Tierra alta 
Los Últimos dÍas del general  Heureaux

Tierra alta <BR><STRONG>Los Últimos dÍas del general  Heureaux</STRONG>

PASTOR VÁSQUEZ
ceyba@hotmail.com
Sería el 10 o el 11 de julio de 1899, en la postrimería de aquel siglo de gloria, cuando salió el presidente Ulises Heureaux rumbo a Sánchez, una lejana población ubicada cerca del Atlántico. Iba abatido y decepcionado aquel general que todo lo había podido, que había ganado mil batallas y que en tiempos de guerra y de paz había aplastado a sus más fieros enemigos.

El país estaba en bancarrota, las papeletas que emitía el gobierno no tenían ningún valor y el presidente sale hacía el Norte a calmar los ánimos de una población decepcionada. De Sánchez sale en el viejo tren hacia tierra adentro, a las profundidades del Cibao. Y en Moca volaba el ave gris de su desgracia.

Cuando lo asesinaron, el general tenía 54 años de edad. Nació un año después de fundada la República y creció en medio de las guerras civiles, de las leyendas de héroes y de las hazañas crueles de los tiranos tropicales que, como él, azotaron a media América durante casi dos centurias.

Inteligente, sagaz, manipulador y, sobre todo, gran actor natural, el general Heureaux se forjó en el campo de batalla. Era un hombre de gran cultura.

Pedro Henríquez Ureña, en su libro el “Español en Santo Domingo”, narra que el general Heureaux tenía la facultad de cambiar de lenguaje dependiendo de la región o el tipo de persona con la cual conversaba. Era cibaeño de origen, pero cuando estaba en el sur hablaba como si fuera un sureño.

Dominaba inglés correctamente, al igual que el francés, y entendía el creole que hablan nuestros vecinos del Oeste.

Hijo de los inmigrantes Josefa Level, de Martinica, y D’ Assas Heureaux, un culto hombre nacido en Haití, el jovencito aprendió a escribir y leer en inglés en la escuela de un tal Mister Thauller.

Era un adolescente cuando el general  Pedro Santana decidió anexar la República a España. Cuando estalla la guerra restauradora, en 1963, el joven Heureaux, a quien se conocía desde niño con el apodo de Lilís, comenzó a prestar servicios a los guerrilleros que rodeaban Puerto Plata, llevando mensajes, armas y municiones al frente que dirigía el patriota Gaspar Polanco.

Luego pasó a los servicios del general Tomás Cocco, pagador de las tropas, y de allí fue ascendido a alférez. Más tarde se une al general Gregorio Luperón y en adelante el mundo conocería la historia de un valiente soldado que lo dio todo por su patria, que no temía al fuego de los cañones ni al filo de las espadas.

Cobijado en la sombra del Padre de la Segunda República, llega a Presidente en 1882. Realizó un gobierno decente y democrático, y al final de su mandato entregó el Poder pacíficamente.

A partir de 1886, cuando asume su segundo mandato, el general Heureaux, había cambiado. Se alejó de su maestro y guía, para convertirse en un fiero dictador. Sin embargo, fue un dictador progresista, que protegió la inversión extranjera, introdujo la moderna industria azucarera y permitió el libre comercio. Ayudó al general Máximo Gómez en su empresa independentista en Cuba, pese a las diferencias que hayan podido surgir.

El 26 de julio de 1899, el general Heureax llegaba a Moca. Iba a caballo, sin su Estado Mayor, acompañado sólo por su ayuda de campo. Había terminado de conversar con el comerciante Jacobo de Lara y se dirigía a la oficina local de la Administración de Hacienda, cuando fue sorprendido por el adolescente Jacobito de Lara (hijo) y Ramón Cáceres.

Este miércoles, cuando se cumplen 107 años de la muerte de esta controversial figura, será inaugurada la película “Lilís”, que dará inicio al cine épico dominicano. ¡Buana suerte, Jimmy Sierra!

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