El tiramisú es un postre apetecido por muchos, gracias a su suavidad, dulzura y el intenso aroma y sabor que aporta el café; de ahí que resulte irresistible al paladar.
Su preparación no requiere el uso del horno, pero es recomendable prepararlo de un día para otro ya que para su elaboración se requiere dejarlo por varias horas en el refrigerador (al menos ocho). Este postre va montado a capas en frío.
Aunque en la actualidad existen muchas versiones de este dulce italiano, se dice que la receta tradicional llevaba café, queso mascarpone, bizcochos de soletillas y cacao.
Historia. Muchas son las historias que se han tejido en torno a este postre. Una de las más difundidas cuenta que su origen se remonta a los años cincuenta, lo que lo convierte en un postre relativamente moderno.
Otra versión se remonta a la Siena del siglo XVII. Parece que se elaboraba un dulce similar —pero no igual— al tiramisú y que ese postre se creó en honor al Gran Duque Cosme III de Médici, por lo que le llamaron ‘Zuppa Del Duca’.
El duque se llevó la receta a Florencia, donde el tiramisú se haría muy popular mucho después, en el siglo XIX, entre los artistas que vivían en Florencia, quienes contribuyeron a su éxito fuera de las fronteras de Italia.
Otra leyenda, encontrada en el portal vix.com, da cuenta que en 1968, el tiramisú salió de burdeles para darse a conocer, gracias al apoyo recibido por parte del chef artesanal Alfredo Beltrame (maestro de la hostelería Veneta y fundador de una cadena de restaurantes con sede en la ciudad de Treviso, en el Véneto). Gracias a él, el postre llegó a la cadena de restaurantes Toulá y se hizo famoso.
Sin importar cuál sea la versión verdadera del origen de este postre, lo cierto es que su creación ha venido a alegrar la vida de quienes disfrutan rematar un buen almuerzo con un rico postre.