Tierramérica
Bali con pronóstico reservado

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Por Eric Lemus * – IPS/IFEJ
 NUSA DUA, Indonesia, dic (IPS/IFEJ)
La multitudinaria conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático que se celebra desde el 3 de este mes en la paradisíaca isla indonesia de Bali ha oscilado entre el optimismo y el hermetismo.

La cita es el termómetro sobre el éxito o el fracaso de un tratado estratégico contra el calentamiento de la Tierra, que debería emerger en dos años. Pero el pronóstico es reservado.

Los cuatro asuntos en torno a los que giran las conversaciones son la mitigación del calentamiento global, la adaptación al cambio climático ocasionado por el aumento de la temperatura, la transferencia de tecnología de los países ricos a los pobres, y los incentivos para la lucha contra la deforestación.

Pero otros problemas, que no figuran en la agenda principal, están latentes en este encuentro y ya los sufren en carne propia muchos habitantes del planeta.

 Existen 25 millones de «refugiados climáticos» en el mundo que no son reconocidos por el derecho internacional porque éste sólo protege a quienes huyen de guerras o persecución política, religiosa o étnica, dijo para este artículo la diputada del Partido de los Verdes del parlamento sueco, Bodil Ceballos.

«Al haber negado que el cambio climático existe durante mucho tiempo, el mundo tampoco ha querido ver las consecuencias. En Suecia se está hablado de que eventualmente tendremos refugiados climáticos de los países mediterráneos europeos si no se frena pronto el uso de combustible fósil», agregó.

El paso del ciclón Sidr, que azotó Bangladesh el 15 de noviembre, dejó más de cuatro mil muertos y más de siete millones de damnificados, muchos de los cuales no pueden volver a sus hogares y están pasando hambre.

Un destino que podrían experimentar los habitantes de muchos lugares, como las islas y las costas bajas, muy susceptibles a la elevación del nivel del mar.

Bali es una de las 17 mil islas que componen el archipiélago más grande del planeta, y un destino turístico atractivo por su impresionante cadena de volcanes y la originalidad de su cultura.

Pero Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo, con más de 220 millones de habitantes, está expuesta a grandes peligros.

La elevación del nivel del mar, de unos dos milímetros por año, se acelerará a cinco milímetros anuales en este siglo. Un  cambio de esa magnitud representará pérdidas significativas para los 80 mil kilómetros de costas indonesias así como para sus arrecifes de coral, pesquerías y manglares, afirma un estudio publicado el 4 de este mes por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Las bellezas de Bali ayudan a reforzar la nota optimista que aportó el nuevo gobierno de Australia al ratificar el Protocolo de Kyoto, dejando solo a Estados Unidos en su rechazo al único tratado internacional que obliga a reducir los gases que recalientan la atmósfera.

El gobierno de George W. Bush quedó más aislado cuando un comité del Senado votó a favor de un proyecto para establecer límites obligatorios a los gases invernadero.

Miles de delegados gubernamentales de más de 180 países, expertos y activistas están presentes en la XIII sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y en la tercera reunión de las partes del Protocolo de Kyoto.

Pero las negociaciones se llevan a cabo a puertas cerradas con el fin de establecer una agenda que culmine en 2009 con un tratado obligatorio de reducción de gases invernadero más allá de 2012, cuando expire el Protocolo firmado en 1997 en la ciudad japonesa de Kyoto, vigente desde 2005.

Las naciones industriales partes de Kyoto están obligadas a abatir sus gases invernadero a volúmenes cinco por ciento inferiores a los de 1990, antes de 2012. La discusión se encamina ahora en dos rumbos: cómo conseguir un acuerdo que incluya a Estados Unidos, responsable de más de 20 por ciento de la contaminación climática, y qué tipo de obligaciones deberían asumir países en desarrollo como China, India o Brasil, convertidos en potencias económicas emergentes.

Si bien nadie se irá de Bali con un compromiso firmado para las próximas décadas, muchos ojos están puestos en la «hoja de ruta» que emerja de las discusiones del Grupo de Trabajo Ad Hoc del Protocolo de Kyoto, encargado, entre otros asuntos, de establecer un rango de reducciones de gases que deberán adoptar las naciones ricas.

