TIERRAMÉRICA
El misterio de las ballenas muertas

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Por Marcela Valente
BUENOS AIRES, ene (Tierramérica)
  Será difícil determinar por qué se disparó la mortalidad de ballenas en las costas atlánticas de la austral Patagonia argentina, pero los expertos que estudian el fenómeno apuntan a la toxicidad de la «marea roja».

   El promedio anual de muertes saltó de 40 a 85 en octubre y noviembre, de acuerdo con el Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral, que realizan desde hace cinco años tres entidades no gubernamentales en la sureña provincia de Chubut.

    Con unos cinco mil 300 ejemplares, esta colonia de ballena franca austral (Eubalaena australis) constituye una de las más grandes del mundo. Entre mayo y diciembre llegan a la costa para reproducirse, y deleitan con sus saltos a los visitantes. Pero la mortalidad de 2007 fue la más grande desde 1971.

   La gran mayoría son ballenatos de hasta ocho metros de largo, hallados en el perímetro de la Península de Valdés, de 500 kilómetros.

   Los científicos manejan diversas hipótesis mientras aguardan resultados de laboratorio de muestras obtenidas en las necropsias. Pero no creen que esos estudios develen completamente el misterio, sino que aporten indicios con los que tejer conjeturas.

   «Será difícil tener resultados concluyentes» debido al estado de descomposición de los animales analizados, explicó a Tierramérica el biólogo Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas, una de las organizaciones del programa.

   Esa limitación evidencia la falta de recursos del programa, pese a que el avistamiento de ballenas atrae a miles de turistas por año a Chubut. Sólo dos personas acuden ante el aviso de un animal varado, atrapado en la arena, y les faltan medios para actuar en tiempo y forma.

   Para esta crisis recibieron una ayuda extraordinaria del Servicio de Pesquerías Marinas de Estados Unidos y del Fondo Internacional para la Protección de los Animales y su Hábitat.

   Según Sironi, una de las hipótesis manejadas indica muerte por intoxicación. Se sospecha de las toxinas de las microalgas que dan origen a la marea roja, y que pueden ser letales para aves y mamíferos que se alimentan de mariscos intoxicados.

   «En octubre y noviembre hubo una marea roja muy intensa en el golfo Nuevo», destacó Sileoni, aludiendo al área donde apareció la mayor cantidad de cuerpos. Pero consideró necesario esperar precisiones de laboratorio.

   La veria Marcela Uhart, codirectora del programa de monitoreo y miembro de la Wildlife Conservation Society –otra de las organizaciones participantes– realiza las necropsias y recibió anticipos de resultados. «Son bastante magros, tal como esperábamos», declaró a Tierramérica.

      Lo más factible es que las ballenas se hayan contaminado con toxinas de una variedad especialmente letal para los mamíferos, planteó.

   Según Uhart, la última marea roja «fue de una extensión impresionante» comparada con otros años, pero eludió sacar conclusiones. También fue cauta sobre la posibilidad de que residuos cloacales contribuyan a este fenómeno de envenenamiento de las aguas.

   El golfo Nuevo está frente a la ciudad de Puerto Madryn, en cuyo suburbio, El Doradillo, una planta de tratamiento de efluentes desemboca en el mar. «No nos consta que las crías se hayan alimentado ahí. Pero puede ocurrir que las madres lo hagan y transmitan la toxina a través de la leche», conjeturó Uhart.

   «Si encontráramos un tracto digestivo en buen estado tendríamos mayores indicios», lamentó.

   En cambio, quedó descartado que los ballenatos muertos estuvieran desnutridos. «Las que abrimos tenían una capa de grasa muy gruesa, estaban aparentemente sanas y bien alimentadas», destacó Sironi.

   No se desestima una combinación de causas, como la marea roja y heridas que provocan las gaviotas en los lomos de las ballenas, al alimentarse de su grasa. Esas lastimaduras son una puerta de entrada de infecciones. «Si las toxinas deprimen el sistema inmunológico del animal, éste está más vulnerable a la infección», describió.

