«Tígueres Asiáticos», ¿»Milagro» económico?

«Tígueres Asiáticos», ¿»Milagro» económico?

POR APOLINAR MEJIA
Por muchos años el gran crecimiento económico de un grupo de países del este asiático fueron el centro de atención de académicos y políticos, tanto en los países de economía desarrollada, como en países de economía en vía de desarrollo o los llamados hoy «Economía Emergentes».

La atención se justificaba porque esas economías asiáticas, y muy especialmente Hong Kong, Corea del Sur, Taiwán y Singapur, las que más tarde les llamarían «Los Tígueres Asiáticos», habían mantenido un crecimiento económico extraordinario por más de 30 años consecutivos (1960-1996). Mientras esto sucedía en esa parte del mundo, América Latina, Africa, el resto de Asia y también los países desarrollados, con excepción de Alemania, Japón y algunos otros, tuvieron un crecimiento relativamente bajo.

Mientras la mayoría de los políticos y un grupo de académicos hablaban del «milagro» de «Los Tígueres Asiáticos», un reducido número de académicos, empezando por la tesis de doctorado de Yuan Tsao de la Universidad de Harvard, en el 1982, encontró poca evidencia que validaran la hipótesis de que el extraordinario crecimiento económico en Singapur era producto de alta tasa de productividad.

Once años más tarde (1993), el llamado milagro de los «tígueres asiáticos» fue definitivamente desmitificado por el Profesor Lawrence Lau y su socio Jong-11 Kim de la Universidad de Stanford en un trabajo titulado: «The source of the Growth of the East Asian Newly Industrialized Countries», así como también por el profesor Alwyn Young, de la Universidad de Boston, en tres trabajos titulados: A rising star in growth economics, «A Tale of Two Cities: factor Accumulation and Technical Change in Hong Kong and Singapore», «Lessons from the East Asian NICS, and «the Tyranny of Numbers: Confronting the Statistical Realities of the East Asian growth Experience».

En esos trabajos ellos pudieron probar empíricamente que el «milagro asiático» se debió básicamente a tres factores: (1) alta tasa de inversión con relación al PIB, (2) alta tasa de participación laboral con relación a la población y (3) alta tasa de nivel educacional. Por ejemplo, el PIB de Singapur, entre el 1966 al 1990, creció 8.5% y el ingreso per capita 6.6%. Pero las razones de ese alto y largo crecimiento económico en Singapur fueron los tres factores mencionados más arriba, es decir la tasa de inversión fue en el 1960 de 9%, para situarse en el 40% por muchos años, y mantenerse en ese porcentaje al finalizar el 1996, (2) la tasa de participación laboral era de solo 27%, la cual luego aumento para llegar al 51% de la población, y (3) más de la mitad de la fuerza laboral no tenía educación formal de ninguna clase en el 1966, mientras que al llegar al 1996 el 69% de la fuerza laboral tenía el grado de educación secundaria.

Esto quiere decir, que no hubo tal «milagro», si conocemos las causas de su gran crecimiento económico. El profesor Paul Krugman, de MIT, en su libro «Pop Internationalism», lo expresa de esta forma: «lo que pasó en Singapur fue más transpiración que inspiración». Mientras el profesor Dani Rodrik, de Columbia University, en su trabajo titulado «Trade and Industrial Policy Reform», cree que el factor que hizo la diferencia, con relación a los países latinoamericanos, fue la disciplina impuesta por el Estado de los países del este asiático sobre el sector privado.

La mayoría de los economistas están de acuerdo con que los principales factores que determinan el crecimiento económico son el ahorro, la educación, el entrenamiento en los centros de trabajo (learning by doing) y otros. Pero hay factores que además de los mencionados antes, contribuyen al progreso tecnológico, tales como inversión en estudios de investigaciones aplicadas, la ley de protección de patentes, buena administración empresarial, que también organizados y sofisticados son los mercados, el sistema de leyes y sus aplicaciones, y el clima político imperante.

La acumulación de capitales logradas a través del ahorro doméstico o por la inversión extranjera por sí solo no garantiza un crecimiento económico permanente, reza una vieja teoría sobre desarrollo económico, explicando que lo único que lo garantiza es el progreso tecnológico, aunque otra relativamente nueva sostiene que con la combinaciones de capitales de trabajo y de capitales humanos el crecimiento económico permanente está garantizado, aunque empíricamente esto último no está comprobado.

Entendido el progreso tecnológico como la búsqueda constante de medios y métodos más eficiente en la forma de cómo se producen los bienes y servicios, o formas de producir nuevos y mejores productos. Un país que logre obtener niveles tecnológicos más altos que otros países puede eventualmente llegar a disfrutar de mejores bienestar económicos. Miremos, por ejemplo, los casos de Hong Kong y Singapur.

Hong Kong y Singapur tenían en común ser ex-colonias inglesas, ambas fueron esencialmente ciudades que sirvieron inicialmente como puertos comerciales con poca actividad manufacturera y su población después de la segunda guerra mundial era primordialmente inmigrantes chinos del sur de China. Pero su desarrollo económico tuvo caminos diferentes. Por ejemplo, Hong Kong tuvo su crecimiento económico bajo una político de poca intervención por parte del gobierno. En la mayoría de los casos limitándose a proveer infraestructuras y vendiendo tierras cuando era un factor necesario para el crecimiento económico. Mientras en Singapur su crecimiento económico estuvo marcado por la intervención del gobierno. A través de superávit en el presupuesto y el ahorro forzado de las contribuciones de pensiones, el gobierno logró una alta tasa en el ahorro nacional. El desarrollo de industrias en sectores económicos específicos fue el resultado de una política de Estado muy definida, implementada a través de incentivos en la tasa impositiva, especialmente para los inversionistas extranjeros.

Estas diferentes estrategias marcaron el rol relativo que jugaron la acumulación de capitales y el progreso tecnológico. En Hong Kong, la tasa de crecimiento anual de la producción nacional por cada trabajador desde el 1970 hasta 1990 fue de 2.4% y la tasa de crecimiento del progreso tecnológico fue de 2.3%. Es decir hubo un crecimiento económico balanceado. En Singapur, la tasa de crecimiento anual de la producción nacional por cada trabajador fue de 1.5% y la tasa de crecimiento del progreso tecnológico fue sorpresivamente muy baja 0.1% durante el mismo período. En pocas palabras, el crecimiento económico en Singapur se sustentó completamente en una acumulación extraordinaria de capital, sin progreso tecnológico. Por lo tanto, su crecimiento económico fue desbalanceado.

¿Porqué Singapur ha tenido un progreso tecnológico tan bajo? La respuesta la explica el Profesor Alwyn Young de la siguiente manera. Singapur pasó muy rápido de una industria a otra, de tal forma, que no tuvo tiempo de aprender a producir en ninguna de ellas con eficiencias. También por depender demasiado de la inversión extranjera, lo que no permitió que una clase empresarial nacional aprendiera y pudiera reemplazar a la inversión extranjera en el futuro.

Estaría por verse en un futuro no muy lejano si se cumplen esas predicciones de la teoría económica. De ser así, veremos a Singapur mermar su crecimiento económico y a Hong Kong manteniéndolo permanentemente. La reflexión es interesante ya que la República Dominicana pasa por su peor crisis económica de toda su historia democrática contemporánea. De seguro, después de superado el vendaval económico, el país se avocará a la implementación de un programa económico sostenido, el cual debería tomar en cuenta los señalamientos de estos estudios empíricos, lo que sería una forma de curarse en salud.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas