Tierra alta 
De LilÍs al Presidente Meriño

Tierra alta <BR><STRONG>De LilÍs al Presidente Meriño</STRONG>

PASTOR VÁSQUEZ
ceyba@hotmail.com
El 29 de julio de 1881 se levantó en armas, en el oriente, el general Cesáreo Guillermo, quien había desembarcado acompañado del general Juan Isidro Ortea y de un grupo de extranjeros que había conquistado en las islas.

Rápidamente, el fuego de la revuelta calentó los llanos de Hato Mayor, el Seibo y Salva León de Higüey.

El presidente Fernando Arturo de Meriño, conocedor del peligro que se avecinaba, despachó al aguerrido general Ulises Heureaux, conocido como Lilís, a sofocar la rebelión.

El general Heureaux, temible y temerario, se presentó con su tropa en tierras de Oriente el 3 de agosto de ese año y al poco rato le salía al encuentro a aquel sedicioso general llamado Cesáreo Guillermo. El bravo general Heureaux aplastó la rebelión en un lugar llamado el Cabao y he aquí el parte de guerra que envió al Presidente Meriño:

“Hoy ataqué a Cesáreo en el Cabao, lomas del infierno, custodiadas por condenados …Los derrotamos… !Secreto! Yo chupé mi golpón; recibí una herida en el pescuezo que me perforó una parte… Yo montaba el caballo de Yo Pérez que murió en el acto, pero después del golpe reviví y se tomó la primera trinchera; de ahí siguió la fiesta alzando un poco la música… haga el favor de no decir nada de mi herida.

… ayer no le escribí porque me dolía mucho el pescuezo… la fiesta va bien si no se descompone… !Déjeme seguir con mi política campestre; yo sabré a qué hora se debe subir la güira… Hoy vi y besé la Virgen… Acepto con la humildad que caracteriza y preside mis actos las bendiciones de su merced, mi padre. La estrella de la fortuna bate sin cesar sus blancas alas sobre mi cabeza… El Cabao era para mí Arcola… Mi salud sigue mal; de la herida sufro algo, pero no es de cuidado.

Casi tengo cogidos a todos los españoles, puertorriqueños y dos franceses de la Guadalupe. Dígame si convendrá a sus intereses y al pleito que hay que entablar con Francia y España fusilarlos; me detengo hasta recibir su aviso… Cesáreo ha cogido el monte solo… ¿Con que usted confía en mi buena estrella? ¡Yo también! Y como sus cartas son para mí reliquias sagradas, cuando las recibo las leo en público para esparcir sus bendiciones a todos, y como hijo del deber, nada más grato para mí que el hallar la favorable oportunidad de probar al mundo mis rectos sentimientos y la pureza de mi alma… La República será por muchos años la misma de 1844, y para hacer valer la ley escrita se hará indispensable la fuerza, base del derecho y freno de la anarquía… Hoy he ordenado al general Miches la ejecución del Johanses y el Ilustre; fuera de cizaña…

Padre, es preciso abrirle ancho campo a todos los aspirantes. Empéñese en que se consigne en la Constitución que el período presidencial sea por un año y sin reelección…

No pise las aceras de las calles, pues el día que menos piensa usted le dan un golpe al abrir o cerrar alguna puerta; lo más claro es lo más seguro; ¡el medio de las calles!… De Higüey respondo porque la Virgen de La Altagracia está decididamente a mi favor… Los esfuerzos que he hecho por descubrir el escondite de Cesáreo son inmensos, pero el mozo se guarda muy bien… Si se logra encontrar se le pondrá punto final a la obra, como dice usted, si no se encuentra le pondré dos puntos, y me retiraré dejando los lazos armados…

(Cartas de Lilís a Meriño, citada por Ramón Marrero Aristy, La República Dominicana, origen y destino del pueblo más viejo de América,  Tomo II, capítulo 4, Página 203)

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