Tiempos difíciles

Tiempos difíciles

Cuando llega la noche y nos acostamos dentro de nuestra cabeza empiezan a surgir muchas preocupaciones.
Pensamos, pensamos y pensamos hasta que consumimos gran parte del tiempo que debe ser dedicado al descanso y a la reparación del cuerpo.
Leí hace algún tiempo que la noche tiene el misterio de agrandar los problemas.
Mientras durante el día actuamos de forma normal, en el silencio de la noche empezamos a pasar revista a todos las situaciones difíciles de nuestras vidas.
Y esto crea tensión, angustia, desesperación y una condición muy difícil.
Los estudiosos de las Sagradas Escrituras afirman que el capítulo cuatro del libro de los Salmos, David lo escribió al llegar la noche en un tiempo de gran desafío para su vida.
Antes y después de asumir la posición de rey de Israel, él fue perseguido por fuertes enemigos que ansiosamente anhelaban destruirlo y quitarle la vida.
Primero fue el rey Saúl y, luego, su propio hijo.
David vivió una vida de zozobra, de peligros y en la que se justificaba tener fuertes temores.
Sin embargo, en esta porción de la Biblia, el antiguo pastor de ovejas mostró confiar grandemente en la disponibilidad de Dios para proteger siempre al hombre que anda de manera íntegra y justa.
Aquí él le pide al Señor que le dé alivio en su angustia y que esté atento a su oración (1).
Por eso llegó a la siguiente declaración: “En paz me acuesto y me duermo, porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado”.
David había visto tanto el favor de Dios en su vida que llegó a afirmar que su gracia y cuidado le daban un gozo mayor que el de aquellos que tenían sus casas llenas de comida y de bebidas.

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