Tierramérica

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ROBERTO SAMAYOA
GUATEMALA.  Tierramérica.  El guatemalteco Parque Nacional Laguna Lachuá es un trozo de selva que resiste el avance petrolero, de monocultivos e infraestructura vial, ofreciendo experiencias de desarrollo sustentable a cargo de los indígenas del lugar.

El parque tiene una extensión de 14.500 hectáreas en el central departamento de Alta Verapaz, y es el corazón de una ecorregión más vasta, de 55.000 hectáreas en las que viven indígenas q’eqchies.

Lachuá significa en idioma qeqchi, «agua que huele mal». Ubicado en la zona de Ixcán, en la llamada Franja Transversal del Norte (FTN), se dice que por años se mantuvo a salvo de la depredación porque se trataba de un polígono de caza del ejército.

Hoy es administrado por el Instituto Nacional de Bosques (INAB), por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación y por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap).

Diez años atrás, a impulsos de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), surgió el proyecto Lachuá, ejecutado por todas estas entidades, y que ha incorporado a las comunidades y al municipio de Cobán, con apoyo del gobierno de Holanda.

El modelo de desarrollo participativo integral con las 55 comunidades indígenas ha permitido obtener buenos resultados, dijo a Tierramérica el coordinador del proyecto, José López.

Los indígenas conservan 1994 hectáreas de bosque, por lo que entre 2006 y 2007 recibieron 82.000 dólares del INAB. En el mismo lapso, el aprovechamiento forestal de 1.290 hectáreas les redituó 617.000 dólares, según López.

Se desarrollaron rutas turísticas en el cañón El Peyán, en Rocjá Postila, en finca Salinas Nueve Cerros y en la laguna Lachuá. Además, los comuneros participan en la siembra de 9,6 hectáreas de piña y en la venta del fruto. La meta es llegar a algo más de 50 hectáreas, cuya producción servirá de sustento a 110 familias.

Unas 200 personas trabajan en 2.000 colmenas que producen miel, con la aspiración de llegar a 5.000 que provean ingresos a 300 familias. También cultivan aguacate, limón, naranja, chile y cacao.

En 2006, se plantaron 70.000 semillas de cacao importadas, proveyendo además de un cultivo que absorbe dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero. En el río Chixoy se crían tilapias.

En 2005, los indígenas constituyeron dos Consejos Comunitarios de Desarrollo (Cocodes), para mejorar los accesos a la ecorregión, construir ocho escuelas, administrar un fondo de becas y proveer electricidad a tres comunidades.

El parque Lachuá fue declarado en 2006 sitio Ramsar por las Naciones Unidas, por su importancia como humedal y hábitat de especies animales, especialmente aves migratorias.

Pero en la zona hay avidez por tierras de cultivo, hidrocarburos y construcción vial.

El inicio de la depredación fue en los años 70, dice Luis Solano en su investigación «Franja Transversal del Norte: neocolonización en marcha», cuando militares y empresarios «se dedicaron (…) a la acumulación de tierras para abrirle paso a la ganadería extensiva y la explotación de recursos madereros».

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En la zona de amortiguamiento del parque, donde se ejecutan los proyectos, 90 por ciento de los indígenas son propietarios de la tierra. Si más campesinos se asentaran allí sería en calidad de usurpación.

En esta situación se encuentran seis comunidades, tanto en esa área como en el núcleo del parque, dijo a Tierramérica Raúl López, de la Secretaría de Asuntos Agrarios.

Dos comunidades, que sólo trabajan en el amortiguamiento, serán reubicadas. Las otras cuatro ocuparon las tierras luego de la declaratoria de área protegida, por lo que «existe la posibilidad de que sean retiradas», añadió.

«Políticos y empresarios ignoran cómo funciona la Naturaleza»

BUENOS AIRES.   Tierramérica. Si pudieran, políticos y empresarios intentarían extraer la última gota de fertilidad de nuestros suelos para ganar el último dólar o peso, afirma el conservacionista Douglas Tompkins.

El estadounidense Douglas Tompkins vendió hace más de 20 años su firma textil para dedicarse a proyectos conservacionistas en Argentina y Chile, donde este filántropo es visto con enorme desconfianza.

En 2002, su fundación, The Conservation Land Trust, donó a la Administración de Parques Nacionales de Argentina 67.000 hectáreas que él mismo había comprado en la austral provincia de Santa Cruz. Allí se creó el Parque Nacional Monte León.

