Tierramérica
Edificación ecológica va cuesta arriba

Tierramérica<BR>Edificación ecológica va cuesta arriba

Por Diego Cevallos*
Los edificios de América del Norte liberan abundantes gases invernadero, aguas servidas y residuos, mientras asoma apenas la construcción ecológica en México, con cinco mil viviendas populares erigidas.

MÉXICO (IPS/IFEJ) La clase de edificio donde uno vive o trabaja y el uso que le da generan buena parte de los cambios climáticos que preocupan a los científicos. La energía consumida allí se traduce en gases contaminantes, el agua en desechos y los materiales de construcción en basura.

En América del Norte, entre 11 y 30 por ciento de la emisión de gases de efecto invernadero, responsables del recalentamiento global, provienen de las edificaciones, que gastan gran parte de la electricidad disponible, el agua y las materias primas, entre ellas maderas preciosas extraídas muchas veces de manera ilegal, y compuestos plásticos como el policloruro de vinilo o PVC, perjudiciales para la salud.

Solamente en Estados Unidos, generador de casi un tercio de los gases invernadero mundiales, las edificaciones consumen alrededor de 65 por ciento de toda la electricidad, 40 por ciento de las materias primas y 12 por ciento del abasto de agua.

En México, que emite dos por ciento de esos gases, los edificios gastan 20 por ciento de la electricidad, 80 por ciento de la cual se produce mediante quema de combustibles.

Esos dos países, que junto con Canadá integran la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA), buscan disminuir el impacto de este sector en el cambio climático que, según la mayoría de científicos se produce por la acumulación atmosférica de gases procedentes sobre todo de la quema de combustibles fósiles.

Expertos de los tres países analizan el asunto desde inicios de año y ofrecen para septiembre un amplio informe que incluirá recomendaciones a los gobiernos.

El objetivo es acotar las construcciones contaminantes y dar cauce a las sustentables, que se integran al ambiente de forma amigable, consumen poca electricidad e, idealmente, procesan el agua y la basura que desechan, además de brindar particular confort a sus habitantes.

Pero la meta está cuesta arriba. «El desarrollo de la edificación verde es incipiente y no hay una política eje de los gobiernos en la materia», dijo David Morillón, experto de la Universidad Nacional Autónoma de México y uno de quienes redactarán el informe final de la CCA.

No obstante, ya hay algunos planes en marcha, y decenas de arquitectos, ingenieros e investigadores de América del Norte y del Sur intercambian información mediante redes virtuales, organizando a veces seminarios sobre construcción «verde».

En los últimos seis años, Canadá y Estados Unidos desarrollaron nuevas normativas ambientales para las edificaciones, firmas privadas crearon certificados para las constructoras de edificios sustentables y emergió un marginal servicio de hipotecas «verdes», que presta dinero bajo consideraciones ambientales.

Aun así, el porcentaje de edificios ecológicos en esos países no supera 10 por ciento del total.

En México, el gobierno patrocina un plan de construcción sustentable para sectores de bajos ingresos gestionado por el sector privado. Así se erigieron unas cinco mil viviendas, la mayoría de entre 40 y 70 metros cuadrados y ya casi terminadas.

Para un país donde la demanda de vivienda supera el millón de unidades por año –aunque en los últimos seis solamente se levantaron 500 mil anuales– el proyecto es apenas un pequeño paso. 

Las construcciones mexicanas apuntan especialmente a bajar el consumo de electricidad y agua, pero no incluyen equipos de energía solar ni de tratamiento de aguas servidas, que son los ideales para ese tipo de edificaciones.

«Este es un paso experimental» y apunta a generar información y hechos comprobables para que sea el mercado «el que finalmente imponga la necesidad de caminar hacia las construcciones sustentables»,

señaló Evangelina Hirata, directora de la estatal Comisión Nacional de Fomento a la Vivienda.

Pero no se puede asegurar que en seis años más México construya todas las viviendas con características sustentables, «lo que ahora no sucede en ninguna parte del mundo», continuó.

* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).

El 29 de marzo entró en vigor en España el Código Técnico de Edificación, que obliga a incluir fuentes renovables de energía para obtener agua caliente y electricidad en todos los edificios que se empiecen a construir o a rehabilitar desde esa fecha.

