Fue un valiente prócer de las campañas por la independencia dominicana y contra la anexión a España. Participó además en la Guerra de los Seis Años, que inició militarmente en el Sur junto a sus también osados hermanos, contra las negociaciones de Buenaventura Báez que pretendía enajenar parte de la República a los Estados Unidos.
El general Timoteo Ogando, cuyas patrióticas actuaciones han merecido la consagración de una calle de Santo Domingo con su nombre, tomó parte en las batallas de La Canela y Santomé y en varias revoluciones importantes de Haití.
No solo ha tenido la suerte del homenaje a su memoria con una vía de la capital. La historia no ha sido indiferente a sus luchas patrióticas. Lo exaltan historiadores como José Gabriel García y sus hijos Arístides y Leónidas García Lluberes, Pedro Vergés Vidal, Emilio Rodríguez Demorizi y VetilioAlfau, que además aclara inexactitudes aún repetidas sobre el audaz soldado, llamado “El centauro del Sur”, “El Páez de Pedro Corto”, en referencia a José Antonio Páez Herrera, prócer de la Independencia de Venezuela, y por la sección de San Juan de la Maguana, donde nació. Carlos Agramonte ha continuado la labor de estos cronistas manteniéndolo vivo en el recuerdo.
Familiares y compañeros de acciones militares lo consideraban una leyenda y narraban con ardor las atrevidas actuaciones del general en diversas contiendas.
“Según le refería al doctor García Lluberes el general Carlos de la Rosa (Cajó), de Barahona, el general Marcelino Heredia fue herido por Juan Pérez en el combate de La Canela, antes de morir amacheteado en combate singular sostenido con el general Timoteo Ogando”, escribió Alfau Durán.
Y agrega que “Cajó” afirmaba que en el mismo combate “Ogando le voló la cabeza a Lorenzo del Castillo, la cual fue dando saltos hasta clavarse en el tronco o raíces de un árbol, de donde con dificultad fue arrancado al otro día”.
Por otro lado, Alejandro Pérez Caminero, ex cónsul dominicano en varias ciudades de Haití relató que Timoteo Ogando fue un militar de trascendencia en varias regiones del vecino país y que “en uno de los más sangrientos combates de esas luchas, sostuvo otro combate singular con el general haitiano Saint-Simon, al cual infirió heridas que le causaron la muerte sobre el mismo campo de batalla”. Para la fecha en que Vetilio Alfau publicó estas notas en la revista Clío, 1952, los restos mortales de Saint Simon reposaban en una “tosca tumba de mampostería en el camino real que conduce a Las Caobas”.
El arrojo de Timoteo era característico de su familia. De 14 hermanos, doce varones y dos hembras, nacidos todos en Pedro Corto, jurisdicción de San Juan, nueve murieron en guerras.
A Timoteo lo han dado por muerto en La Canela y ese es uno de los errores corregidos por Alfau. Al parecer fue el historiador Pedro Vergés Vidal el primero en consignar ese dato. “No murió en esa brillante acción de armas: fue herido solamente”, esclareció Alfau.
José Gabriel García apuntó que “dignos de justiciera recordación por sus servicios a la Patria fueron los hermanos Ogando. Militaron siempre en defensa de la causa nacional, desde los días de la independencia hasta el triunfo de las ideas nacionalistas de 1873”.
Cita el levantamiento en Rancho Mateo, “durante la heroica Revolución contra la administración de los Seis Años”, que fue iniciativa de los hermanos. “Dos de ellos, Andrés y Fermín, pagaron con su vida su devoción a la causa dominicana”.
Señala que, en asalto dado por las fuerzas gobiernistas al cantón del Cambronal, el seis de octubre de 1872, “murió Andrés, jefe del mencionado Cantón, y su hermano Fermín, así como el valiente oficial Anselmo González. Del general Andrés Ogando era entonces secretario el coronel Manuel Henríquez y Carvajal”.
Juana Ogando, hermana de los afamados “generales del Sur”, hablaba orgullosa de sus parientes. Declaró a Alcides García Lluberes en San Juan de la Maguana que también Pedro, Domingo, Manuel María (Manengue), Benito, Enemesio y tres más murieron en diferentes guerras.
Vida intensa. En todo el país, pero especialmente en las comarcas fronterizas, Timoteo estuvo activo y en movilizaciones patrióticas largos años. En 1861 fue “de los legionarios de Sánchez y Cabral”. En El Cercado salvó a Pedro Alejandrino Pina del patíbulo, sacándolo por Haití para su retorno a Venezuela.
Formó parte del gobierno revolucionario organizado por Cabral en el Sur, el cual contó con el concurso de los generales Manuel María Castillo, Francisco Gregorio Billini, Tomás Castillo y con el de civiles de la talla de Pedro Alejandrino Pina, Mariano Antonio Cestero, Fernando Arturo de Meriño, Tomás Bobadilla Briones y Alejandro Román.
“Cuando la revuelta en Santiago, el cinco de agosto de 1874, con el asalto dado a la fortaleza por el general Núñez, Timoteo Ogando, al servicio del gobierno, atacó y deshizo un campamento que tenía en Guazumal el general Jacinto Velázquez”.
Por su buen comportamiento en la batalla de Santomé, en 1855, el presidente Santana, en su cuartel general de Azua, le expidió el despacho de capitán.
El 9 de febrero de 1867, siendo jefe de las fuerzas de la provincia de Azua, viajó oficialmente a la capital a felicitar al general Cabral, “mi compañero de glorias en La Canela”, por su elevación al poder. Regresó a Las Matas de Farfán, lugar de su residencia.
Antes, en 1866, había desempeñado el cargo de gobernador político y militar de la provincia de Azua y para 1880 era jefe comunal de San Juan de la Maguana, cargo que había servido su hermano Andrés.
Timoteo, quien fue Jefe Comunal de Neyba, era hijo de Catalina Encarnación (May Catalina), de El Cercado, y de Juan Ogando. Era natural de San Juan de la Maguana, a pesar de que algunos apuntan que era de Las Matas de Farfán. Estuvo casado con Tomasina Mateo, madre de sus hijos Efraín, Ercilia, Altagracia.
Murió a los 90 años, el 11 de junio de 1908. Su deceso se produjo en Santo Domingo, aunque algunos, equivocadamente, dicen que fue en San Juan de la Maguana.
Las reseñas no refieren su preparación escolar. Al parecer tenía poca o ninguna pues todos destacan: “Sabía firmar”.