tú pero, al mismo tiempo, puedes ser ‘ellos’… Y, ellos son: ‘los clientes’…”.
Coqueto escucha todo aquello con su boca abierta y asombrado de tanta verdad… Al salir de su espanto, no vacila en preguntar a su enllave Píndaro: “Y, qué recomiendas para mejorar como “ellos” y ser, al mismo tiempo, “nosotros” los clientes?
Como no pendejo, Píndaro aprovecha la oportunidad y sentencia: “Te voy a dar una fórmula que no falla: Si te ‘abimbas’ de mínimos conocimientos sobre lo que “el otro” hace y lo que le gusta… si te aseguras de que, desde que abras los ojos por las mañanas -y hasta durmiendo-, logras ser positivo en tus pensamientos… si vives la emoción en cada decisión que tomes para tu vida… si no comes cuentos en pensar en pajaritos preñados –que te aseguro no los vas a ver volando- al percibir situaciones que se plantan frente a ti en cada momento del día, podrás tener una fórmula muy personal y particular de entender ‘a los otros’, que no son más que ‘tú mismo”.
Así, tendrás una fórmula efectiva para valorar todos tus clientes… que, en esencia, son tu Yo Cliente.