JULIO GODOY
BERLÍN, mar (Tierramérica). Imágenes satelitales y mapas y análisis trazados en base a ellas están ayudando a identificar los flujos de población que huye de la violencia política de Libia hacia países vecinos.
Uno de los primeros hallazgos de esa información es que la cantidad de población efectivamente desplazada podría ser menor que la que reportan los medios de comunicación.
La represión de alzamientos populares ha provocado en las últimas semanas el desplazamiento de decenas de miles de personas de los países del Magreb, especialmente de Libia, creando una situación humanitaria desesperada.
Un primer paso para abordar la crisis es identificar esos flujos de desplazados en la geografía para determinar la urgencia de la situación y las dimensiones de la ayuda necesaria.
Para ello, el Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones (Unitar, por sus siglas en inglés), a través del Programa Operacional de Aplicaciones Satelitales (Unosat), está produciendo desde mediados de febrero este tipo de información.
El Unosat no se dedica a la vigilancia satelital, pero suministramos mapas, imágenes satelitales y análisis a pedido de las Naciones Unidas y de otras organizaciones que asisten a los refugiados, dijo a Tierramérica el jefe de operaciones humanitarias de Unitar-Unosat, Einar Bjorgo.
Creado en 2003, el Unosat obtiene imágenes satelitales mediante acuerdos con la Agencia Espacial Europea y con empresas y otras organizaciones que manejan y distribuyen material de diversos satélites y aplicaciones informáticas de análisis.
El trabajo consiste en obtener y procesar a gran velocidad las imágenes satelitales para generar información geográfica que permite trazar los mapas y redactar análisis.
Una asociación técnica con el Centro Conjunto de Investigación de la Comisión Europea y con el Banco Mundial le da al Unosat el marco de procedimientos para evaluar daños a gran escala usando sensores remotos y análisis geoespacial. De nacionalidad noruega y doctorado en geofísica, Bjorgo dirige la unidad de manejo de información geográfica y aplicación de imágenes satelitales para fines humanitarios. Los mapas que generamos proveen información objetiva y en tiempo real. Los mapas no mienten, y nos permiten reportar inmediatamente lo que es observable en las imágenes.
Las imágenes satelitales permiten confirmar o desmentir rumores y nos ayudan a tener una idea clara de las situaciones de urgencia en regiones fronterizas, e identificar exactamente dónde están localizados los campos de refugiados, para planificar operaciones humanitarias. Un mapa es lo primero que se necesita, dijo.
La situación en Libia es muy compleja y dinámica, lo que hace que las respuestas queden rápidamente obsoletas, indicó.
Intentamos actualizar nuestros mapas e imágenes todo lo posible, por ejemplo para aclarar lo que está pasando en zonas críticas como en Bengasi (foco inicial de la rebelión contra el régimen de Muammar Gadafi, en el nordeste), en Trípoli o en los pasos fronterizos. Una de las entidades que emplean esta información es el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Utilizando los mapas de Unitar-Unosat no pudimos confirmar que los flujos de refugiados sean tan numerosos como los que reportan la prensa y otras fuentes, dijo a Tierramérica el especialista de sistemas de información geográfica del CICR, Yann Rebois.
Industria del ladrillo confronta su contaminación climática
Ladrilleros artesanales de siete países latinoamericanos empiezan a probar técnicas para reducir la contaminación sanitaria y climática de esta industria
Emilio Godoy *
DUARTE, México (Tierramérica). Con el pantalón arremangado y la camiseta blanca salpicada, el mexicano Carlos Frías mezcla a mano barro, agua y estiércol para preparar una hilera de ladrillos rojos.
Cuando la mezcla está lista, el tabiquero la amasa y la vierte en un molde. Sus manos se afanan para acomodar el material y luego lo riega con agua para ayudar a darle consistencia.
Las piezas ordenadas en hileras duermen al sol y al sereno cuatro días hasta secarse, y entonces van al horno, que consta de una base perforada para colocar el carburante y cuyas paredes están hechas de ladrillos de desecho.