Organizaciones  como WWF esperan que el Grupo de Trabajo confirme una decisión informal adoptada este año en Viena: los países industriales deberán llegar a 2020 con reducciones de emisiones de entre 25 y 40 por ciento respecto de los volúmenes de 1990.

Ese sería el umbral mínimo para evitar que la temperatura se eleve más de dos grados en este siglo y desate consecuencias naturales catastróficas, ha advertido el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

Este fue el año del clima. El premio Nobel de la Paz fue concedido al IPCC, cuyos últimos informes establecieron más allá de dudas que las actividades económicas humanas juegan un papel crucial en el cambio climático ya desatado.

ACENTOS
Ollas y sartenes contra el cambio climático
Por Daniela Estrada
Para minimizar la contaminación climática, un restaurante de Santiago aprovecha mejor el calor y la energía, compra electricidad limpia y certificados de carbono.

SANTIAGO, dic (Tierramérica)  El restaurante vegetariano El Huerto, en Santiago, es el primero de Chile que decidió combatir sus emisiones contaminantes de dióxido de carbono.

El Huerto, con capacidad para 100 comensales, abrió sus puertas en 1980 en el acomodado vecindario de Providencia y hoy goza de fama entre los amantes de la comida saludable y la naturaleza.

Fieles a su conciencia ecológica, sus dueños, José Fliman y Nicole Mintz, decidieron en junio dar un paso que los llevara más allá de sus afamadas tarta de alcachofas y verduras salteadas: neutralizar el dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero, liberado a la atmósfera por la cocina y el servicio a los comensales.

«Queríamos reducir nuestro consumo de energía y compensar lo que no podíamos ahorrar», explicó a Tierramérica Fliman, quien dejó el proceso en manos del no gubernamental Instituto de Ecología Política (IEP).

El IEP se dedicó primero al análisis energético de El Huerto, que emite anualmente 64,65 toneladas de dióxido de carbono por consumo de electricidad térmica y combustibles fósiles como gas, parafina, carbón y bencina.

Luego diseñó un plan de ahorro energético de 12 por ciento mensual con consejos prácticos y talleres educativos para cambiar los hábitos de los más de 20 trabajadores del concurrido restaurante.

«La charla que (IEP) nos dio sobre el cambio climático nos hizo tomar conciencia de la gravedad del problema», señaló a Tierramérica la mesera Isabel Carvajal.

Se cambiaron bombillas eléctricas por las de bajo consumo, se sellaron filtraciones de aire para disminuir el uso de calefactores en invierno y se instalaron toldos fuera de las ventanas para reducir la entrada de calor en verano.

Las ollas se tapan para disminuir el tiempo de cocción de los alimentos, se almacena el agua caliente en termos y se apagan luces innecesarias durante el aseo.

La evaluación final del proceso se hará en noviembre de 2008. Mientras tanto, el restaurante  decidió compensar todo el dióxido de carbono emitido en 2007 comprando electricidad limpia y bonos de carbono, destinados a financiar proyectos de baja o nula liberación de gases invernadero.

El Huerto compra electricidad a El Rincón, una central hidroeléctrica de pasada, que aprovecha la energía natural de los ríos sin acumular el agua en embalses.

En agosto, el propio IEP certificó que El Rincón producía energía limpia, respetando el ambiente y la población, según los estándares de la Red Europea de Electricidad Verde.

El Huerto también compra bonos de carbono a Climate Care, que utiliza el dinero para implementar proyectos limpios en nombre de sus clientes.

El restaurante desembolsó 770 dólares por la compensación de 2007. El 30 de noviembre entregó unos 295 dólares a El Rincón, que genera 2,4 kilovatios por hora. A Climate Care, que otorga certificados o permisos para emitir una tonelada de carbono por el precio de 15 dólares, le corresponden cerca de 475 dólares.

