¿Tiene el voto de castigo un valor de construcción democrática?

¿Tiene el voto de castigo un valor de construcción democrática?

[b]1.- RECLAMOS ECONÓMICOS, COMPAÑA ELECTORAL Y VOTO DE CASTIGO[/b]

El panorama de las elecciones de 2004, con un PRD de unidad pírrica, se caracteriza, quizás por primera vez en la historia electoral dominicana contemporánea, por reclamos económicos puros y duros. En los torneos electorales anteriores los enfrentamientos y polarizaciones se habían caracterizado por ideas, debates, más o menos, sobre temas de prejuicios personales y raciales sobre los candidatos, etcétera.

En más de una ocasión han cruzado por mi mente las argumentaciones folclóricas que algunos europeos suelen esgrimir ante unas elecciones : le povoir de achat, el poder de compra.

Al margen de alguna motivación ideológica, me pareció siempre interesante, cómo los electores franceses, por ejemplo, a cada primer ministro le tenían un récord de la subida o bajada del “poder de compra”, para entonces saber si podría ser renovada su permanencia en el palacio de Matignon.

Las elecciones dominicanas de 2004, cuyo protagonista a todas luces es el pollo entero y el medio pollo, están matizadas por una demanda clara de altas necesidades económicas.

Los reclamos publicitarios electorales en su gran mayoría están plagados de estos perfiles, en otras palabras: el leit motiv de la campaña electoral del año 2004 está relacionado con la sobrevivencia de las clases medias y las clases bajas, escenario en el cual todo alegato estructural del PRD (incluyendo el interactivo nocturno de Andy Panda and his group) en relación con la crisis económica, ha hecho a ese partido más vulnerable ante la opinión pública, habida cuenta de que un partido populista siempre trata de mantener ante las masas su gran imagen paternal de Gran Proveedor.

Cuando se hace un análisis para determinar la fuente del enojo del electorado, que le obliga a optar por un voto de castigo, muchas pueden ser las fuentes; en el caso de las elecciones de 2004, hay dos fuentes previsibles, a saber:

a) Factor de irritación económica.

b) Las consecuencias de un proyecto reeleccionista, fragmentario del universo tradicional de las jerarquías de poder hacia lo interno del PRD.

En el proceso de integración del PRD para enfrentar la campaña electoral del año 2004, se ha apelado al carácter de lo “genuino perredeísta”, fórmula integracional que pretende hacer olvidar o borrar la memoria de las heridas profundas con que se ha pretendido hacer la “galvanización” reeleccionista.

El voto de castigo contra la administración del PRD, para quienes creen en la reelección es imposible, porque se juega el juego de la mayoría numérica tradicional, se piensa que la composición del cuerpo político está intacta y que las razones de ideología en esta ocasión, compactan el proyecto descabellado y ausente de todo mística auténtica, como en otros tiempos.

La reelección y el modo en que ha construido sus argumentaciones para justificarse tienen más de farsa de que de realidad, han distorsionado de raíz las pocas argumentaciones de ideología que en su desparpajo, podían caracterizar al PRD, antes del proyecto electoral reeleccionista.

Porque no se ha entendido algo que para fines electorales es esencial entender: el PRD, al margen de su matrícula militante, esos enfermos desde chiquitos con el PRD, mística fanática que solo un partido de sus años y con su historia consigue, tiene también una gran periferia de votantes cuya racionalidad está muy lejos del fanatismo y está más cerca de la visión de lo que hoy es el país.

Un sistema que pretenda fomentar el crecimiento de la democracia, justamente, debe crecer sobre la base del debate y las ideas, no sobre la base del populismo y el fanatismo que excuse a los partidos en el poder de sus errores y cálculos para prolongar un proyecto de poder en nombre de una falta de visión inaudita.

[b]2.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA, LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y LAS ELECCIONES[/b]

El sistema electoral tiene su justificación y renovación en la libertad que los ciudadanos tienen para ejercer su voto libremente, los consensos electorales que puedan favorecer a un partido en particular, en elecciones transparentes, tienen motivaciones que vienen de la realidad real, valga la redundancia inevitable.

Los sistemas sociales equilibrados en una democracia que aspiren a crecer deben establecer reglas de juego claras, para que los ciudadanos se eduquen hacia un voto de conciencia.

