Tierra alta

Tierra alta

PASTOR VASQUEZ
ceyba@hotmail.com
Jaime David Fernández Mirabal, un hombre político, un hombre de cultura y hombre social, no envejece, ni tampoco envejece su retrato, como habría pasado con Dorian Gray, descrito por el genio de Oscar Wilde.

En una de sus críticas a la Santa Iglesia Católica el filósofo de Bilbao, Miguel de Unamuno, analiza que cuando el cristianismo trata de conquistar los pueblos por la vía de las armas lo único que hace es terminar conquistado por aquellos a quienes cree a sometido a su doctrina, pues Jesús fue el primero en desaprobar la violencia cuando Marcos cortó la oreja a uno de los guardias romanos que iba a aprehenderlo.

Lo que quiso decir Miguel de Unamuno, en su obra “La Agonía del Cristianismo”, escrita en su exilio en Francia durante la férrea dictadura de Primo de Rivera, que sometía a su madre España, es que el cristianismo perdió su esencia desde el día en que salieron legiones con cruces en el pecho y lanzas a defender la tierra santa.

En momentos de crisis emocional, en un momento de profundo vacío, de irreflexiones generales, de ausencia en referentes ideológicos para la juventud, un hombre grande como Jaime David sigue la ruta de los sueños, de esos sueños que sólo los inmensos espíritus, como lo diría José Ingenieros, pueden albergar for ever.

Vuelvo a citar al general Douglas Mac Arthur, cuando dijo que los años arrugan la piel y renunciar a nuestros ideales arruga el alma.

El hombre que vive sin un ideal camina hueco, sin motivaciones para la vida, sin un rumbo fijo, será una máquina seca que de tanto erosionar sus hierros se va desgastando en un tiempo breve.

El ideal vive en Jaime David, pues él ha visto que a la juventud de su pueblo le falta algo, le falta un estímulo y un apoyo para expresar y plasmar sus inquietudes.

Y así, se ha lanzado con esta novedosa y revolucionaria idea, llamada la ruta de los murales.

Sí escribo de esto es porque sé lo importancia de esta obra genial para guiar a la juventud por el camino del bien, para forjar grandes y sanos valores.

Yo sueño con que llegue el día en que nos quitemos las corbatas y bajemos todos a los barrios, empresarios, militares, policías, educadores, funcionarios públicos y le digamos a los jóvenes que allí están: henos aquí, vinimos para saludar.

Onelio Jorge Cardoso, uno de los grandes escritores cubano, que cultivo con maestría, como lo hizo Juan Bosch, el cuento corto, dijo un día: “sueño tantas cosas, que he soñado con que los cubanos nos vayamos un día navegando con la isla y en el primer puerto que lleguemos digamos: aquí estamos, somos los cubanos que venimos a saludar”.

La juventud está sola, la juventud está desamparada, la juventud de ahora no tiene a quien seguir, porque están en crisis los ideales.

Es ese vacío que provoca el desvío de las inquietudes y es de allí que surgen los bribones y los delincuentes que marchitan el buen ritmo de la sociedad. Después, el drama, la muerte, el horror.

Hay que salir a cazar a esos delincuentes y el delincuente termina.

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