   Los problemas de convivencia entre ballenas y gaviotas van en aumento en la zona. «En 1974 aparecía uno por ciento de ballenas heridas por estas aves, y el porcentaje subió a 38 por ciento en 1990 y a 68 por ciento en 2000», señaló. Si bien ésta no sería causa de muerte, puede ser el golpe de gracia si el animal está intoxicado.

   La respuesta debería surgir de los análisis, pero los expertos depositan en ellos pocas expectativas por la mala calidad de las muestras.

   «La mayoría de los cuerpos flotan varios días en el agua y cuando llegan a la playa ya comenzó el proceso de putrefacción», dijo Sironi.

   Los equipos llegan una vez que alguien avisa al programa. 

   Nadia Mohamed, coordinadora de campo del monitoreo, explicó a Tierramérica que «debido a la topografía de las playas no se puede andar con un vehículo por todas. Algunas veces hay que caminar mucho para llegar a un varamiento».

   «Necesitamos un cuatriciclo, y ‘handies’ (transmisores de radio) o teléfonos satelitales, porque allí no hay señal para celulares. Y un bote, porque hay playas con acantilados a las que no se puede llegar por tierra», agregó.

   Los especialistas también requieren más personal, trajes térmicos, instrumentos para necropsias y dinero para combustible. Mientras, el misterio sigue sin develarse.

Consenso para conciliar comercio y ambiente

Por Pascal Lamy *
Sin parámetros ambientales claros, la Organización Mundial del Comercio (OMC) tendrá una posibilidad remota de dar en el blanco en la lucha contra el cambio climático, afirma su director general, Pascal Lamy.

GINEBRA, ene (Tierramérica) La relación entre el comercio internacional y el cambio climático bien podría determinarse por un acuerdo internacional que abarque a los principales contaminadores.

   Muchas interrogantes al respecto se plantearon en la conferencia de Indonesia sobre cambio climático organizada en diciembre por las Naciones Unidas, pero no hubo respuestas prácticas, al menos ninguna sobre la cual todos estuvieran de acuerdo.

   A algunos les gustaría que el sistema comercial compensara cualquier desventaja competitiva sufrida por aplicar medidas para atenuar el cambio climático. Hay muchas ideas circulando sobre cuáles serían esas medidas “compensatorias”, y la mayor parte de la discusión se concentra en los países más expuestos comercialmente y en los sectores de mayor utilización de energía, como los del acero y el aluminio.

  Por ejemplo, algunos consideran la imposición doméstica de tasas sobre las emisiones de carbono, mientras otro grupo preferiría concentrarse en lo que puede cumplir de modo más inmediato el sistema comercial en la lucha contra el cambio climático, como la apertura de mercados para bienes y servicios ambientales a través de la Ronda negociaciones de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

   Otra cuestión polémica es la de las huellas de emisiones de dióxido de carbono del sistema de intercambio internacional, esto es, cuánto de ese gas invernadero es emitido a la atmósfera por distintas actividades comerciales.

   Un nuevo concepto es el de “alimentos-kilómetros”, por el que se calcula la cantidad de carbono emitida en el transporte internacional de alimentos desde su lugar de origen a la mesa del consumidor.

   Muchos llegan a la conclusión de que sería mejor producir bienes en el propio territorio para minimizar las emisiones, en lugar de importarlos, pero este argumento no siempre se puede sostener tras verificaciones empíricas. De hecho, 90 por ciento de los bienes comerciados internacionalmente son transportados por mar, por lejos el modo más eficiente por sus bajas emisiones, de sólo 14 gramos de dióxido de carbono por tonelada y por kilómetro.

Le sigue el transporte ferroviario y en tercer lugar el uso de carreteras. El menos eficiente es el aéreo, que emite un mínimo de 600 gramos de dióxido por tonelada-kilómetro.

Al trabajar por un acuerdo internacional sobre el cambio climático, los países tendrán que reflexionar sobre el papel del comercio internacional.

