Tierra alta

Tierra alta

PASTOR VÁSQUEZ
ceyba@hotmail.com
Buenos días, pueblo dominicano, hoy los dejo con dos cartitas que nos envían los lectores Marino Tejeda y Rafael Pimentel. Hasta el próximo sábado, si Dios quiere.

DE UN LECTOR

Quien suscribe tiene una experiencia de más de 20 años vinculado a los problemas  de las comunidades localizadas en las cuencas de los ríos Ozama e Isabela, y por los comentarios que hace en su artículo publicado en el diario Hoy, me animo a hacerle los siguientes apuntes:

Estoy de acuerdo en que el compromiso de restablecer el país tras el paso de la tormenta Noel no es exclusivo del Presidente de la República y, por consiguiente, se trata de una tarea compartida por todos y todas. Igualmente, entiendo que no se trata simplemente de mitigar los efectos de la tormenta, sino de tomar medidas previsoras, a fin de reducir los efectos de futuras experiencias similares, tomando en cuenta la localización geográfica de nuestra isla.

Esta tarea de impedir la construcción de viviendas en áreas de riesgo no es necesariamente una cuestión de la Ley 64-00; es, amigo, una tarea mucho más complicada: es cambiar parte de la cultura tradicional de la gestión municipal, son las unidades de planeamiento urbano de nuestros municipios, los que mandados por leyes especiales, los competentes para enfrentar esta situación. Sin embargo, hasta el presente, lo que importa a los concejos de regidores y a los equipos técnicos nombrados por los síndicos, es ver cuánto pueden conseguir en el más breve plazo; lo concerniente al cumplimiento de sus obligaciones es la gran ausente, razón por la cual no hay la implementación de ninguna de las normativas vigentes para impedir las construcciones en áreas de alto peligro, generando la pérdida de vidas y de bienes que resulta irrecuperables y que constituyen factores generadores de pobreza.

Ahora bien, ¿por qué la gente ubica sus frágiles estructuras habitacionales en estas zonas de alta peligrosidad? no es el azar, es la gran desgracia dejada a su paso por el huracán más enojoso que hemos tenido: la aplicación de un modelo económico  concentrador de  la riqueza. A este respecto le invito a que lea un artículo que publicara el pasado 14 de este mes  Bienvenido Álvarez Vega en este mismo diario, para que se dé cuenta de las fuerzas que empujan a las poblaciones a ubicarse en estos espacios que algunos han calificado como “suicidas”.

La propuesta que usted hace sobre la venta de los terrenos al sector privado, sustentándola en su experiencia con este amigo de Miami, no es nueva para el caso de los ríos Ozama e Isabela, es el fundamento del Plan Indicativo de la Zona Norte, una vieja idea que el Dr. Balaguer acarició hace muchos años, sin embargo, la resistencia popular se la hizo trizas.

Las millonarias inversiones que se hacen desde ya y que se ampliarán en San Soucí, se corresponden con esta idea suya de vender al que mejor pague el uso de los terrenos, pero sepa que esas comunidades llevan más de 50 años en esos lugares, que la mayoría de esas familias fueron desalojadas de otros terrenos y que no están dispuestas a dejar en manos del gran capital inmobiliario, un suelo ubicado en el centro de la ciudad, próximo a los más importantes servicios públicos, para irse a las afueras de la ciudad, sin las mejores   condiciones, como ha sido costumbre del Estado dominicano.

Marino Tejeda

OTRA CARTA

Mi opinión es sobre su artículo del sábado 10 de noviembre en el digital Hoy.

Pues yo siempre he pensado lo mismo que usted plantea aquí y aun voy más lejos con mi plan, pues los que vivimos en el exterior hemos tenido la oportunidad de ver más que los que no han podido viajar como nosotros. 

Resulta que en todas la ciudades desarrolladas uno ve que las riveras de los ríos son las áreas de la ciudad  donde  los bienes raíces son más costosos,  pero ese no es el caso en República Dominicana.  Mi plan es el siguiente:

El Gobierno debe de estructurar un plan en el cual le otorgué a la  empresa privada  derecho absoluto de desarrollar todo el margen del río  por lo menos por 100 años.  Para reubicar los residentes del lugar.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas