La física cuántica y la nanotecnología ha obligado a romper la línea clásica de pensamiento lógico paradigmático. El solo hecho de imaginar la energía como onda y partícula a la vez, adjunto a la incapacidad de ubicar con certeza la posición de un electrón en un momento dado, así como su expresión vectorial rotatoria requieren de una reformulación matemática y filosófica.
La ausencia del vacío físico, sumado a la relatividad einsteniana y la inexactitud del año solar exigen un enfoque crítico sobre algunas conclusiones fatalistas a las que solemos arribar.
Conocer el desarrollo de la humanidad en sentido cronológico como una manifestación social de la mutante estructura biológica, constituye una tarea de primer orden para lograr las ansiadas metas de progreso y bienestar colectivo.
El análisis reflexivo amplio y profundo del pasado permite comprender nuestro posicionamiento presente y vislumbrar los objetivos alcanzables en el porvenir inmediato. Saber que el orden actual es distinto al que existía hace cincuenta años y que, por ende, mañana habrá de ser diferente, fortalece el principio milenario de que todo cambia y que nada permanece igual, aún cuando los dueños del ahora se empecinen en mostrarnos como estable la inercia pasajera del momento.
Una vez seguros de la mutante realidad de hoy, entonces condicionamos la mente para programar metas factibles del porvenir. Basando los planes en las evidencias que nos ofrece el testimonio del devenir histórico, orientamos la brújula social hacia metas colectivas que garanticen la seguridad del individuo, su inclusión, participación y justo disfrute de los bienes y servicios que el conjunto crea y multiplica. Los ineficientes modelos económicos, gastados por la explotación y los despóticos abusos legalizados, habrán de dar paso a innovadoras y justas políticas basadas en el respeto a la vida, la preservación del medio ambiente, el amor al prójimo y la honestidad pública y privada.
Debemos abrir una nueva senda amurallada que no dé cabida al engaño y la mentira. Por ella transitaremos sin miedos ni prejuicios seis mil millones de almas entonando un himno que diga: No a las odiosas guerras imperiales y fratricidas; sí a la convivencia mundial, a la salud y a la educación; no a la avaricia, al egoísmo, a la simulación y al abuso de autoridad; sí a la generosidad, al altruismo, la sinceridad y el respeto a las buenas costumbres y leyes justas.
Un mundo libre de drogas, corruptela, violencia y odio es posible. Todavía podemos salvar el planeta y por ende, salvarnos a nosotros. Bienvenida sea la alta tecnología que salva vidas y amplía el sano disfrute de todos y todas las hijas de la tierra. Bendita sea la ciencia que sirve a la especie humana, en tanto que respeta y protege el entorno de nuestra fauna y flora.
Que la nanotecnología y otros avances del conocimiento sirvan para la paz y progreso de los terrícolas pero jamás para el exterminio de la gente presente y futura.