El comercio produce ganancias en materia de eficiencia, al permitir que los países se especialicen en lo que pueden producir mejor, lo que a su vez conduce al crecimiento económico. Éste ofrece a los países más recursos para invertir en prevención y abatimiento de la contaminación si toman la decisión política de hacerlo.

La batería de normas de la OMC puede por cierto ser utilizada en la lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, la OMC tiene normas en materia de pautas de producción que estimulan a sus miembros a usar las reglas establecidas por muchas instituciones internacionales especializadas, así como las referidas a subsidios, impuestos, propiedad intelectual, etcétera.

Todas estas herramientas normativas pueden demostrarse valiosas para la lucha contra el cambio climático, pero deberían usarse bajo parámetros ambientales más claros, que sólo la comunidad ambiental puede establecer. En ausencia de tales parámetros, la OMC continuará arrastrada de izquierda a derecha por diferentes actores, con una remota posibilidad de dar en el blanco.

Una contribución que la OMC puede hacer ya mismo es la de abrir mercados a las tecnologías y los servicios ambientales. La Ronda de Doha ofrece una vía para el amplio acceso de productos como depuradores de gases, filtros de aire y sistemas para la administración de energía.

Pero, como cabía esperar, definir qué es un bien ambiental es objeto de apasionado debate.

ECOBREVES
CHILE
A pagar por no usar agua
SANTIAGO.-
La gubernamental Dirección General de Aguas (DGA) de Chile cobrará este año 28 millones de dólares a empresas y particulares que no utilicen sus derechos de aprovechamiento consuntivo (que usa el recurso y no lo devuelve a su fuente) y no consuntivo.

El cobro de una patente anual por el no uso del recurso rige desde 2005, cuando se modificó el Código de Aguas de 1981 para evitar la especulación en el mercado.

Aunque en 2007 hubo déficit de lluvias, y por ende menor disponibilidad de agua, aumentó la cantidad de recursos hídricos no utilizados, lo que es un contrasentido, dijo a Tierramérica el titular de la DGA, Rodrigo Weisner.

En 2008 el monto a cobrar aumentará 8,7 por ciento. Los litros no utilizados se incrementaron más de 40 por ciento.

BRASIL
Empieza mezcla de biodiésel
RÍO DE JANEIRO.-
Desde el 1 de enero es obligatorio en Brasil mezclar dos por ciento de biodiésel en el gasóleo derivado del petróleo.

Con exenciones tributarias y créditos baratos, el Sello Combustible Social favorece la inclusión de la agricultura familiar en la cadena productiva del diésel destilado de vegetales oleaginosos.

   «Para generar empleos rurales» es importante «descentralizar la producción» y  aprovechar las ventajas de cada oleaginosa en distintos ecosistemas, pero la pequeña agricultura «será siempre complementaria» en el mercado de combustibles, que exige producción y capitales en gran escala, dijo a Tierramérica Suzana Kahn, profesora de posgrado en Ingeniería de Transportes de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

   Cerca de 100 mil agricultores familiares ya están incorporados al programa, según el Ministerio de Desarrollo Agrario.

CUBA
Bambú para construcciones verdes
LA HABANA.-
Un programa cubano para expandir a 30 mil hectáreas en los próximos dos años la superficie sembrada de bambú (Bambusoideae) tendrá un fuerte impacto ambiental, mediante la captación de carbono y la recuperación de suelos degradados, según expertos.

   El plan abarca a unas siete provincias –entre ellas Villa Clara, Holguín, Granma y Santiago de Cuba– e integra un proyecto para fomentar el uso de esa planta en la construcción, con financiamiento del Estado y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación.

   También se montarán nuevos talleres para producir muebles y laminados de bambú, lo que permitirá diseminar tecnologías que comenzaron a desarrollarse en una primera fase del programa iniciado en 2005, dijo a Tierramérica Fernando Martirena, del Centro  de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales de la Universidad Central de Las Villas. (FIN)

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