Ahora la moda es ponerle un nombre bonito a todo para que las cosas parezcan lo que no son y viceversa, y los peledeístas se han convertido, probablemente como consecuencia de su larga permanencia en el gobierno, en expertos en parir nombres pomposos y rimbombantes, bien sea para rebautizar un anodino ministerio plagado de botellas o una comisión interinstitucional cuyo único propósito es juntarse a cherchar los fines de semana en Bávaro. Así las cosas, un buen día ocurrió que los presos dejaron de ser presos para convertirse en internos, las prostitutas dejaron de ejercer el oficio mas denigrado desde que el mundo es mundo para convertirse en trabajadoras sexuales con derecho a pensión y plan de retiro, y los viejos ya no son viejos sino adultos mayores, aunque los achaques propios del inexorable paso del tiempo son y seguirán siendo los mismos. Tan extendida está esa moda que las organizaciones que manejan con talante mafioso el transporte de pasajeros han creado los “controladores de rutas”, que no son mas que matones armados de machetes, garrotes o cualquier otra arma contundente cuyo “trabajo” es evitar que los carros piratas transporten pasajeros en las rutas “propiedad” de los sindicatos y federaciones que los contratan. Uno de esos “controladores de rutas” fue asesinado por un capitán del Ejército al que quiso impedir que conchara desmontando a la fuerza a sus pasajeros, a los que llegó incluso a agredir físicamente, en lo que ha sido definido como un pleito entre choferes por el control de las rutas. Pero como en esos pleitos, inexplicablemente, las autoridades no se meten ni aunque las llamen, de ahí no pasará el alboroto. Y las calles seguirán siendo tierra de nadie donde impera la ley del mas fuerte o el mas violento, y los usuarios de nuestro caótico sistema de transporte seguirán siendo vejados y maltratados por choferes y transportistas sin que nadie los proteja y defienda.