TIERRAMÉRICA
Supermercados sin lugar
para pequeños agricultores

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DIEGO CEVALLOS
Los intentos de pequeños agricultores mexicanos de colocar sin intermediarios sus productos en supermercados fracasaron por las duras reglas de juego de esas empresas, afirman campesinos.

MÉXICO, abr (Tierramérica)  Un cafetalero mexicano recibe alrededor de tres dólares por un kilogramo de café no procesado, y el consumidor paga por él 11 dólares. La diferencia la determina, en buena medida, el creciente poder de un puñado de supermercados.

Las tiendas de autoservicio, como se las conoce en México, concentran 52 por ciento de las ventas de alimentos y productos perecederos del país, aunque en la capital esa proporción es de más de 70 por ciento.

Estos comercios desplazaron a los viejos mercados y también a las tiendas de barrio que, según la estatal Procuraduría Federal del Consumidor, podrían desaparecer en 10 años.

El pequeño campesino enfrenta el «poder voraz y casi absoluto» de los supermercados y de los intermediarios, dijo a Tierramérica Pedro Cervantes, coordinador de Agromercados, firma comercializadora que tiene como socios a cultivadores de café de escasos recursos.

«No es fácil atender los requisitos de abastecimiento que imponen las tiendas de autoservicio y su política de pagar al proveedor hasta tres meses después de entregado el producto, lo que no aguantan la mayoría de los campesinos», explicó Cervantes.

Muchos cafetaleros prefieren entonces entregar su grano al intermediario y recibir un pago bajo pero inmediato, indicó.

«En ocasiones el café o cualquier otro producto pasa por siete u ocho manos antes de llegar al supermercado en la forma y frecuencia exigidas», relató.

La transnacional estadounidense Wal-Mart y las nacionales Soriana y Comercial Mexicana poseen unos 1.800 supermercados en todo el país, de los cuales 1.033 corresponden a la primera.

En conjunto, esas empresas vendieron en 2007 cerca de 27.744 millones de dólares. Sus proveedores originales están en los campos, donde viven y trabajan 5,6 millones de agricultores y se concentra 75 por ciento de la pobreza del país.

El poder creciente de los supermercados no es un fenómeno mexicano. Visible desde los años 90, está presente en toda América Latina y el Caribe, indica la Evaluación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD, por sus siglas en inglés), publicada el 15 de este mes.

Las cadenas de supermercados concentran entre 50 y 60 por ciento de todas las ventas de alimentos en la región. Es «un aumento extraordinario, teniendo en cuenta que hace apenas 10 años controlaban de 10 a 20 por ciento», apunta el estudio, realizado por unos 400 científicos de todo el mundo.

La penetración de los supermercados crece «a pasos agigantados» en las ciudades y hasta en las zonas rurales, precisa la investigación.

Según la IAASTD, la consolidación de los supermercados ensanchó la brecha entre los precios de los alimentos al productor y el que pagan los consumidores. Esto impacta en toda la sociedad, generando desplazamiento de pequeños productores, pérdidas de empleo y hasta modificaciones en los patrones culturales de campesinos y consumidores, precisa el estudio, patrocinado por el Banco Mundial y cinco agencias de las Naciones Unidas.

La Confederación Campesina de México suscribió en 2005 y 2006 acuerdos con los supermercados para que sus tres millones de afiliados vendieran directamente sus productos a esas firmas,  evitando intermediarios y pérdidas.

Pero los acuerdos fracasaron, informaron portavoces de esa organización en enero, pues los campesinos no pueden cumplir con las exigencias de volumen y periodicidad de entregas que imponen las cadenas. Además los pagos se efectúan con mucho atraso, en ocasiones hasta ocho meses después de las ventas, se quejaron.

La mayoría de los agricultores prefieren relacionarse con intermediarios, que acopian grandes volúmenes de productos en la central de abastos ubicada en una zona periférica de la capital.

Allí, al mercado más grande de América Latina –304 hectáreas con casi 1.489 locales comerciales y 1.881 bodegas–, acude diariamente personal de los supermercados a adquirir sus productos.

Un campesino no puede soportar por sí solo las condiciones de un supermercado, como la entrega de grandes volúmenes, abastecimiento periódico, empaquetado y pago diferido.

Wal- Mart llegó a México a golpear con fuerza a la competencia

En México, el giro de los supermercados estuvo dominado por unas pocas firmas nacionales asociadas, hasta fines de los años 80, cuando este país empezó a aplicar agresivas políticas de apertura comercial, reportan varios estudios.

Wal-Mart   entró de lleno al mercado mexicano en 1991 invitando a los consumidores a comparar a quién ofreciera precios más bajos y mejores servicios.

Esa estrategia golpeó a la competencia nacional y dio pie a choques con la transnacional que en 2002 derivaron en su expulsión de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales.

La IAASTD sugiere enfrentar el amplio poder de los supermercados, realizar tareas de vigilancia y analizar sus estrategias de autorregulación, instando a los consumidores a alentar un comercio más justo.

Doctora Naturaleza en peligro

Stephen Leahy

Lead: Su salud y la de los suyos están entrelazadas con una familia mucho mayor que llamamos naturaleza, afirma un nuevo libro sobre medicina y ecología.

CIUDAD DEL CABO, abr (Tierramérica)  «Cuando dañamos la naturaleza, nos dañamos a nosotros mismos», dice a Tierramérica el médico de la Universidad de Harvard, Aaron Bernstein, uno de los autores de «Sustaining Life: How Human Health Depends on Biodiversity», de inminente publicación.

«Pocos se dan cuenta de que nuestra salud está directamente vinculada a la salud del mundo natural», agrega Bernstein.

Él y su colega Eric Chivian escribieron y editaron contribuciones de un centenar de destacados científicos para crear «Sustaining Life…» (en español, «Sostener la vida: Cómo la salud humana depende de la biodiversidad»), lanzado el 23 de abril por Oxford University Press y disponible a partir de mayo.

Escrito para todo público, el libro recurre a las últimas evidencias científicas para sostener que la desaparición cotidiana de especies animales y vegetales constituye para la humanidad una amenaza igual o mayor que el cambio climático

Los fármacos, las investigaciones biomédicas, el surgimiento y la propagación de enfermedades infecciosas y la producción de alimentos en la tierra y los océanos dependen de la biodiversidad.

El libro menciona siete grupos de especies amenazadas, entre ellas tiburones, osos, primates y anfibios, que poseen «un valor tremendo para la medicina y la ciencia».

Entre estos están los caracoles cónicos o simplemente conos (de la familia Conidae), especies tropicales cuyo veneno posee decenas de miles de poderosas sustancias llamadas péptidos.

www.tierramerica.info

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