Según la nueva norma, habrá límites para el consumo energético de los edificios en función de sus características, se impulsará el mejor rendimiento de los sistemas térmicos y de iluminación y se impondrá un porcentaje obligatorio de fuentes limpias: energía solar directa y paneles solares.

Mientras, en México se está sembrando una semilla. «Espero que en un año el sistema financiero mexicano comience a ofrecer hipotecas verdes», tras comprobar que, «a la larga», cualquier edificación sustentable resulta más barata y beneficiosa para usuario y comunidad, agregó.

Según Morillón, construir un edificio sustentable puede llegar a costar entre tres y 20 por ciento más que uno tradicional. Pero confía en que el mercado los abarate cuando se generalicen.

Eso podría tardar muchos años, y el tiempo apremia, lamentó.

En México, las construcciones tradicionales tienen una vida útil de 30 a 40 años, pero en 10 o 12 años más el país podría quedarse sin petróleo, lo que dificultaría la oferta de electricidad para esas edificaciones.

El tiempo presiona también por el lado del cambio climático. Si el consumo de combustibles fósiles y el proceso de deterioro ambiental continúan como hasta ahora, a finales del siglo la temperatura planetaria promedio podría aumentar entre 1,8 y 6,4 grados y el nivel del mar entre 18 y 59 centímetros, según diversos pronósticos.

Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).

ACENTOS

Transantiago sacude transporte y política chilena

Por Daniela Estrada *
Múltiples deficiencias de diseño y ejecución explotaron en el recién estrenado sistema de transporte público de la capital chilena.

SANTIAGO (Tierramérica) Un nuevo sistema de transporte público que debía aliviar la contaminación de la capital chilena y mejorar su calidad de vida ha causado cientos de protestas y la peor crisis del gobierno de Michelle Bachelet. ¿Qué es lo que no funciona en el polémico Transantiago?

Inaugurado el 10 de febrero, Transantiago modificó recorridos, redujo de nueve mil a cinco mil la flota de autobuses e introdujo el pago electrónico.

Ideado por el ex presidente Ricardo Lagos (2000-2006) e implementado por Bachelet, buscaba mejorar la calidad de vida de los 6,5 millones de santiaguinos, casi la mitad de la población del país, al disminuir tiempos de viaje y eliminar viejos vehículos contaminantes en una de las ciudades con peor aire de América Latina.

Pero fallas graves han producido un cimbronazo que hizo caer la popularidad de Bachelet a su punto más bajo y la obligó a despedir a cuatro ministros y a pedir perdón a la población. Tampoco está claro su impacto ambiental.

«Transantiago significó para mí angustia, mal genio, irritabilidad y pánico», resumió a Tierramérica María Ester Silva, secretaria de 53 años.

El nuevo sistema, inspirado en el exitoso Transmilenio de Bogotá, convirtió las avenidas más importantes en una red de vías «troncales» por donde circulan modernos autobuses articulados. A lo largo de ellas hay estaciones de trasbordo a las que llegan vehículos más pequeños desde barrios alejados.

«Antes tomaba un micro (autobús) para ir a trabajar. Demoraba una hora, pero iba sentada, durmiendo. Ahora salgo 40 minutos antes, tomo un taxi colectivo (con un recorrido fijo y capacidad para varios pasajeros) y un troncal que espero hasta 20 minutos, y llego todos los días atrasada», relató Silva.

El gobierno admite que se necesitan 500 autobuses más de los cinco mil 100 proyectados. Por ahora se utilizan máquinas reacondicionadas y han aparecido vehículos «pirata».

Las autoridades deben fiscalizar que las empresas cumplan con frecuencias y recorridos, mediante cámaras de vídeo, inspectores y millonarias multas a los infractores.

Pero el sistema informático de seguimiento de la flota no funciona bien, falta construir paradas y vías segregadas y que salgan a las calles todos los vehículos comprometidos por las empresas. Estas argumentan que los autobuses articulados son muy delicados, se estropean a menudo y los arreglos demoran.

El metro (tren subterráneo), de 87 kilómetros, se incorporó al Transantiago como recorrido troncal.

«Me da miedo subir al metro porque va repleto y sufro de ahogos. A mi mamá, de 73 años, también le da pánico, porque fue operada dos veces de la cadera», dijo Silva.

