Ayer se conmemoraron los 40 años del fallecimiento trágico del padre salesiano, “Apóstol de la Juventud Mocana”, Juan Miguel Vicente Martin, un salmantino que tuvo a la Villa del Viaducto como su patria adoptiva.

La labor fecunda del Padre Vicente sigue viva en miles de mocanos y en el grupo de jóvenes que estuvimos a su lado durante los seis años que ejerció su vida pastoral en la comunidad mocana.

En los últimos días se han estado celebrando numerosos actos en Moca para recordar al Padre Vicente. Se realizó un conversatorio para recordar los orígenes y el desarrollo del Centro Juvenil Don Bosco, la institución que creara el Padre Vicente junto a un grupo de valiosos jóvenes mocanos. En la época en que el Padre Vicente estuvo en Moca, 1968-1974, la mayoría de los jóvenes de la ciudad se integraron al CJDB que tenía como principales lemas “Humanizar y Cristianizar a la Juventud”, y “Por una Moca sana, alegre y siempre joven”.

Se puso en circulación un libro sobre la vida y obra del Padre Vicente que fue escrito y coordinado por Luis Manuel Brito. El domingo, presidida por el Padre Víctor Pichardo (Inspector General de los Salesianos en Las Antillas), se celebró una Misa de la Juventud, el lunes se presentó una velada con los personajes traídos a Moca por el Padre Vicente, y ayer fue el Arzobispo Ramón Benito de la Rosa y Carpio quien presidió la misa solemne de recordación al Padre Vicente.

El Padre Vicente no fue todo religiosidad. Su integración al fútbol mocano como un jugador más del equipo de primera división causo furor de todo tipo. Primero, en los últimos años de la década de los 60‘s no era común ver a un sacerdote sin sotana, y mucho menos en pantalones cortos jugando al futbol.

Y segundo, lo más importante, la calidad como futbolista, excelente defensa central, la dejó de inmediato manifiesta vistiendo la camiseta del conjunto de Moca. Sus tijeretas (medias chilenas) se hicieron famosas entre los fanáticos mocanos y todos los seguidores del fútbol nacional.