Una madre puede querer rehacer su vida luego de haberse divorciado o haber quedado viuda, y es allí donde surge su principal temor: ¿ los hijos aceptarán a su nueva pareja?, ¿ aceptarán un nuevo matrimonio, una nueva familia?.

Hay dos puntos importantes, el nuevo matrimonio no prosperará si los hijos están en contra o, peor aún, intenten separarlos; y por otro lado, como dice G.Chapman en “Los 5 lenguajes de amor de los jóvenes”, no se puede amar a su cónyuge y no amar a los hijos de su cónyuge.

Antes de tomar la decisión de formar una nueva familia se deben tener en cuenta los siguientes puntos para no fracasar en el intento:

Al formar una nueva familia, los hijos pueden reaccionar de muchas formas, incluyendo, celos, resentimiento, culpa, rechazo, etc.; estas reacciones pueden deberse a diferentes motivos:

Los hijos sufren por la separación de sus padres y guardan una esperanza de reconciliación entre ellos.

Sienten que si quieren al padrastro le estarán siendo desleal a su padre.

Creen que el padrastro les robará el cariño de su madre.

Los hijos se sienten culpables por la separación de sus padres.

Debe haber una comunicación flúida con los hijos, hablar del hecho del segundo matrimonio y no realizarlo hasta que acepten la nueva situación, de lo contrario será contraproducente.

Obviamente la madre no se casará de buenas a primeras, sino que va a tener un tiempo prudencial para conocer a su nueva pareja y ese es el momento en el que su pareja debe ganarse el cariño, amor y respeto de los hijos, sin presiones, de manera natural y dando tiempo al tiempo. Por tal motivo un temor de las madres es que su futura pareja no logre involucrarse emocionalmente con sus hijos.

La madre siempre debe dejar claro que nadie va a ocupar el lugar de su padre, que el futuro esposo puede ser amigo de ellos, pero también tendrá autoridad como adulto que es.

El futuro papá no sólo debe dedicarse a su pareja, sino también a sus futuros hijastros; esto les dará seguridad a los niños, teniendo bien en claro que su labor es de colaborador y no de reemplazo de su papá. De ser posible, es bueno tener una buena relación con el padre. Otro temor de las madres es que su ex-pareja no acepte que quiera rehacer su vida, que no quiera que la nueva pareja tenga bajo su cuidado a sus hijos y surja un problema legal por la tenencia de los niños.

Si la madre logra la aprobación de los hijos y consigue casarse por segunda vez, para la crianza de los hijos se deben respetar las reglas que fueron establecidas anteriormente, a las que sus hijos están acostumbrados, luego que los hijos fortalezcan su relación con el padrastro y comiencen a sentir mayor afecto, se puede ir modificando las reglas del nuevo hogar.