Tiempos de celebraciones

Tiempos de celebraciones

Fidel Castro fue la cabeza de un grupo de jóvenes que liberó a Cuba de una dictadura oprobiosa y durante décadas dirigió una revolución que ha cambiado la vida de su pueblo. Enfrentado al imperio,  Castro ha logrado sobrevivir a mil intrigas. Y desde el poder ha visto desfilar a Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush, Clinton y Bush.

Hugo Chávez fue la cabeza de un movimiento que le arrebató el control a la camarilla adeco-copeyana. Desde entonces dirige una revolución llamada a cambiar la vida de los venezolanos. Enfrentado al imperio, desde el poder, Chávez ya ha despedido a Clinton y a Bush. Y siendo joven todavía, bien pudiera despedir a Obama y un par de presidentes norteamericanos más.

George Washington fue el líder de la revolución que liberó su país del dominio inglés. Al inventar la revolución el sistema presidencial, Washington se convirtió en el primer presidente de la historia.  A  regañadientes, se convirtió en el primer presidente que se reelige. Y  terminó como el primer presidente que rechaza un tercer período.

Washington fue sustituido por Adams, otro líder de la revolución. Al perder la reelección, Adams se convirtió en el primer expresidente que se niega a intentar el retorno al poder. Adams fue sustituido por Jefferson, otro líder de la Revolución. Gobernó durante dos periodos y al igual que Washington se  negó a optar por un tercero. Jefferson fue sustituido por Madison, otro líder de la Revolución que gobernó durante dos periodos y se marchó a su casa.

Ahora, en medio de una profunda crisis económica y muchos frentes de guerra, el Norte y el Sur celebran sus grandes victorias políticas. De manera general, y como una premonición, el Sur vuelve a celebrar el éxito de líderes de todas las estirpes que habiendo alcanzado la Presidencia lograron o se esfuerzan por una permanencia que le permita desde  el poder dedicar el resto de su vida  a la lucha por el progreso de su pueblo. 

Aunque la lista ya es larga, el Sur celebra de manera especial los primeros cincuenta años de la Revolución cubana, y sobre todo  las virtudes del  líder que consagró su vida a encarnarla y dirigirla. Y los primeros diez años de la Revolución bolivariana, las condiciones excepcionales de Chávez y los resultados de un referéndum que le abre la posibilidad de continuar gobernando el país durante muchos años por venir.

El Norte, en cambio, vuelve a  celebrar  que  jóvenes, viejos, brillantes o mediocres, decentes o perversos. En tiempos de paz, de guerra, de prosperidad o de recesión. Desde Washington el esclavista hasta Obama el negro, pasando por Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush, Clinton y Bush, cada cuatro años se juramente un presidente. Solo un expresidente ha  retornado al poder. Y  solo un ciudadano ha gobernado al país por más de dos cuatrienios. Durante 220 años. 

En el ambiente internacional sombrío en medio de cual se producen aquellas celebraciones,  uno se pregunta si en esta América Latina vapuleada por las peores expresiones de autoritarismo, alguna vez aprenderemos que la alternabilidad democrática que jubila honorable y tempranamente a los presidentes es en si un objetivo revolucionario.  Como es revolucionaria la creencia que el progreso sostenido y solidario no descansa en la indefinida continuidad del líder sino en  las capacidades de la gente y la  fortaleza y continuidad de las instituciones.

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