La industria de los tabiques, como se les llama en México a los ladrillos, es contaminante e insalubre, además de artesanal. Los 20.000 ladrilleros que tiene este país apenas sobreviven con su trabajo. Su propia informalidad hace invisibles las cifras de su aporte a la economía.
No se gana mucho. Nos ven como un sector informal y no estamos integrados al sector de la construcción, explica Frías, que a sus 32 años es administrador de empresas, egresado del estatal Instituto Tecnológico de León, y secretario de la Unión de Ladrilleros de El Refugio.
La producción es manual, en hornos convencionales a leña y combustóleo –un derivado del petróleo–, y los ladrillos son de baja calidad, según un diagnóstico de la Fundación Suiza de Cooperación para el Desarrollo Técnico (Swisscontact).Para la Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente y Recursos Naturales, las ladrilleras sobreexplotan recursos naturales, alteran los ecosistemas y contaminan el aire y el agua con los desechos de la producción.
Los hornos mexicanos emiten óxido de nitrógeno que además es muy tóxico–, compuestos orgánicos volátiles, como hidrocarburos en estado gaseoso, monóxido de carbono y partículas menores, provenientes de la quema del barro. En el barrio El Refugio, situado en el municipio de Duarte, unos 390 kilómetros al norte de Ciudad de México, hay 128 de estas empresas informales que se sumaron al Programa de Eficiencia Energética en Ladrilleras Artesanales de América Latina para Mitigar el Cambio Climático (EELA). El proyecto se está ejecutando en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú, patrocinado por Swisscontact y socios nacionales en cada país. En su primera fase, 2010-2013, se realizan investigaciones sobre la realidad y se prueban mejoras técnicas y culturales.
Un objetivo central es reducir los gases que salen de los hornos y que tienen un marcado efecto invernadero, pues recalientan la atmósfera. Se busca entonces hacer más eficiente el consumo de energía, introducir combustibles alternativos y menos contaminantes que la leña o el carbón, perfeccionar los hornos artesanales y elevar la calidad del producto final. Los participantes del EELA aspiran también a que los gobiernos incluyan sus soluciones en la formulación de políticas públicas.
Se pretende conciliar la problemática social, económica y ambiental. Pero también hay que dignificar el trabajo y que seamos reconocidos, dice a Tierramérica Frías, cuya asociación surgió en 1996.
En el municipio colombiano de Nemocón, en el central departamento de Cundinamarca, el EELA comenzó a aplicarse en el segundo semestre de 2010.
Nemocón, con 11.000 habitantes, está sembrado de pequeños chircales –nombre local de las ladrillerasdonde es urgente aplicar y desarrollar tecnologías ecológicas de explotación, procesamiento y comercialización, para superar la pobreza de quienes dependen de la actividad, afirma el sitio web del gobierno municipal.
El ladrillo a la vista es un elemento característico de la arquitectura colombiana, en especial de Bogotá. Los primeros chircales se instalaron en 1550.
Breves
Sequía amenaza occidente Cuba
LA HABANA. La sequía que afecta a la región más occidental de Cuba se extenderá durante todo este mes de marzo, pronosticó el Centro del Clima del Instituto de Meteorología de esta isla caribeña. Desde febrero se mantiene un déficit significativo en los acumulados de lluvias, concentrándose en la mitad oeste las áreas más afectadas, dijo a Tierramérica Idelmis González.
Escasez de lluvias norteñas se agravará en 2100
RÍO DE JANEIRO.- Hacia 2100 las sequías serán hasta 40 por ciento más severas en la Amazonia y el Nordeste brasileños y las lluvias 30 por ciento más intensas en el Sudeste de América del Sur, incluyendo la cuenca Paraná-La Plata, prevé un informe del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para el Cambio Climático (INCT).
Promueven huertos comunales
TEGUCIGALPA.- El municipio de Tegucigalpa está instalando huertos comunales orgánicos para mejorar la seguridad alimentaria en barrios marginales, ante pronósticos de escasez de alimentos por los efectos locales del cambio climático y la deforestación. La iniciativa abarca en principio a unas 10.000 personas en 20 barrios pobres y se concentra en la siembra de verduras y soja, un alimento nutritivo y de bajo costo, dijo a Tierramérica la regidora Doris Gutiérrez.