En esas sociedades donde el subdesarrollo, el hambre, la manipulación y la pretendida vuelta al pasado hacen reos a grandes poblaciones de la jaula populista, el voto de castigo no es una figura entendida, de modo conciente y asumido.

Uno de los graves problemas de sociedades como la nuestra, es que esa libertad de análisis y conciencia para ejercer el voto de castigo, no siempre es posible, porque los proyectos de prolongación del poder secuestran, en nombre del populismo más ramplón, esa libre voluntad de los ciudadanos para ejercer el voto de castigo cuando es necesario.

El voto de castigo es una advertencia al gobierno que sale como al gobierno que entra; en la situación actual, ya el PLD conoce esa situación, porque justamente el voto masivo del año 2000, que desfavoreció a Danilo Medina, no fue la gran hazaña del PRD exclusivamente, hubo de modo periférico cuantiosos votos en la categoría de voto de castigo al saliente gobierno del PLD.

Huelga explicar, que el voto de castigo tiene la fuerza emocional del arranque, el ímpetu desbocado de una convicción, que se sustenta en•la irascible memoria del engaño, recuerdo mórbido de un compromiso pisoteado.

Ahí tenemos un claro ejemplo de cómo se debe construir la democracia, ejemplo que si fue válido para el 2000, nadie podría negar que debe ser válido para el 2004.

Porque no se trata, en aras de construir la democracia , de ocultar ahora en nombre de una “rancia militancia que vota por la bandera blanca” (abstracción que en boca de quien sea es una nulidad penosa y humillante), los vectores críticos que a ojos vista, han hecho que gran parte de una población no tendenciada, no quiera ni diga que quiere votar por el PRD, a eso se agrega el ingrediente irritante desvariado del candidato oficial de la reelección.

Colocados en este punto de la historia, o construimos una democracia con espíritu crítico o nos hacemos para siempre de la vista gorda ante los desmanes y las irresponsabilidades de los que han entendido que el poder es un juego de dominó y no un accidente de buena voluntad para resolver problemas sociales y hacer avanzar el país.

De lo que se trata es de que muchas de las cosas que hemos visto y sufrido no vuelvan a ocurrir, de lo que se trata es que ninguno de los partidos políticos del sistema, de modo particular el que debe ser desalojado del poder, entienda que tiene en el gobierno un cheque en blanco para hacer deshacer y el PLD, si ganara las elecciones debe entender, que con esa misma vara será medido, al menos en lo que a mí respecta: porque solo una visión crítica y social del fenómeno del poder político, no importa el partido que esté en el gobierno, puede ayudar a construir un proyecto democrático en la República Dominicana de hoy.

La crítica social y política debe ser un instrumento permanente que ayude a crecer a este país, si algunos gobernantes de turno, aún no lo entienden, será lamentable.

El voto de castigo sí ayuda a hacer crecer la democracia, porque enseña a los políticos que no están seguros en sus fantasías de poder ni en sus administraciones plagadas de adláteres sin juicio ni criterio propio, que dibujan a los mandatarios pajaritos en el aire, porque entienden que ser funcionarios de importancia es reírse de los chistes del Presidente de turno.

El voto de castigo es una figura del sistema electoral de la democracia, porque enseña que quien decide es la población en el pleno ejercicio de sus deberes ciudadanos y la mira puesta hacia un futuro más promisorio, de los estamentos sociales más necesitados, no solo en las clases populares o bajas, sino en las clases medias, las que en un craso error de estrategia gubernamental, han sido golpeadas sin piedad.

El voto de castigo, ejercido de modo oportuno, les demuestra a los partidos llamados mayoritarios, que el valor numérico de las matrículas electorales, no puede ser un pretexto para justificar lo injustificable: la destrucción de personas, instituciones y figuras públicas, legados, memorias y otros atributos, para adquirir el poder por el poder.

La democracia no se puede construir en un consenso tipo muermo de masas sin pensamiento o sensibilidad, los votos de castigo en el proceso de educación para construir una democracia, son una garantía esencial en la construcción democrática: porque marcan en silencio la diferencia entre la soberbia del poder por el poder y la transición y uso del voto ciudadano, para mejores fines y porque es un alerta permanente ante el poder enajenado.

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