Las autoridades pidieron a asmáticos, hipertensos, enfermos cardiacos, embarazadas y personas con niños que no utilizaran el metro, que pasó de trasladar a cuatro pasajeros por metro cuadrado a siete en las horas pico.

Dos personas murieron luego de sufrir un infarto y un derrame cerebral en el metro. 

de la capital chilena está cargado de sustancias tóxicas en buena medida por las cimas de las cordilleras de los Andes y de la Costa que la rodean y que dificultan la ventilación.

En 1996 fue declarada saturada de material particulado PM10, ozono y monóxido de carbono. El Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica de 1998 incluía modernizar el transporte público, pero no dio los resultados esperados, según dos auditorías extranjeras.

El gobierno sofocó centenares de manifestaciones en barrios a los que no llega el Transantiago. Las autoridades alegan que muchas zonas periféricas crecieron en los últimos años y que la red se diseñó en 2003.

El 26 de marzo, Bachelet destituyó, entre otros, al ministro de Transportes, Sergio Espejo. Su sustituto, René Cortázar, todavía no tomó ninguna medida.

Sin embargo, no todo está mal en Transantiago.

Los nuevos autobuses cumplen con la normativa internacional sobre emisiones EURO III, y usan un combustible diésel más limpio, con 50 partes de azufre por millón.

*Corresponsal de IPS.
Perros vagabundos pululan en calles cubanas

Por Dalia Acosta *
La mayoría de los perros sueltos en las calles cubanas tienen dueños que no se ocupan de ellos. Las peleas por apuestas o una inyección de estricnina son algunos de los males que los acechan.

LA HABANA (Tierramérica)  Más de 20 mil perros vagabundos viven a la intemperie en Cuba, amenazados por los automóviles y la violencia humana.

Según la Sociedad Mundial para la Protección Animal, en el planeta hay 480 millones de canes en similar situación.

En Cuba, la mayoría de estos animales tienen un hogar estable, pero por culpa de sus dueños pasan casi toda la jornada fuera de casa, señaló Nora García, presidenta de la no gubernamental Asociación Cubana para la Protección de Animales y Plantas (Aniplant).

«Callejeros de verdad no son tantos. El medio no les ofrece posibilidades reales de sobrevivir y procrear, la sed y el hambre les merman la salud rápidamente, sobreviven con un huesito por aquí y agua sucia por allá, el sol implacable no les da mucha tregua y en su vagar constante se deterioran mucho», explicó a Tierramérica.

La falta de campañas masivas de educación y medidas de control alejan la solución, pese a esfuerzos aislados de organizaciones, personalidades de la cultura, clínicas veterinarias cercanas a Aniplant e instituciones estatales.

Una desparasitación masiva de perros fue realizada el 8 marzo por especialistas del Acuario del centro histórico de La Habana Vieja.

Allí acudió Deivis Garzón con sus seis mascotas, dos de ellas recogidas en la calle. «Hay muchos perros que propagan pulgas y sarna», dijo a Tierramérica. Él y su esposa ya recogieron varios cachorros, que luego entregan a sus amistades.  

«En la Oficina del Historiador defendemos a ultranza la educación» ambiental a través de escuelas, museos y medios de comunicación, expresó a Tierramérica José Vázquez, director del Acuario.

«El ambiente no es solamente una mata y un pajarito. Es La Habana Vieja, es el entorno que rodea a la gente», explicó Vázquez.

La educación ambiental en este país «no puede preocuparse más por un bosque o por un río que por un simple perro sin dueño: ambos merecen, humana y ecológicamente, la misma atención y similar conciencia de su importancia y lugar en el entramado de la vida en la Tierra», alertó el escritor cubano Leonardo Padura.

Padura ha denunciado la impunidad con que se maltrata a los animales y ha presentado la figura del perro callejero como «un grito de alarma que, al parecer, muy pocos oyen».

En los últimos años de crisis económica, resurgió una faceta aún más violenta de este problema: las peleas de perros. Las apuestas pueden superar los 120 mil pesos (cinco mil 400 dólares), e incluir una casa, una motocicleta o un automóvil.

En esta práctica se involucran actividades como «drogas, alimentos, películas, entrenamientos, casas de apuestas, alquiler de áreas para pelear, entrenadores…

*Corresponsal de IPS.

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