Tiro al blanco

<p>Tiro al blanco</p>

JOSÉ LOIS MALKUN
Es urgente que el Gobierno realice una cumbre para afinar su tiro al blanco. Con casi dos años y medio en el poder es inconcebible que no se haya mostrado un logro concreto que pueda ponerse de ejemplo como resultado de una buena gestión. Todo Gobierno, bueno, regular o malo, tiene cosas que mostrar en los primeros dos años. Solo un Gobierno muy malo puede no hacerlo. Veamos los resultados.

Con respecto a la educación, se ha tenido la osadía de que aun con un nivel de gastos corrientes que supera la imaginación, se ha reducido el presupuesto que se le asigna a este sector con el consecuente deterioro de la infraestructura escolar, el aumento de la deserción y la estrepitosa caída en la calidad de la enseñanza.

Con la salud ha sucedido exactamente lo mismo, con la agravante de que la Seguridad Social y en particular el Seguro Familiar de Salud, es la mejor expresión del tratamiento inconsecuente que el Gobierno le ha dado a este sector.

El sector eléctrico, donde el Gobierno prometió de todo, está en una situación nunca vista. Con apagones que arropan a todo el país, con una tarifa impagable, con deudas que superan los 600 millones de dólares, con un subsidio que alcanza los 22 mil millones de pesos al año y con una indefinición total de lo que hay que hacer, este sector se encamina hacia el caos y el derrumbe total.

El RD-CAFTA, que fue producto de un esfuerzo conjunto del Gobierno pasado y el sector privado y de cuya vigencia depende el futuro económico dominicano, ha sido tratado en este Gobierno como un tema irrelevante, donde, para colmo  de los colmos, influyentes funcionarios en el poder, han expresado su desacuerdo con el mismo. Es increíble pero cierto. Han pasado dos años y medio y todavía no se logra cumplir con los compromisos asumidos para que el país entre al DR-CAFTA. Y así nos quejamos de la injerencia externa cuando funcionarios del Gobierno de Estados Unidos presionan para que cumplamos nuestros compromisos.

En materia de empleos, la pérdida de competitividad de la economía dominicana, producto de un anclaje forzado de la tasa de cambio, que mantiene el peso sobrevaluado en un 25%, ha promovido el cierre de muchas empresas, especialmente de zonas francas. Se estima en más de 60 mil puestos de trabajo pérdidos sólo en este sector. Pero muchas empresas están mostrando fuertes pérdidas en sus operaciones lo que ha generado despidos masivos de empleados. Hay que crecer menos pero hacerlo de verdad, porque esas altas tasas de crecimiento anunciadas por el Banco Central no han tenido ningún impacto en el empleo, en el ingreso y tampoco en las recaudaciones fiscales. Es natural que todo el mundo sienta que su situación económica empeora.

En cuanto a la inversión pública, que motoriza la economía local, el Gobierno sigue su patrón anterior de concentrar sus recursos en muy pocas grandes obras de infraestructura. Pero ahora la situación es más grave. Porque antes fueron varios los megaproyectos que se ejecutaron con fondos públicos, aunque concentrados casi todos en la capital. Ahora prácticamente hay un solo megaproyecto llamado Metro de Santo Domingo, donde se concentra todo el dinero. Mientras tanto, la economía de los pueblos se derrumba, la gente deambula por las calles y el abandono de las obras públicas es notorio en todos los aspectos. Así no puede ser. Eso puede poner en peligro hasta la propia gobernabilidad.

¿Qué pasa con la cacareada estabilidad macroeconómica? ¿Existe o no existe? Porque es lo único que la gente cree como un logro del Gobierno. Pero ningún economista que se respete aceptaría calificar de estable a una economía que tiene un serio problema de déficit fiscal y una deuda del Banco Central cercana a los 175 mil millones y creciendo. El Gobierno no logró en todo el 2006 ratificar, aunque sea por una vez, el acuerdo firmado con el FMI y la carta de intención aprobada a principios de año. Después de que la oposición cometió el craso error de aprobarle la reforma fiscal en el 2005, el Gobierno se desestabilizó de una forma tal que a mediados de este año ya sus cuentas estaban en rojo. La campaña política en el primer semestre fue un barril sin fondos, donde campeó la corrupción y el derroche y para colmo, el resto del año siguió dilapidando irresponsablemente los recursos de los contribuyentes en lujos y depredaciones que, cuando se sepan, harán historia.

Pero para cerrar con broche de oro, el Gobierno ahora lanza una nueva reforma fiscal dizque con el propósito de eliminar su déficit y reestablecer el acuerdo con el FMI. Pero ya nadie cree que esto sucederá aunque se apruebe la reforma tal como la envió el Gobierno. Por su parte, el ahorro fiscal anunciado por el Presidente es un mito y una burla más a los ciudadanos. Lo que sí podemos asegurar, como un tiro al centro del blanco, es que los recursos adicionales que se recaudaran apenas serán insuficientes para financiar la alocada campaña reelecionista que se avecina. ¿Y el acuerdo con el FMI? Se repetirá la misma historia del 2006 pero con consecuencias funestas si se persiste en jugar con fuego.

Finalmente, el desborde de la delincuencia y el tráfico de drogas han sobrepasado el límite de lo tolerable y no se vislumbran soluciones firmes que frenen estos flagelos a la sociedad.

Definitivamente, este Gobierno no ha pegado un solo tiro en el blanco. Y ya le quedan efectivamente 15 meses de su mandato. Recomendamos una cumbre urgente para afinar la puntería.

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