Para entonces ya tenía 300.000 hectáreas de tierras chilenas que cedió para su conservación a la privada Fundación Pumalín. Ahora Tompkins vive en una hacienda de la reserva Esteros del Iberá, en la nororiental provincia de Corrientes, que también será cedida al Estado para su conservación.

En entrevista con Tierramérica por correo electrónico, cuestionó con dureza las grandes obras de infraestructura en zonas vírgenes.

TIERRAMÉRICA: — ¿Cómo ha sido el manejo del Parque Nacional  Monte León, en la costa atlántica argentina?

DOUGLAS TOMPKINS: — No he podido volver a Monte León en los últimos años, así que confiamos en Juan Kuriger, que vive allí con su esposa Silvia Bruan.

Creemos en el sistema de parques nacionales y en que los países deben tomarlos en serio y financiarlos como se debe. En muchos aspectos, pueden ser ejemplo de cómo un país se administra a sí mismo.

Lo digo por experiencia, pues en Chile administramos el equivalente a un parque nacional en Pumalín, lo hicimos durante 13 años con el ahora Parque Nacional Corcovado, y lo hacemos aquí en Iberá.

–¿Su organización mantiene control sobre Pumalín para garantizar su preservación?

–Donamos la mayor parte de Pumalín a través de una fundación de California a otra chilena, que está aún bajo nuestro control, así que hubo muy pocos cambios. Cuando estemos listos, lo donaremos al sistema de parques nacionales de Chile, en los próximos 10 o 15 años.

— ¿Usted se opone a la construcción del complejo hidroeléctrico de Aysén, en el sur de Chile? ¿Cómo cree que debería enfrentar la falta de energía?

— ¿Quién ha probado que a Chile le falta energía? Quizás lo que tiene es exceso de demanda. Debería trabajar en conservación y eficiencia y luego en fuentes alternativas.

— ¿No sus posiciones conservacionistas en Argentina y Chile puedan ir contra el desarrollo de estos países?

— Su pregunta implica que la conservación debe relegarse a un segundo plano. Pero la naturaleza funciona en sus propios términos, y no como a los humanos les gustaría. El punto de vista dominante en el mundo nos trajo pobreza, catástrofes ambientales y extinciones masivas. Si continuamos así, lo próximo será el colapso ambiental.

— ¿Cómo ve a las empresas que construyen terraplenes en los Esteros del Iberá?

— El caso más interesante es el de Forestal Andina, que lleva casi tres años desafiando a las leyes para construir terraplenes destructivos. Esta firma ignoró órdenes judiciales y provocó un caos ambiental en sus tierras.

Los agro combustibles

¿Panacea?

Es posible elevar la producción de biocombustibles sin invadir tierras destinadas para alimentos

Ignacy Sachs *

PARÍS.   Tierramérica.-  Es posible elevar la producción de biocombustibles sin invadir tierras destinadas para alimentos ni recurrir a la deforestación, afirma en esta columna exclusiva el economista Ignacy Sachs.

Los entusiastas de los biocombustibles consideran que son una panacea para las crisis de la energía y del cambio climático, que podría servir para perpetuar el reinado de los vehículos a motor y las actuales pautas perversas de consumo.

Los detractores de los biocombustibles -destilados de cultivos como maíz, azúcar, palma aceitera y soja, entre otros- afirman que el desvío de las escasas tierras agrícolas para la producción de etanol y biodiésel provocará una grave crisis alimentaría.

Al referirse a la moda de los biocombustibles, el ambientalista estadounidense Lester Brown dijo que se trata de una batalla épica entre 800 millones de propietarios de automóviles y 2.000 millones de estómagos vacíos.

Sabemos que el hambre no es causada por escasez de alimentos sino de dinero para comprarlos.

Pero esto no significa minimizar los apuros creados por los recientes incrementos de precios de los alimentos y sus sucesivos altibajos. Sin embargo, es absurdo discutir el impacto de estas subas sin tener en cuenta las causas estructurales de la pobreza masiva.

Debemos esforzarnos para lograr una mayor moderación y eficiencia en el consumo de energía y, al mismo tiempo, tomar todas las medidas necesarias para asegurar la complementariedad entre las producciones de alimentos y de biocombustibles.   Si se respetaran las siguientes condiciones sería posible incrementar grandemente la producción de biocombustibles sin invadir las tierras utilizadas para la obtención de alimentos.

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