La propietaria de El Rincón, la Asociación de Canalistas del Maipo, principal río que abastece de agua a la capital, utilizará el aporte en la operación de la generadora y en el mantenimiento de la red de canales que la nutren, dijo a Tierramérica su gerente general, Alejandro Gómez.

Climate Care invertirá el dinero en su portafolio de proyectos de energías renovables no convencionales y de eficiencia energética.

«Esto reforzará nuestra imagen ante los consumidores. Si yo fuera exportador, no lo pensaría dos veces para competir con empresas de otros países», afirmó Fliman.

El Huerto utiliza 20 por ciento de sus materias primas orgánicas, elaboradas sin agroquímicos. La proporción no es mayor porque el mercado interno es pequeño y por problemas en la distribución, explicó el propietario.


«Hacerse responsables de su huella ecológica les trae a las empresas beneficios de imagen o de competitividad en el mercado», señaló a Tierramérica Matías Steinacker, representante de Climate Care en América Latina. Pero esa tendencia apenas comienza en Chile.

En noviembre, fueron compensadas las emisiones de dióxido de carbono de un encuentro organizado por el gobierno con inversionistas en energías renovables y Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL).

Los MDL permiten que gobiernos y empresas de naciones industriales obligadas a abatir sus gases invernadero, cumplan en parte ese objetivo invirtiendo en proyectos limpios en países en desarrollo para obtener reducciones certificadas de emisiones a costos más bajos.

ECOBREVES
BRASIL
Critican proceso de ley de recursos genéticos
RÍO DE JANEIRO.-
La consulta pública sobre un proyecto de ley de recursos genéticos en Brasil sólo admite comentarios por carta o Internet, lo que impide la participación de muchas comunidades tradicionales, poseedoras de conocimientos que utilizan la biodiversidad, criticaron movimientos sociales.

«Nos enteramos de la propuesta un día antes de que el gobierno la sometiera a consulta» hasta el 28 de febrero, dijo a Tierramérica el activista Gabriel Fernandes, de la campaña Por un Brasil Libre de Transgénicos.

Las organizaciones que participan en la iniciativa recuerdan que varios tratados internacionales adoptados por Brasil –como la Convención sobre la Diversidad Biológica– obligan al gobierno a consultar a los pueblos indígenas y tradicionales y a los agricultores familiares antes de formular políticas públicas.

AMÉRICA CENTRAL
 Impulso a energías renovables
TEGUCIGALPA.-
El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) financiará en los próximos cinco años proyectos de energía renovable a pequeña y mediana escala por 89 millones de dólares.

Se están creando mecanismos que permitan un financiamiento flexible, asistencia técnica y viabilidad para que las iniciativas de energía renovable sirvan para promover el desarrollo de una nueva política energética en la subregión, dijo a Tierramérica Nelson Ávila, asesor de la Presidencia de Honduras en temas energéticos.

Más de 50 por ciento de la población centroamericana, de unos 35,5 millones de habitantes, utiliza energía térmica, y ante la crisis del petróleo «se deben buscar otras alternativas. Queremos financiar pequeños proyectos que generen en promedio unos 10 megavatios y que no tienen acceso a la banca comercial», agregó.

El BCIE coordinará la iniciativa con el Fondo para el Medio Ambiente Mundial.

ARGENTINA
Se duplica promedio  de ballenas muertas
BUENOS AIRES.-
El inusual aumento de ballenatos muertos entre octubre y noviembre en playas de la austral provincia argentina de Chubut preocupa al Instituto de Conservación de las Ballenas (ICB).

El promedio anual de los últimos años era de 40 ballenas muertas y pasó a 85, señaló a Tierramérica Roxana Schteinbarg, coordinadora del ICB.

Hay quienes atribuyen el fenómeno a un problema de salud de la especie, y quienes se inclinan por una cuestión ambiental, pero para saberlo habrá que esperar el resultado de las necropsias, explicó.

Desde hace cinco años, el ICB lleva adelante, junto con otras organizaciones, el Programa de Monitoreo de la Ballena Franca Austral, especie que en Península Valdés, Chubut, cuenta con cinco mil 300 ejemplares. (FIN)

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