Recientemente conversábamos con el señor Marco Cruz, Director Ejecutivo de Odebrecht en República Dominicana, sobre la situación de la selección de fútbol de Brasil con miras al próximo Mundial.

El señor Cruz, con aire de muy bien enterado nos afirmó que pronto las cosas cambiarían porque sería designado como entrenador del equipo el conocido Luis Felipe Scolari: “todo va a ir mejor porque pronto van a nombrar a Felipao”, nos afirmó.

Pensábamos que el señor Cruz hablaba por sus sentimientos y recuerdos de que Felipao había logrado la última corona hace diez años. Pero nos equivocamos. Don Marco tenía mucha razón. La semana pasada la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) anunció la designación de Scolari como seleccionador nacional hasta el Mundial de 2014, y junto a él, se nombró a Carlos Alberto Parreira como coordinador de la selección.

El presidente de la CBF, José María Marín, ha apelado a la vieja guardia, a los técnicos que han llevado a Brasil a ganar sus dos últimos campeonatos mundiales. Parreira fue el hombre que condujo a Brasil a ganar el Mundial de Estados Unidos 1994, y Felipao logró el pentacampeonato en Corea-Japón 2002.

Marín dijo que se ponderó a estos dos entrenadores buscando cumplir por todo lo alto (que debe ser ganar el Mundial 2014) con el compromiso de Brasil como anfitrión, y que “decidimos entregar el destino de la selección a unas manos competentes, con capacidad reconocida, experiencia ya probada a través de títulos conquistados”.

La historia se repite. Porque en las dos últimas conquistas, Brasil tuvo detrás del entrenador a uno de los más experimentados técnicos de ese país, Mario –Lobo- Zagalo, partícipe de las cinco coronas brasileñas en los mundiales de fútbol. Ahora, Felipao contará con la sapiencia de Parreira.