Tierra alta   
Un abuso primitivo

<p><span>Tierra alta    <br/><strong>Un abuso primitivo</strong></span></p>

PASTOR VÁSQUEZ
ceyba@hotmail.com
Este sábado pretendía narrarle una de esas historias refrescante del rico pasado dominicano, pero cuando me sentaba frente a la computadora me encontré con un correo que me ha enviado un amigo sobre una barbaridad que pasó en nuestro país contra un fotógrafo extranjero casado con la dominicana Lorgia García, una periodista a quien conocía hace muchos años.

Esto me ha dejado impactado, pues pensé que barbaridades como esa sólo pasaban en países en un estadio inferior de civilización. Lo que le pasó al fotógrafo John Gallagher pudo haberle pasado a uno de nuestros amigos norteamericanos o europeos que han venido a invertir en nuestra tierra dominicana, por eso me impacta y me llena de vergüenza. Veamos:

SANTO DOMINGO, D.N.- La periodista Lorgia García denunció que su esposo, el fotógrafo norteamericano John P. Gallagher, fue víctima de una paliza de parte de un grupo de personas azuzadas por una señora que alegadamente lo confundió con un hombre que quería robar su automóvil.

Asimismo, la señora García denunció que su esposo, que es un artista cristiano y se encuentra en labores de altruismo y solidaridad, fue llevado hasta el cuartel del Plan Piloto de la Policía Nacional, en donde fue recibido a punta de pistola y recibió otra paliza de parte de los agentes que supuestamente se dedican a hacer cumplir las leyes y a mantener el orden público.

“Yo soy una persona que creo en la justicia y en la humanidad, por eso hago este tipo de trabajo sin fines de lucro y para el beneficio de la sociedad. Pero hoy me tocó ver un lado tan oscuro de la humanidad, tan triste. Ver como esta gente me agredía físicamente, y me humillaban, sin ni siquiera preguntarme nada, ni escuchar nada. Es la experiencia más entristecedora de mi vida”, expresó Gallagher.

La familia Gallagher-García denunció que aunque después de las dos palizas finalmente se aclaró que se trataba de una desafortunada confusión, los agentes policiales y el ayudante fiscal dejaron marchar a los culpables del abuso, sin que se hiciera ningún esfuerzo para que fueran debidamente sancionados.

A continuación la narración de los hechos hecha por la periodista Lorgia García, esposa de John Gallagher:

En busca de justicia

Después de pasarse toda una mañana, como todos los días, tomando fotografías de índole social para  beneficio de su país adoptivo, el fotógrafo norteamericano, y autor de la foto ensayo “Cristo Rey: Entre Lucha y Esperanza”,  JP Gallagher, vivió una verdadera pesadilla dominicana.

Por causa de una confusión, quizás por la histeria en la que nos encontramos viviendo por el incremento del crimen y la violencia en el país, Gallagher fue acusado injustamente por una señora apellido Rodríguez, de intento de robo de su carro.

Tomándose la justicia en sus manos, la señora Rodríguez instó a una turba de personas, que se encontraban en los alrededores de su oficina, ubicada en la urbanización La Diana (detrás de Metaldom), a que agarraran “a ese hombre que va caminando allí porque es un ladrón.”

Sin preguntarle nada ni darle la más mínima oportunidad de defenderse, le atacaron dos civiles, que después de amarrarlo de pies y manos, le tiraron contra el pavimento y procedieron a golpearlo violentamente sin explicación alguna, y ante los ojos de una multitud de espectadores pasivos, que aprovecharon para robarle a Gallagher, sus objetos de valor.

La violencia le causó fracturas en la nariz, hematomas en la cabeza, cuello, brazos  y piernas del artista y trabajador social norteamericano, además de las serias heridas no visibles que han de marcar para siempre su vida.

“Estas son las cosas que uno escucha que le pasan a otras personas. Hoy fui yo esa persona,” declaró Gallagher, “Yo soy una persona que creo en la justicia y en la humanidad, por eso hago este tipo de trabajo sin fines de lucro y para el beneficio de la sociedad. Pero hoy me tocó ver un lado tan oscuro de la humanidad, tan triste. Ver como esta gente me agredía físicamente, y me humillaban, sin ni siquiera preguntarme nada, ni escuchar nada. Es la experiencia más entristecedora de mi vida.”

Gallagher fue esposado y trasladado al destacamento del Plan Piloto en el sector Honduras donde fue recibido a golpes, insultos y a punta de pistola, por oficiales de la policía:

“Estuve horas allí sin que nadie me pidiera una declaración y sin que me permitieran hacer una llamada a mi esposa, o a mi embajada.  Fue terrible estar allí viendo que estaban decidiendo sobre mi vida, sobre mi integridad como persona, pero que no brindaban la más mínima oportunidad de defenderme. Así me trató la policía dominicana. No solamente como un delincuente, sino como un insecto. Porque hasta los delincuentes tienen derechos humanos, derechos ciudadanos, que a mí no me fueron respetados”.

El caso se resolvió seis horas más tarde al pasar a manos del Magistrado Brown, quien parece haber sido la única persona imparcial y objetiva dentro de este destacamento. Brown, después de escuchar las declaraciones de Gallagher y  de la Sra. Rodríguez, determinó que todo había sido causa de una terrible y lamentable confusión y dio por concluida la denuncia, aunque ya para ese momento, la Sra. Rodríguez había desaparecido, como desaparecieron también los verdaderos criminales: los golpeadores, los ladrones y los policías corruptos.

¿Qué nos pasa en este país en que la histeria colectiva nos hace tenerle miedo a todo el mundo y responder miedo con violencia? ¿En qué momento se convirtió en aceptable el ajusticiamiento público estilo edad media, sin pruebas, sin jueces, sin justicia? El caso de Gallagher es sólo uno de los muchos que se ven cada día en nuestro país, donde se juzga culpable al ciudadano acusado de un crimen hasta ser probado inocente, ¿no se supone que la constitución dice lo contrario?

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