Se atribuye a Benjamín Franklin haber dicho por primera vez aquello de que el tiempo es oro.
Era su invitación a no desperdiciarlo y a dedicarlo a actividades productivas.
Por otro lado, cualquier prestamista o prestatario podrá atestiguar que el tiempo es dinero, por la idea del valor de dinero en el tiempo y los intereses simples y compuestos.
Todo esto es cierto. Y, sin embargo, desde la perspectiva de la cultura financiera, la razón más importante para vincular los conceptos de tiempo y dinero no radica en ninguna de esas dos visiones.
Tiempo es dinero, sí. Y dinero es tiempo. Desde la óptica del ingreso que seremos capaces de generar a lo largo de nuestra vida, ambos conceptos son, por definición, escasos y cuantificables.
Así como el tiempo es finito característica que lo convierte en el recurso más valioso igual de finito es el ingreso que podemos generar durante un tiempo determinado.
Esta afirmación parece de Perogrullo, pero tendemos a perderla de vista fácilmente en nuestra vida diaria.
Tal vez porque el crédito plástico introduce un espejismo de elasticidad en nuestras posibilidades de consumo e inversión, es frecuente que tomemos decisiones sin tomar en cuenta los límites que impone el ingreso disponible y, sobre todo, el excedente disponible en un tiempo determinado.
Si llegó a este punto, probablemente ya lo entendió. Dinero es tiempo porque el dinero que ingresaré y que me sobrará en un tiempo específico es limitado.
ZOOM
Decisiones importantes
1. No es difícil estimar cuánto ingreso y excedente generaré en un tiempo determinado. Mis decisiones de consumo e inversión durante ese tiempo, pues, deben llegar solo hasta donde me alcancen el ingreso y el excedente.
2. Hay que tener cuidado con el crédito plástico, que no distorsione esa realidad y terminar comprometidos más allá de lo que el tiempo y el dinero nos permiten.